Capítulo Único

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[Dato importante antes de empezar]: Los Residentes Médicos se denominan comúnmente por la R seguida del número del año que van cursando. Un residente de primer año se llamaría R1; el de segundo, R2... y así sucesivamente, dependiendo de la especialidad médica y su duración. Mayoritariamente, son los residentes de cierto año los que se encargan de instruir a los de un año inferior. Cirugía General, en mi país, duraría aproximadamente 4 años, dependiendo de si se realice o no la jefatura del 5° año, así que me adecué a lo que conozco. Acá también le llamamos «Urgencias» a lo que sería la Sala de Emergencias en sí.

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Los recuerdos de aquella noche que él mismo ha decidido denominar «inconclusa» siguen latentes en la memoria de Tsukishima, hincándole las sienes de vez en cuando, instalándose en lo profundo de su pecho. Son frescos, como si hubieran sido de lo más recientes. Agridulces, como todo lo que tiene que ver con él.

Kuroo Tetsurou solía ser más que un simple senpai de la universidad para Kei. Era más bien algo así como un maestro del cual aprender. Y no es como si estuviera exagerando al decirlo. Es que justamente Tsukishima lo conoció de esa manera cuando recién se estaba mudando con todos sus bártulos a la gran ciudad, con motivo de examinarse e ingresar a la facultad de medicina más grande y prestigiosa del país. Lo conoció como un gran tutor... aunque no desde el principio, claro está.

La primera impresión que Tsukishima tuvo de él no pudo haber sido peor.

Kei se encontraba desempacando en su nueva habitación, profundamente cansado a causa del trajín del viaje y harto de ignorar las múltiples llamadas que llevaban haciéndole su madre y su hermano mayor —seguramente, para cerciorarse de que hubiera llegado bien— en lo que iba de la tarde, por lo que solo tenía ganas de terminar de ordenar, contestar alguna de esas jodidas llamadas de una vez por todas y arrojarse de pleno sobre el futón para echarse una buena siesta, que tanto le hacía falta. Así que oír todo ese griterío proveniente de habitaciones contiguas no era exactamente lo mejor que le pudo haber sucedido, pues solo exacerbaba el insoportable dolor de cabeza que ya tenía desde que llegó al lugar (y que lo estaba por matar).

Se debatió durante varios minutos el ir o no a pedir el bendito silencio, pero finalmente decidió que sí, puesto que no parecía que alguien más fuera a hacerlo pronto, lo que significaba que los vecinos, o no estaban en casa, o ya se habían acostumbrado a ese tipo de bullicio —Kei rogaba que fuera lo primero porque de lo contrario, le quedaba mucho por sufrir—. Lo que no esperó fue que, al abrir la puerta y apenas asomarse al pasillo, le iba a suceder semejante cosa.

Un golpe en la cara y toda la parte frontal del torso había alertado a Tsukishima de que alguien acababa de chocar contra él. Y ese alguien, además, no llevaba puesto nada más que una pequeña toalla liada alrededor de su cintura. Traía el pelo mojado y aplastado, y una expresión de lo más extraña en el rostro. Estaba pálido. Como si fuera a morirse o algo similar.

Kei podía jurar que ese sujeto no se habría dado cuenta de que habían chocado, si no fuera por el daño que se hizo, pues terminó cayendo hasta quedar sentado en el suelo.

—Agh, maldita sea. Perdón. Perdón. En serio —se disculpaba repetidas veces, mientras intentaba ponerse en pie—. Yo... tengo un grave problema con esto.

En ese entonces, el rubio había sido muy duro con él. Y es que lo había hecho enojar muchísimo porque, nada más al segundo de que Kuroo lograra incorporarse, Bokuto (quien, cuando eso, a Tsukishima le pareció que se trataba de simplemente un tipo extraño con el pelo de dos colores y cejas de idiota) apareció por la puerta de una habitación cercana, alegando que fue todo un malentendido y que lo que un tal Akaashi había visto se había tratado de una simple cucaracha y no de una araña, como habían creído en un principio.

Night Shift (KuroTsuki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora