Prologo

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Hace 6 años

Max Richardson tenía 20 años, tenía dinero, ropa cara, una carrera prometedora en el mundo de los negocios, una linda chica en su cama y otra con la que salía un poco serio. Bueno, a decir verdad era un poco más que serio pero no tanto, se echó a reír un poco achispado por la bebida. Herry Clack de su fraternidad hacia unas fiestas increíbles, mucho alcohol, chicas lindas y mucha acción en las habitaciones.

En ese momento pensó en su tímida novia Victoria, una chica hermosa, muy a su manera, apasionada por el ballet y con bastantes problemas, sinceramente le gustaba mucho, estaban saliendo desde hacía ya un tiempo y... ese sería su gran día. Sacó su teléfono y la llamó.

Hola Max- respondió ella. Su voz era demasiado sexy para su cordura mental. Ella era sin duda la mejor parte de su vida. Lo único bueno en realidad.

¿Cómo estás bonita?- dijo él.

Bien, voy de camino a casa de mi madrina- Max se tensó. Si estaba en camino a lo de su tía era muy probable que algo había pasado con su madre y más probable aún que estuviera con su perro guardián Eliot James. Lo detestaba. El muy imbécil siempre detrás de Tory, metido hasta el cuello en la friend zone.

Era el típico sujeto enorme prospecto a mejor amigo de todas las chicas, un nerd y un pesado. Casa vez que le veía la cara sus manos vibraban por las ganas de golpear su rostro de suficiencia, siempre detrás de Tory susurrándole palabras al odio solo para hacerlo cabrear, y su sonrisa de suficiencia diciendo "Ella algún día te dejará" y él no la dejaría. Tory se parecía demasiado a él, simplemente no la abandonaría como lo hicieron con él.

- Sabes, aquí cerca un compañero de la hermandad hará una fiesta loquísima- Déjalo y ven conmigo, pensó Max con esperanzas.- ¿Por qué no vienes un rato?

- Es... Estoy con Eliot ahora- Max gruñó bajito. Bueno, bien decía el refrán "Ten a tus amigos cerca, pero a tus enemigos más cerca"

- Tráelo, aunque su hora de dormir se le vaya a pasar pronto.- En ese momento Max diviso a una de sus compañeras de comercio exterior, una chica que se rumoreaba se acostaba con el profesor para que le ayudara con sus materias, Cindy Gind, se le ocurrió un buen plan.

- No seas cruel Max, iremos dentro de un rato.

- Te espero muñeca- le dijo Max y colgó- ¡Hey Cindy! La rubia con vestido rojo volteó y batió sus tupidas pestañas faltas y sonrió mostrando sus dientes blancos.

-Maxwell Richardson- dijo Cindy con su melosa voz- ¿Cómo has estado cariño?

-Genial pequeña Cindy- ella sonrió- ¿Conoces a Eliot James?

-Rubio, alto, y con unos brazos increíblemente grandes- Max puso los ojos en blanco- Sí, comparte conmigo algebra 2 ¿Por qué?

-Escuché que está loco por acostarse contigo- ella se mordió los labios y se rió

-Y yo escuché que se acuesta con tu novia la bailarina- Eso hizo enojar a Max.

-Nada de eso, él está loco por ti, de hecho, vienen en camino- Max le pasó la mano por la barbilla y le dio la espaldas para ir a la cocina por otra cerveza.

La casa estaba repleta de gente, conocía a unos cuantos pero otros simplemente no eran su tipo de gente. Vivir de fiesta en fiesta no era lo mejor, y lo sabía, pero sus amigos y hermanos de fraternidad tenían ciertos estándares que alcanzar, y Max simplemente los seguía. Ser un sujeto bien parecido y con dinero tenía sus buenos ratos, pero al final del día, cuando ibas a la cama con alguna chica al azar la vida tenía un sabor amargo y a menudo se preguntaba si eso era todo. Con Tory debía llevar las cosas al siguiente nivel, realmente quería que se quedara, y sabía que ella estaba loca por él. Era pan comido, pensó.

Peter Hamilton estaba como DJ esa noche, era un tipo genial que veía química con él y tenía bastante talento en la mesclas. Lo saludó con la mano y se quedó un rato viendo la pantalla cuando diviso a Tory.

Delgada, con un hermoso cabello castaño le sonrió tan pronto lo vio y prácticamente soltó la botella cuando Peter le dio un codazo y le guiño el ojo. Sus compañeros sabían que ella era zona restringida, pero el grandulón que le pisaba los talones no lo sabía. A pesar de que era considerado un patán, y tal vez lo era, nadie se llevaría lo que era suyo. Nadie.

Max la saludo desde el entarimado del DJ y le dio a Peter el resto de su cerveza.

-Llegó mi chica- le dijo a Peter antes de bajar y moverse entre los cuerpos bailantes de la gente para llegar hasta ella.

Cuando la abrazó el grandulón puso los ojos en blanco, bien, lo había cabreado, pero eso no iba a ser todo. Besó a Tory con fuerza, marcándola como suyo delante del idiota de su amigo y de cualquiera que osase mirarla por el rabillo del ojo, todos se darían cuenta que era suya.

-Me alegro que hayas venido- le dijo Max gritando sobre la música. Ella le dio otro beso- Vamos a otro lugar. – Ella asintió.

Max tomó a Tory de las manos y se la llevó escaleras arriba hasta una de las habitaciones más cercanas, la de su mejor amigo Jacob, entraron y cerraron la puerta. Tomó a la chica por la cintura y la llevó hasta la cama donde se sentaron y continuaron besándose. Sus manos no podían tener suficiente de ella, le quitó el vaso que tenía en la mano y pronto estuvo demasiado emocionado como para detener aquello que estaba a punto de pasar.

-Sé mía Tory- le susurró él en el odio. Seria genial se prometió, le daría todo lo que ella necesitaba y más. Sería el primero y el único que estaría en esa intimidad con ella. Era sin duda un día increíble. Un poco achispado por el alcohol y un tanto más que excitado no encontraba por ningún lado los preservativos que su amigo tenía escondidos, bien, en cualquier caso no sucedería nada, era Tory después de todo, no se estaba acostando con alguna de las otras chicas que estaba afuera buscando un revolcón casual. Era la pequeña y perfecta Victoria quien estaba con él y era suya.

Pasaron un momento maravilloso, Max se sentía como el hombre más afortunado del mundo, tenía una linda chica a su lado que creía que era fabuloso, él haría las cosas bien con ella, se prometió. Se vistió mientras Tory se había quedado dormida, salió al pasillo para buscarle algo de comer cuando despertara. El pasillo estaba a reventar de gente.

-Maaaxii- Escuchó decir Max a sus espaldas. Iughh... hablando con chicas fáciles Rachell era la más de todas. La despampanante morena era un imán de bolcillos abultados y siempre había querido atraparlo, pero él no sería su presa. – Eres tan escurridizo como una serpiente- ella le pasó la uña esculpida por la mejilla.

-He estado ocupado- dijo él. Ella se rió.

-¿Qué? Desvirgando a la pequeña zorra de leotardos... Cariño, necesitas a una verdadera mujer. – En seguida ella se le abalanzó encima besándolo a la fuerza, él pensó que si le seguía la corriente ella lo dejaría en paz, pero como si de un torbellino se tratase todas las escenas se agolparon al mismo tiempo. Un camión de músculos lo empujó contra una mesita del pasillo, Tory saliendo de la habitación preguntando qué pasaba, Rachell echándole sal a la herida y él intentando explicarse.

La verdad muy poco se acordaba de lo que pasó esa noche, solo que había amado realmente a Tory, que había amanecido con un enorme cardenal en el rostro y que desde ese día su vida cambió para siempre. 

We Dance? (Secuela Glass Splippers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora