¿No hay arreglo?

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Su garganta se sentía seca y sus puños se contraían.

El remordimiento le pesaba en su mente ahora que veía las cristalinas gotas saladas cargadas de sentimientos bajar por esas mejillas rosadas. Se sentía como la peor basura del mundo y de cierto modo lo era.

Porque hacer llorar a Jungkook, exponiéndolo a toda esa gente alrededor para que esta se quedara mirándolo, algunos con sorpresa, otros con burla y la mayoría, con decepción, estaba mal. Él lo sabía. Todos en la escuela tenían al castaño como un chico cool y lo veían como una persona relajada (Por no decir frívola) digna de admirar, era por eso que al ver su faceta de bebé llorón -Que para él era común, de hecho- muchos parecían no poder creerlo.

Deseaba hablarle, levantarse y rodear su puesto para tomarlo en sus brazos y consolarlo con un abrazo. Pero no podía hacerlo. Si lo hacía, estaría cediendo al menor y a su trato otra vez. Y si cedía, todo volvería a empezar, como si se tratara de un ciclo interminable e irrompible en el que ambos marcharían en dirección al inevitable final, que era una relación tóxica en la que ambas partes prueban el amargo sabor de su propio dolor.

No, alguien debía detener eso y esa persona era él.

-¿Ya terminaste? -Dijo al aire, con voz profunda para poder atraer la atención de su ex. -Si es así te pediré que te marches por favor, podrías ahuyentar a mis posibles clientes si sigues así. -Finalizó serio.

Su pecho volvió a doler sólo de sentir la mirada lastimera ajena chocar con la propia; se sentía quebrarse. No sería capaz de mantenerse firme si este seguía mirándolo de esa manera un segundo más.

-Yoongi hyung, creo que está siendo demasiado- -Intentó hablar Taehyung, buscando defender a su mejor amigo, pero siendo interrumpido por él mismo.

-Yoongi... -Habló Jungkook al fin. Tragó grueso. -Yoongi... Te amo. Demasiado, tanto que duele.

-Entonces debiste pensar mejor las cosas. -Sentenció manteniéndose firme en su postura de no dejar que el castaño calara en él.

-¡Sólo dime que quieres de mi y te lo daré! ¡Todo lo que pidas! -Replicó de inmediato en medio de su aún persistente llanto. Todos los ojos de los curiosos transeúntes se dirigieron a él. Podía sentir el aire más pesado de repente, sabía que se debía a la presión social que ejercía aquella multitud chismosa que esperaba una respuesta de su parte, porque todos con los ojos le juzgaban y le pedían a gritos que le pusiera un punto final a la trama que resultó ese encuentro. Y aunque nadie lo decía, lo sabía, todos querían un final feliz.

¿Quién no ama los finales felices?

Eso era lo obvio. Pero no, Yoongi estaba dispuesto a ser, ante los ojos de todos, el antagonista de su propia historia de amor. Incluso cuando sabía que no lo era, que sólo era un pobre chico exigiendo lo que creía merecer.

-¡Quiero que me dejes en paz! ¿No lo entiendes? ¡Se terminó! -Gritó. Debía dejar las cosas en claro ahora o luego se arrepentiría. -¡Te pido que grabes en tu cabeza que tu y yo no podemos estar juntos! Tú no quieres estar conmigo, sólo es un capricho tuyo el tenerme cerca. -Hizo una pausa buscando las palabras para seguir, pues los ojos del menor nuevamente estaban aguándose. -Cuando estamos juntos... Cuando lo estuvimos, las dos veces me relegaste. Yo no soy tu novio, soy el chico que te acompaña siempre, porque cuando alguien se acerca a hablarte, lo cual sucede cada maldito segundo, yo dejo de existir. Me quedo observándote fijo con la esperanza de que entiendas que me molesta, pero no sólo no lo haces sino que dejas que esas personas opinen de nosotros, de mi. Lo permites. Es por eso que decidí ser yo quién no dejara que opinen de mi. -Tomó aire. Inspiró y expiró calmado; estaba soltando todo y aflojando la presión de su pecho. -Es por eso que tú y yo no podemos volver, porque no pienso volver a ser el personaje A al lado del protagonista.

Un Novio De VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora