Nuestro amor será leyenda

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Holaa (: Escribí esta historia por el día de San Valentín, hace ya algunos meses. Originalmente la subí a Fan Fiction, pero quiero ver como le va a aquí también. Espero les guste, y de ser así no sean tímidos en comentarlo, jajaja.

En caso de que se lo pregunten, el título está basando en la canción de Alejandro Sanz del mismo nombre, en la cual basé la historia en cierta parte.

En fin, los dejo para que lean :D

Atentamente,

Nikky Grey.

Nuestro amor será leyenda

Un fic de Harry Potter.

Era una soleada mañana de febrero. Un brillante cielo azul se asomaba a través de los grandes ventanales del aula de Historia de la magia, informando a los estudiantes que la temporada de lluvia finalmente había terminado. El sol se colaba a través de los cristales, atenuando la innecesaria luz de las velas.

Sí, era un día hermoso, pero adentro era otra historia. Bien podría haber estado el cielo gris y repleto de nubes cargadas de una tormenta torrencial, para la diferencia que ESO haría en el monótono sermón del profesor Binns. Si la muerte no había podido detenerlo, menos lo haría el cambio del clima.

Y mucho menos el día de San Valentín.

A decir verdad, ese día parecía encontrarse inspirado –todo lo inspirado que se puede estar en su caso, al menos- apenas y estaba a la mitad de la clase, y ya había batido su propio record en estudiantes dormidos.

Dieciséis, y contando.

El resto de la clase de sexto año parecía sumida en el letargo habitual. Todos, menos el grupo regular de estudiantes cuya responsabilidad rayaba en la obsesión, y escuchaban atentamente a cada palabra del profesor, dispuestos a extraer del mortalmente aburrido monólogo los apuntes necesarios para pasar los exámenes.

Entre esos estudiantes, estaba cierta pelirroja de ojos verdes, que anotaba todo con inquebrantable concentración, a pesar de los estridentes ronquidos de sus amigos. La expresión en su rostro angelical haría creer a cualquiera que la observara que estaba enfrascada en una encarnizada pelea contra un mortífago.

A unas filas detrás de ella, estaba un chico tan aburrido que en ese preciso instante consideraba seriamente salir a enfrentar al mismísimo Voldemort, sin varita, con tal de no tener que soportar otra hora más de martirio.

Aunque, en realidad, ese era sólo uno de los tópicos superficiales que pasaban por su mente, y que no conseguía mitigar, por muy fantasiosos y atrayentes que fueran, la idea principal de su lucha interna.

No la mires, Cornamenta, no la mires, no la mires, se dijo, aferrándose a la pizarra, al traslúcido profesor y su lectura como si fuera la cosa más interesante del mundo. No, no iba a mirarla –de nuevo- no iba a hacerlo, no iba a…

Maldición, lo hice otra vez, sus ojos se perdieron en su largo cabello rojo, sujeto en una cola de caballo en la parte alta de su cabeza, bajaron hasta su nuca, su alto y esbelto cuello, la silueta de sus hombros. Podía imaginarse su rostro con toda claridad, incluso con los ojos cerrados, incluso en la oscuridad, incluso en sus sueños. Estaba gravado en su mente, dolorosamente tallado en ella, y por más que lo intentaba, no podía olvidar sus grandes ojos almendrados, ni sus largas pestañas, ni sus labios…

Un ronquido a su derecha lo sacó de sus pensamientos. La señal de que Sirius finalmente se había quedado dormido.

Sonrió. Los dos habían estado entrenando hasta altas horas de la tarde, en un intento desesperado –y fallido, por cierto- por parte del capitán de acostumbrar a los asustadizos nuevos integrantes del equipo de Quidditch a la acción de un juego de verdad, cosa que había durado hasta ya pasadas las diez de la noche, cuando el alumno de último curso finalmente decidió rendirse. Y sin importar el agotamiento, el que él siguiera despierto para esos momentos de la clase era sorprendente. Aterrador, incluso, si le preguntaba a Remus, el único de los cuatro que quedaba seguía consciente además de él.

Nuestro amor será leyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora