Perdona, ¿nos conocemos?

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___ EREN ___

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___ EREN ___

Dejo escapar una bocanada de aire cuando me miro al espejo y compruebo las huellas de mi falta de sueño bajo mis ojos. No es que le haya dado demasiadas vueltas, pero no he conseguido pegar ojo después de la conversación que tuve con Armin, a quien acabé llamando a las once de la noche para continuar la charla que empezamos en su casa y la cual no acabó hasta las dos de la madrugada. 

Otro suspiro roza mis labios antes de relajar los hombros y apretar con fuerza la pequeña encimera de mármol que rodea el lavabo. Agito levemente la cabeza en un vano intento por terminar de despertarme y me aseguro de espabilarme un poco llevándome agua fría a la cara con las manos. 

No es que haya mejorado mi aspecto ni mucho menos, pero al menos ya no parece que me haya esnifado un kilo de coca.

Meto torpemente mis cuadernos en la mochila, aunque procuro llevar más cuidado con el libro de Mikasa. Me cuelgo el asa de la bolsa al hombro, deslizo mi móvil en el bolsillo trasero de mi pantalón vaquero y saco mi tabla de skate de debajo de la cama. 

Intento no caer escaleras abajo cuando mis torpes pies acaban resbalando en la madera y bufo tras recordarme que odio los lunes. No obstante, mi fastidio no aumenta hasta que entro en la cocina y encuentro a mi viejo leyendo tranquilamente el periódico del día. 

Me limito a dejar con desgana la mochila sobre la mesa y abro los armarios que hay por encima de la encimera para hacerme un desayuno bastante improvisado. Al final acabo cogiendo un par de magdalenas y una barra de Huesitos que acabará quitándome Connie a menos que me la coma antes de verle. 

Vuelvo a echarme la mochila a la espalda y me dispongo a salir de la cocina sin molestarme en cruzar miradas con mi padre. 

-- Levi estará aquí a las cuatro -- le escucho decir con voz monótona al tiempo que se lleva una taza de café a los labios, sus ojos clavados en el titular del periódico --. Espero que esta vez seas puntual.

-- Pues espera sentado -- le espeto con frialdad.

A veces preferiría que esto no fuera así. Me gustaría seguir viviendo en Washington con mi madre, leyéndole libros y esperando con ansias que acabase el mes para poder cartearme con mi chica de Londres. 

Si aún durmiera bajo el mismo techo que mi madre, seguiría yendo a clases en coche, y jamás hubiera aprendido a hacer skate en mi intento de apañármelas para llegar a la universidad. Podría gastarme mis ahorros en una bici, en una moto o incluso coger el autobús, pero prefiero invertirlos en cosas más importantes como ropa, videojuegos y alcohol.

Tampoco es que me importe demasiado. A fin de cuentas, tener tiempo para aclarar mis pensamientos es lo único que me ayuda a mantener la calma a lo largo del día.

Bajo del skate cuando me encuentro frente al campus de la facultad. Normalmente hubiera ido primero a casa de Connie para venir juntos, pero no sé si sigue enfadado y aunque sé que me comporté como un gilipollas, no es plan de disculparme con el enano. Al fin y al cabo, el también me la lía bastante. 

𝐌𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐜𝐚𝐢𝐠𝐚 𝐥𝐚 𝐥𝐥𝐮𝐯𝐢𝐚 [EreMika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora