Day #17: Libre (Triste)

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Un año.

Se hacía ya un año desde aquel día, y aún le dolía como si fuera el primero. Como si hubiese sido ayer. No era capaz de mirarse al espejo, ni siquiera de dormir a gusto en su cama.

Todo le recordaba a él, a sus gestos, a sus caricias, a sus besos. Y el no tenerlo le dolía, le rompía el corazón y hacía que sus lágrimas saltasen de sus ojos.

—A papá no le gustaría que estés así.

Volteó para ver a una joven de quince años, cabello rubio y ojos azules. Le recordaba tanto a él...

—Lo sé, Tsuki, pero no puedo evitarlo —suspiró—. Lo extraño demasiado...

—Yo también lo extraño —su mano agarró un collar, uno que Alaude le habría regalado en uno de sus cumpleaños y jamás se quitaba.

—Ve a dormir, ya es tarde —se acercó a ella y le dio un beso en la frente, ante lo que sonrió.

—Ahora voy~ —rió, y dio media vuelta—. Intenta no pensar demasiado, ¿vale?

—De acuerdo —suspiró con una sonrisa, la cual borró cuando ella desapareció tras la puerta que cerró tras de sí al salir.

Volvió a suspirar y se sentó en su cama, contemplando desde ahí el cielo lleno de estrellas tras la ventana.

Un viento fuerte, pero agradable, vino de fuera, abriendo la ventana de par en par y removiendo las cortinas. Ante la fuerza, tuvo que cerrar los ojos. Cuando los volvió a abrir, juraba que su corazón se detuvo por un instante.

Delante suya, estaba él, completamente vestido de blanco, brillando con un aura blanquecina, pero él. Con una mirada profundamente azul que le miraba con el mismo amor que durante todos esos años.

—Siento entrar sin llamar —sonrió, con las manos en los bolsillos—. Y a estas horas, en este lugar. Sé que no es lo más perfecto pero... es lo que hay.

—Alaude... —se pellizcó, pero no le dolió.

—Esto solo es un sueño, estás dormido —sonrió—. Mañana seguirás pensando eso. ¿Sabes? En el cielo no se está tan mal, pero echo de menos tus locuras.

Giotto se levantó y le abrazó. Le abrazó con fuerza, con todo el amor que aún le tenía.

—Te extraño, te extraño tanto...

Acarició sus cabellos con cariño, correspondiendo su abrazo.

—Yo también te extraño, Giotto —confesó—. Solo quería despedirme, verte una vez más. Por eso he venido.

—No te vayas, por favor... —sollozó—. Te necesito, te necesitamos...

—Giotto, necesito que me prometas una cosa —el rubio se separó para mirarle—. Promete que serás feliz. Verte tan triste no me gusta.

—No puedo hacer eso sin ti, Alaude —recibió una caricia por parte del de ojos azules.

—Lo sé, pero me gustas más cuando sonríes. Estás más guapo, ¿sabes? —Giotto sonrió ante ello—. Así estás mejor.

—Idiota...

—Tienes que sonreír, ser feliz por Tsuki —suspiró—. Sigue siendo una niña, aunque se crea lo suficientemente mayor para no llorar. Está sufriendo por dentro, y llora cada noche.

—Lo sé, aunque finja, puedo escucharla —asintió—. Ya es la segunda vez que pierde a alguien de su familia, ¿sabes? Debe ser muy duro para ella.

—¿Te acuerdas de cuando era pequeña y no podía dormir, que le cantabas una canción y la arropabas?

Giotto esbozó una sonrisa nostálgica.

—Me acuerdo. Y también recuerdo que tú me esperabas siempre en la puerta, y la arropabas conmigo.

—Deberías hacerlo de nuevo, seguro que le sienta bien —sonrió—. Aunque yo no esté aquí, siempre estaré en tus recuerdos y en los de ella.

—Pero yo te necesito conmigo, no me sirve solo recordarte...

—Ya lo sé, pero solo me dejan venir en tus sueños, para verte —le miró con tristeza—. Aquella noche no pude despedirme, no pude deciros adiós. Por eso estoy aquí, para saldar esa deuda.

—No te marches, por favor... —sollozó—. Nunca debí dejarte ir. Yo lo presentía, sabía que algo iba a pasar y...

—No te culpes, Giotto. No podías saberlo —reprendió—. ¿Y qué te he dicho? Quiero que sonrías, con esa tonta sonrisa que siempre tenías. No seas herbívoro.

—Eres un idiota —rió sin poder evitarlo.

—Cuando me marche, mi vida en la Tierra estará en paz —suspiró—. Solo...

Levantó su mentón con una mano y le besó profundamente, haciendo que las lágrimas se mezclaran en el beso. Cuando se separaron, Alaude le miró con una triste sonrisa.

—Solo quería darte un beso y verte una vez más —le limpió las lágrimas—. Tienes que prometer que sonreirás como antes, cuando éramos felices. Así quiero recordarte.

—No puedo... —negó—. Me duele demasiado saber que ya nunca te veré...

—Lo sé, pero ahora te toca a ti seguir por los dos. Tsuki te necesita, sin ti no tendrá a nadie, Giotto —dijo—. Necesita que seas fuerte por los dos, sigue siendo una niña y ahora mismo tú eres el único al que puede agarrarse.

Su cuerpo empezó a volverse transparente, y Giotto se preocupó.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué...?

—Ya es tarde —respondió—. Despertarás en poco, Giotto.

—¡No! ¡No quiero, por favor! ¡No te vayas!

—No llores —suspiró—. Antes de que me vaya, prométeme que serás feliz, Giotto. Por mí, y por Tsuki.

—Yo...

—Por favor, Giotto.

—Te lo prometo... —sollozó—. Y también te prometo que siempre te amaré, Alaude.

—Si puedes volver a enamorarte, hazlo, Giotto —le acarició, pero su tacto ya se hacía casi intangible.

—No puedes pedirme eso...

—Sonríe como antes y vive hacia adelante, Giotto. Será mejor así...

El viento volvió a entrar con brusquedad por la ventana e hizo cerrar a Giotto los ojos contra su voluntad.

—¡Alaude!

Cuando los volvió a abrir, estaba en su cama, acostado, extendiendo la mano hacia el techo.

Cerró la mano en un puño, con frustración, y echó a llorar, sabiendo que no podría volver a verlo.

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⏰ Última actualización: Jan 05, 2018 ⏰

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