UN FANFIC PARA HARRY

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Harry Potter no era un chico normal por muchas razones. Para empezar, era propietario de una fabulosa capa de invisibilidad que nunca utilizaba para cometer ilegalidades. Ya sabes; robar, infiltrarse en el vestuario de las chicas... (Romper las normas de la escuela no cuenta demasiado). Después, porqué nunca utilizaba la Sala de los Menesteres para tener sexo (podréis apreciar que al chico no le va mucho el tema. Pelear con el Señor Oscuro quita mucho la libido, supongo). Además, era un horrocrux. Aunque él todavía no lo sabia. Pero eso es otra historia.

Era una calurosa tarde de verano y Harry estaba echado en su cama de Privet Drive número 4, absorto leyendo un fanfic que su amiga Hermione le había enviado por lechuza días antes. No es que le gustaran demasiado, la verdad. No era muy agradable leer todas las inimaginables formas en que uno podía follarse al profesor Snape. O a Ron. O a Dobby. O a Lucius Malfoy. O hasta a Voldemort (mucha afición había con los slash para su gusto). La gente parecía estar muy enferma. ¡Hasta había quien lo emparejó con Sirius! Resultaba que a los autores no les importaba demasiado que fuese su padrino. El incesto no debía estar penado en la mente de los escritores perturbados.

Así que intentaba ignorar todos esos relatos (tarea complicada cuando toda la escuela estaba obsesionada con ellos) y aprovechar el tiempo jugando al Quidditch. Pero estaba de vacaciones y sus tíos le tenían la escoba encerrada bajo llave en el armario de debajo las escaleras. Sí, ese donde antes dormía él. En el mundo muggle tampoco parecía estar demasiado penado maltratar a un niño. Pero centrémonos en nuestro tema. Como no podía volar y estaba harto de utilizar el snapchat (aplicación muggle que descubrió hacía relativamente poco, después de pillar a su primo haciéndose fotos en pelotas, situación que esperaba olvidar pronto), decidió echar un vistazo a los pergaminos de su amiga:

Querido Harry,

Espero que estés bien. Ron me ha contado lo que pasó en el Departamento de Misterios. Es una lástima lo de Sirius. Ahora nunca podré acostarme con él...
Supongo que debes estar triste; cómo fue tu culpa. ¡Pero lo último que desearía es hacerte sentir mal por ello! Todo el mundo sabe que tienes buenas intenciones pero no muchas luces. Snape todavía está ofendido porque no acudieras a él de inmediato (antes de ir a la chimenea de la zorra de Umbridge, digo). Ayer escuché como se quejaba a Lupin de tu falta de tacto. Aunque por los gemidos posteriores, creo que Lupin lo animó bastante.

Esto último lo releyó varias veces creyendo no haber entendido.

En fin, como sé que debes estar martirizándote con pensamientos escabrosos sobre porqué tu, lo injusta que es la vida, la culpa fue de Yoko Ono, y como coño no pensaste en el espejo que te dejó Padfoot (yo también me lo pregunto), he creído conveniente enviarte algo para distraerte y que no acabes metiendo la cabeza en el horno, o peor, te dé para leer Pablo Cohello.

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