23. Mal augurio

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La mañana del ante último viernes del año pasó rápido como cualquier otra, pero, extrañamente silenciosa, y quizá hasta más de lo usual. Por lo cual, una vez llegada la hora del almuerzo, el azabache decidió dar tema de conversación, preferentemente apuntando a concluir preguntando sobre aquella duda que había surgido en el menor el día anterior.

Luego de que ambos volvieran de comprar su almuerzo, porque, ya era costumbre comer allí en lugar de que el azabache se fuera, Marshall observó un momento a su pareja mientras abría la caja de jugo.

— ¿En qué piensas? —soltó aprovechando el estado algo ido del menor, que miraba el suelo como si intentara descifrarlo

— En nada.—contestó casi tajante, luego le extendió la mano a su azabache que tenía los sándwiches a un costado— Dame uno.—pidió, ahora con un tono mas amble.

El mayor esbozo una pequeña sonrisa mientras le entregaba la comida, y decidió tomar el tema de conversación desde otro punto— ¿Marce te emboscó con un montón de preguntas ayer?

Finalmente, el pelirosa sonrió de manera honesta por primera vez en el día— No fue precisamente una emboscada, ni tampoco hizo tantas preguntas.—respondió cortamente, para luego concentrarse en su comida.

El azabache dudó un momento y pregunto de manera curiosa— Entonces... ¿De que hablaron específicamente?

— ¿Realmente quieres saber si hablamos de ti? —soltó una risita.

Marshall enrojeció ligeramente, tenia la sensación de que sí habían hablado de él, y aunque estuviera seguro que no hablarían nada malo, aún así quería saberlo.

— Pues sí, fuiste tema de conversación.—mencionó y el mayor se esperanzó de que le diría— Pero no sabrás qué hablamos de ti.—sonrió pícaro.

El azabache bufó resignándose a no insistir mas en el tema. Luego de varios minutos en los que comían en silencio, Marshall volvió a hablar— ¿Tampoco me dirás como te fue con mis hijos? —sonrió cortamente.

Aquél tema sí le intereso al pelirosa, y también sonriendo contestó— Me fue bien, no hicieron otra cosa nada más que jugar y dibujar.

— ¿Alguna pelea de entre medio?

El menor rió levemente y asintió- Nada grave en realidad.

— Apuesto a que te pusiste nervioso de todas formas.—rió.

Gumball enrojeció ligeramente— Claro que sí me puse nervioso. Jamás estuve cuidando niños, no tenía ni la menor idea de cómo reaccionar.—bufó y desvió la vista— Sabías eso.

Marshall sonrió ampliamente, para luego contestar— Por esa misma razón, es que me encantaba la idea de que te quedes con ellos.

El pelirosa sonrió de vuelta y miro el suelo un segundo. Sabiendo que con lo anteriormente dicho, el azabache insinuaba que realmente le había dado confianza completa, dejando a su cuidado lo más importante para él; sus hijos.

Sonrió sin poder evitarlo por aquel pensamiento.

Pero su sonrisa se desvaneció al escuchar que el azabache preguntaba— ¿Tiene algo de malo la navidad para ti?

— ¿A que viene eso? —contestó, algo sorprendido.

— Solo es que...—se rasco la nuca, incómodo— Ayer cuando te invite a cenar no parecías muy contento.

— Ah, no es nada en especial.—menciono sonriendo y agitando la cabeza de forma negativa, queriendo cerrar el tema.

— ¿Seguro? —indagó, e inmediatamente el pelirosa asintió.

Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora