Capítulo 2: Realidades.
"Una casa no se mantiene en pie por las columnas que tiene, sino por las relaciones entre ellas".
Ubicación: Chicago, Illinois, EE. UU.
Fecha: 04/04/2020 - Horas del atardecer.
Charlotte Bayne.—¿Onta bebé? ¿Onta bebé?
Me tapo los ojos por un momento.
—¡Aquí está!
Los abro y veo a mi pequeña hija sonriendo de alegría. Miranda. Esa sonrisa es lo único que me importa.
Cabello negro, labios rosados y ojos azules, se parece tanto a mí. Le doy un beso en la frente y ella se ríe. Su risa es tan inocente. Una risa angelical.
—Pequeña preciosura, ¿vendrás con mami a cenar hoy? —le pregunto.
Ella sonríe lo que me indica que sí.
—Entonces vamos a bañarte.
La pongo sobre sus pies y me adelanto al baño. Abro el grifo de la bañera hasta que el agua está en su punto. Volteo y veo a mi hija que también entró al baño.
—¿El señor Teddy también quiere bañarse? —digo al ver que está abrazando a su oso de peluche.
Me agacho y le quito su ropa. Primero la camisa con pequeños ositos, el pantalón, los calcetines y el pañal que trae puesto. Le hago cosquillas en la barriga y ella se ríe mientras patalea. La sumerjo en el agua y ella cierra los ojos mientras le lavo la carita. La dejo allí y ella juega con su oso de peluche. "Tendré que lavarlo después de eso".
Me quito la ropa yo también y me meto a la bañera con ella. El agua está tibia. Agrego un poco de jabón para espuma al agua y ella se pone a jugar con las pequeñas burbujas de la superficie.
"Mi querida niña, siempre te protegeré".
La recojo con mis brazos y la seco con su pequeña toalla. Hago lo mismo yo. Envuelvo mi cuerpo en una toalla y uso otra para el cabello. La tomo de la mano y salimos del baño.Blusa blanca de tres cuartos, falda de rombos negros y blancos, zapatillas blancas. Mi pequeña va de un vestido turquesa y zapatos negros.
Mi cabello al natural, el suyo igual sólo que con un lazo turquesa. Mi maquillaje se basa en un poco de rimel alrededor de los ojos.
—Sólo falta algo.
Me pongo un par de aretes.
—¿Lista pequeña señorita? —le pregunto.
Ella sonríe y extiende sus brazos para que la cargue. Tomo mi bolso blanco con lo necesario dentro, paso por el baño y recojo al señor Teddy dejándolo en la secadora. Con la pequeña cargada sobre mi brazo izquierdo, cierro las puertas y salgo de casa.
Aún con sus 2 años sigue siendo un angelito.
Ya ha anochecido. Mejor me apuro. Camino hasta la calle y pido un taxi. Miro a los lados y no veo nada sospechoso. El amarillento vehículo se detiene justo antes de que una de las llantas toque la acera, "bien, no cometió una infracción al menos". Tras decirle mi destino, abordo en el asiento trasero. Miranda va a mi lado.
Lo mismo de siempre, infracciones básicas, y uno que otro delito menor; un conductor se pasa una luz roja, y está conduciendo sin control alguno; un auto mal estacionado con una llanta encima de la acera; un hombre tirado en el suelo con una botella en sus manos, embriaguez pública; y lo que más odio, una mujer con poca ropa se baja de un auto, va hacia un hombre que está bajo la carente luz del faro de un callejón, ella saca dinero de su ropa y se lo da, luego ella vuelve a caminar hacia el borde de la acera y momentos después otro auto se acerca a ella.
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La Doctrina de los dioses: Los Herederos del Caos
Science-FictionLa doctrina de los dioses inicia en un mundo que sufre y está en decadencia. Puedes verlo cuando los frutos de los árboles pierden su sabor, cuando la sonrisa de los niños es reemplazada por el miedo de sus padres y las ganas de vivir se extinguen...