Allá, a lo lejos, sé que me escuchas.

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¿Quién lo diría?, una ventana que daba hacia una obscura y frívola pared, podría convertirse en el pequeño refugio de una chica tímida, de las que lloran por todo y por todos, ella era esa chica que rara vez podía darte una sonrisa genuina, ya que todo sus problemas se esfumaban a una determinada hora, ella, a través de su antigua ventana, por una pequeña fracción de vidrio, podía ver a esa viejo amiga, que la acompañaba en las noches de soledad, noches frías como el hielo, noches silenciosas, con el acompañamiento del suave viento y el ligero cantar de los grillos, noches obscuras, tan obscuras que sólo veías tu mano siendo iluminada por la ligera luz de la luna.

Habían noches de desconsuelo, ella contaba sus secretos a esa vieja, pero constante amiga, ella sabía que no la traicionaría, miraba aveces con miedo, otras con desilusión, existían veces que esa chica sólo deseaba tener una poca compañía, y la encontraba en ese ser, desde aproximadamente las 2:00 AM hasta poco más de las 3:00 de la madrugada, ella encontraba una extraña, pero reconfortante compañía, una que no encontraba con ninguna persona, sentía compañía, cuando ella la necesitaba, en algunas ocasiones, podía jurar que ella, desilusionada del amor, algo dentro de ella, como si la misma luna le hablara le dijera <<tranquila, todo pasará, todo estará bien, no te preocupes que yo me encargaré de que el sepa que tu me miras>> , sonaba extraño, pero ella ciegamente confiaba, confiaba en la pequeña vocecilla que escuchó al fondo de su mente turbia, tal pensamiento lleno de paz la tranquilizó, ya que ella sabía que no era la única que le hablaba a la luna, ella había visto cientos de miles de esas fotos que pretenden hacer más llevadero el dolor pero terminan hundiendo aún más el cuchillo en la herida, ella bajo el dulce encanto de la luna se desconecto de todos los problemas que tenía, algunos días al mes tuviera esa desconexión de la realidad, aquella desconexión que realmente necesitaba se prolongara, haciendo que ella olvidara sus muñecas con todas esas cortadas, cortadas en las que ella creía que se desahogaba, ella, mirando a su fiel amiga, pensaba en lo maravillosa que era la vida en pequeños lapsos de tiempo.

Tarde, tarde se dio cuenta de que tenia que hacer que el tiempo valiese la pena, que realmente su vida no era un asco, como ella solía decir, que no todos se quedan hasta el final, que no todos te dan su hombro para llorar, tarde, se dio cuenta de eso.

Ella pudo fácilmente acabar con todo, dormir, soñar para siempre, pero siempre que se encontraba al borde de un colapso, recordaba, recordaba aquellas tardes de risa, recordaba los pequeños momentos que si valían la pena, a las personas que no la habían decepcionado, que todavía tenían esperanza puesta en ella, recordando, así se salvaba de caer en lo mas profundo de un agujero sin fondo.

Ella, mirando a la luna, se desconectaba de todo, la admiraba, veía lo hermosa que era, lo inspiradora que podía ser, todos amaban un buen día soleado, ella, por otro lado, añoraba aquella hora, donde podía contarle sus mas profundos secretos, donde, podía inventarse una fantástica historia, con la luna de expectadora.

Cuando aquella hora anunciaba su fin, cuando ella veía con dificultad a la luna, pensaba <<No te vayas todavía, tengo mucho que contarte aún, por favor, no te escondas.>> pero siempre terminaba unos minutos después de esa petición, escondiéndose detrás de un gran sauce, teniéndolo como enemigo por las noches.

Ella tenía que encontrar como manejar ese tiempo, ese valioso tiempo con la luna, ese momento que su luz le ilumina la cara, ilumina aquella cara melancólica, que solo cambia cuando la ve, ella quería atesorarla, mantenerla solo para ella, pero sabia que era imposible, pero, siempre estaba la siguiente noche, la cual esperaba ansiosamente.

Pero estuvo equivocada.

Poco a poco, la luna empezó a aparecer durante menos tiempo, mostrando un poco de su belleza y regresando al sauce.

Ella se maldecía, maldecía el no aprovechar el tiempo, maldecía su existencia, la chica sabía que no todo sería para siempre, pero, ella deseaba un poco más de compañía.

En cuanto la luna se escondía, la chica trataba de conciliar el sueño, entre lágrimas, sabiendo que tendría que esperar, para su próxima visita, una corta visita.

De Aquí A La Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora