Nº 261

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―☆―

Me encontraba paseando por la universidad mientras cargaba con una caja, que, incluso visiblemente pesaba bastante. Dí vueltas como un tonto hasta que encontré el fastidioso vestíbulo lleno de gente.

Esto es imposible.
Dejé mis cosas en la mesa del recibidor y me senté al lado hasta que finalmente me llamaron para darme la llave de mi habitación, cosa que desafortunadamente fue imposible pues al parecer mi compañero o compañera ya había recogido la llave; en su lugar, apuntaron el número de la habitación en un pequeño trozo de papel y me lo dieron.

Como despistado que soy, no pregunté dónde estaban las habitaciones, así que seguí andando.

Vi a un chico moreno y decidí acercarme.

―Perdona ―dije para después darle un leve toque en el hombro, provocando que girase ante mí.

―¿Si? ¿Qué ocurre? ―parecía confuso.

―Por casualidad... ¿no sabrás dónde se encuentran las habitaciones?

―Uhum.

Asintió un par de veces con la cabeza, se situó a mi lado y me explicó.

―Sube esas escaleras y gira a la derecha ―señaló las escaleras que se escontraban a mi izquierda.

―Muchas gracias... Ehm... ―dije.

Realmente no me interesaba saber su nombre en este momento, las cosas con las que llevaba cargando buen tiempo pesaban demasiado, pero no quería sonar descortés.

―No te preocupes, te veo con prisa ―dijo con una sonrisa.

Hice una pequeña reverencia.

―Me tengo que ir, ¡nos vemos!

Tras esto, directamente subí las escaleras con cierta dificultad.

Mis brazos empezaban a temblar, necesitaba encontrar ya la habitación. Deambulé por los pasillos de aquella zona durante un rato, miré de nuevo él papelito ya bastante arrugado y seguí mi expedición hasta que por fin atiné con él número 261.

Sujeté las cosas con una mano, cosa que fue difícil y decidí abrir la puerta justo cuando alguien se encontraba abriéndola desde el interior, provocando que perdiera el equilibrio y se cayera todo lo que tenía en la mano, de nuevo.

―Qué mierda de día llevo ―bufé con la mirada clavada en él suelo.

Me agaché y comencé a recogerlo todo.

―¿Te ayudo? ―una voz masculina se hizo oir desde la entrada de la habitación.

Hice caso omiso y una vez que tuve todo recogido me incorporé y miré al chico.

Sorprendido, me quedé callado. Abrí los ojos, saqué el papel del bolsillo y dirigí la mirada hacia la puerta...

―¿Qué ocurre? ―dijo acercándose a mí.

―No puede ser... ―dije en un susurro―. Va a ser que nos tocó juntos ―dije levantando mi mirada hacia él para después calmarme un poco.

―¡Si! Ja, ja, ja

Se rió para después pasar su mano por el pelo.

―Pasa pues ―abrió más la puerta para dejarme pasar―. ¿Qué cama escogerás?

Dijo eso mientras se acercaba a mi lado.

―¿Tú ya elegiste una? ―dije curioso.

―Realmente no, me da igual dónde dormir, así que elige tranquilo ―dijo sin cesar su sonrisa.

¿Acaso dejaba de sonreír este hombre? Me puse a pensar qué cama elegir, aunque tampoco había mucho que pensar, sólo había dos.

―Ya sé cuál, esa es mía ―señalé la cama que se encontraba a la derecha de la habitación, bajo la ventana.

―Como prefieras ―se sentó en la que sería su cama y empezó a usar su móvil, mientras, yo, ordenaba y colocaba en diferentes cajones todo lo que traía en la caja.

Seguí ordenando mis cosas; después de un largo rato pude acabar.

―¿Te apetece salir? ―dijo Daniel aún mirando su móvil.

―¿Perdona? ―no me enteré bien de lo que dijo debido a que me quedé embobado mirando nuestra habitación.

―Que si quieres salir a algún lado, no sé, para conocer la universidad.

Fui a responder pero me interrumpió.

―Ah, no seas tan educado conmigo, ahora somos amigos ―me miró dedicándome una sonrisa y un breve guiño―. ¿Y bien?

―Claro, ¿por qué no? ―me levanté y abrí la puerta; escuché a varias chicas decir que era hora de ir al comedor―. ¿Tienes los horarios? ―dije girándome para mirarlo.

―Te mentiría si te dijera que sí.

Hubo un breve silencio entre ambos.

―Ya que la gente se está dirigiendo a la cafetería, vamos también, ¿no? De todas maneras tengo hambre ―se rascó la cabeza.

―Bien, vamos. ―Es lo único que se me ocurrió decir.

Íbamos andando y me tropecé con una loza rota. Me hubiera caído si no fuera porque Daniel me agarró del brazo.

Llevaba un día asqueroso, por algún cierto motivo, estaba patoso.

―Gracias ―dije mientras iba maldiciéndome a mí mismo mentalmente.

―No hay de qué ―dijo de nuevo con una sonrisa.

Seguimos andando, el silencio inundaba entre nosotros... De repente, noté una calidez en mi mano derecha, dirigí la vista hacia ella y ví que Daniel me agarró la mano. Me puse muy nervioso y me sonrojé demasiado.

―¿Q-que haces? ―dije tapándome la boca con mi mano libre.

―Uhm... no te preocupes, es por si te tropiezas otra vez, no quiero que te hagas daño, perdón por no preguntarte antes de coger tu mano

Me miró y segundos más tarde volvió a mirar al enfrente.

―¡Mira! ¡Llegamos!

Empezó a caminar llevándome casi a rastras hacia aquel lugar.

Una vez cogí la bandeja me puse a pensar qué podría comer, Daniel ya se había ido pues había cogido su comida. Finalmente me decidí y cogí un pastelito y un brick de leche. Me estaba dirigiendo hacia la mesa de mi compañero.

Terminando el trayecto, tropecé con el cordón de mi zapato haciendo que se me cayera la bandeja y ocasionando que la gente se me quedara mirando. Mierda.

Daniel se giró y directamente se agachó para coger mi bandeja y colocarla en la mesa.

―¿Estás bien? ―dijo tendiéndome su mano de nuevo.

Me maldecí por ser tan sumamente torpe. La rabia e impotencia del momento me reconcomió por dentro; ignoré a Daniel, me puse de pié solo y salí de allí corriendo con la cabeza gacha y los puños fuertemente apretados.

Las lágrimas comenzaron a salir.

Soy estúpido.

Sentí que alguien me agarraba el hombro antes de que pudiese tocar el pomo de la puerta de la cafetería. Era Daniel, quién si no.

―¿Dae? ¿Te encuentras bien? ―dijo.

Sabía que me estaba mirando aunque mantuviera mi cabeza gacha.

Aparté su mano de mi hombro, hice oídos sordos y me fui de allí, llegué a la habitación, me quité los zapatos que aún estaban desatados, me metí en mi cama tapándome entero y me quedé dormido.

¿Cómo una persona podía tropezar y caer más de cuatro veces la misma mañana?

Me froté los ojos, no sé que hora era, pero me seguía sintiendo impotente, giré en la cama y me choqué con algo que aplastaba mis sábanas desde el exterior...

―☆―

@_kangpeach

I Promise You ×Nielhwi×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora