El corazón de Ciel.

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Aclarar un par de cosas en este AU antes de nada:
-Undertaker sigue siendo un shinigami, Sebastiano, un demonio, y Ciel un nene mimado(?).
- OOC
- En esta historia, a diferencia del canon, un shinigami puede hacer la recolección de mil almas para revivir a una persona.
- Tiene toques de VincentxUnder.
- Ciel es hijo único aquí.
- Si sale bien o muy mal esto tendrá cuatro partes más o menos, sino pues borraré este punto.
- No soy bueno con weas policíacas, ni narrando la perspectiva de un ser demoníaco, solo puedo manejar cosas gays, y a veces ni eso, pero weno.

Y eso es todo, creo. 
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Al cumplir la mayoría de edad, su padre le entregó el título de conde, y junto con ello vino el anillo resplandeciente en su dedo, también llegaron las responsabilidades y un personaje extraño, que siempre había visto por la mansión, pero nunca se había animado a hablarle.

— Hijo, —Había hablado su padre parado frente a él— este es Undertaker, él te ayudará en todo lo que necesites.

Y mientras parecía aguantar una carcajada, el denominado Undertaker hizo una reverencia ante él, no entendía si se intentaba burlar de él o algo, pero frunció el ceño con disgusto, no le agradó para nada en la primera impresión.

Su padre se encogió de hombros cuando fue a reclamarle, Undertaker era una fuente útil de información, y le aclaró que, aunque no le agradara, debía trabajar con él en buenos términos— Debes mantener la diplomacia, como un buen conde. Under es agradable cuando lo conoces mejor.

Pero Ciel no estaba de acuerdo.

Y a regañadientes, cuando el primer trabajo de la reina llegó, Ciel fue arrastrando los pies hasta la funeraria donde su padre le había dicho que Undertaker trabajaba.

— ¿Hola? —Llamó empujando la puerta, pensaba que ya que Undertaker trabajaba para su padre desde quien sabe cuándo, tendría dinero en abundancia y una funeraria solo para ricos, pero ese lugar apenas parecía mantenerse en pie y estaba lleno de polvo y telarañas.

— Buen día, joven conde. —Canturreó una voz desde uno de los ataúdes, Ciel se acercó, viendo a Undertaker recostado cual cadáver, con una gran sonrisa— ¿A que debo el honor de tan agradable visita? —Preguntó mientras se levantaba para salir del ataúd.

— Esperaba encontrar algo diferente al venir aquí.

— ¿Hmm? ¿No le gusta mi hogar?

— ¿Tu hogar? Bueno, creí que trabajando para mi padre tanto tiempo tendrías una mansión igual a la nuestra, o algo así... —Fue disminuyendo el tono de su voz al ver a Undertaker hacer una mueca.

— Yo no trabajo por dinero de la reina, tu padre me pagaba de otras formas. —Ahora fue turno de Ciel de hacer una mueca de desagrado que hizo explotar en carcajadas al sepulturero— Para ser tan joven tiene una mente muy creativa, conde. Pero no es lo que está pensando.

— No estoy pensando nada. —Soltó Ciel, pero su rostro enrojecido desmentía sus palabras.

— Su padre me hacía reír, la risa es mi fuente de vida, así que con eso me pagaba.

— ¿La risa?

Undertaker asintió sonriente— Y usted ya me hizo reír con su mente tan creativa. —Y se rio un poco más al recordarlo— Así que puede preguntar lo que desee.

El menor suspiró tratando de calmar sus mejillas y pasó a explicarle el caso a Undertaker, recibió más bromas de su parte, pero tuvo que reconocer que la información que le dio, entre tanto dato rebuscado, fue algo bueno, aunque eso no impidió que saliera de la funeraria con el ceño fruncido y un humor peor que el habitual.

Verde Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora