CAPITULO 50

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Estoy sobre el suelo llorando a lágrima viva. No me puedo creer que me hayan hecho esto. No puedo parar de hacer ruido, no puedo ser silenciosa. Hoy el dolor y la pena son tan fuertes que no pueden mantenerse enjaulados. Últimamente he estado llorando mucho, no puede ser bueno. Creo que cada vez soy más inestable emocionalmente y no sé qué hacer. Ni si quiera miro a Laya hasta que éste por fin, tras dejarme un rato para mí, se agacha, me coge de los brazos y me levanta. Entonces abro los ojos, veo algo borroso pero veo a mi novio demacrado. Mucho. Y me dan ganas de seguir llorando más, pero no puedo seguir así. Debo parar. Debo ser fuerte. Me seco el rostro con los pañuelos de mi maleta y cuando me sueno y me relajo vuelvo a mirarlo, más serena, con la cabeza latiente y los ojos rojos, pero mucho mejor. Lo contemplo. Laya está plantado delante de mí, de pie, con la camiseta rota desde abajo hasta el centro. Esto me deja ver su abdomen arañado y colorado. Seguramente le saldrán moratones ahí. Sus brazos están hinchados de hacer fuerza en la pelea y su rostro es lo peor. ¿Por qué coño siempre van a la cara? Tiene el labio partido y aún soltando sangre, el ojo ya está morado, amarillento. Su mandíbula esta colorada... aparecerán morados ahí también. Tiene la sien hinchada, la del lado del ojo amoratado. Está serio, en silencio, pero sé que si sonriera vería sangre en sus dientes. Porque la pude apreciar antes cuando escupía al suelo. Le cojo la mano y observo sus nudillos, están inchados y en uno tiene una herida en carne viva. ¿Me pueden explicar qué está pasando? 

-¿Qué has hecho?- suelto en un quejido con la voz rota, aún mirando a su mano. Oigo silencio hasta que levanto la mirada y lo miro débilmente a los ojos. Se humedece los labios y habla-.

-No... no sé...- suspira- lo siento- qué fácil es decirlo...-.

-¿Por qué?- suspiro, preguntando la razón por la que lo hizo-.

-Siempre habíamos estado enfrentados, Gabby... por ti. Él me pegó, no podía dejarme- eso puedo comprenderlo, la verdad- y me pegó por ti- lo miro en silencio y prosigue- ¿Cómo se atreve a hacer eso tras todo lo que te ha hecho? ¿Tras como acabó todo? Si le dejaba parecería que no me importas. Que él es el único que pelea por ti. Y yo lucho por lo que quiero. 

-Habláis de mí como si fuera un trofeo... -digo por lo bajo, un poco para mí misma-.

-No eres un trofeo, Gabby, pero ya sabes... él actúa como si lo fueras.

¿Será eso verdad? ¿Casleb le ha pegado a Laya porque no quiere que otro tenga "su trofeo"? Entonces ni come ni deja comer... pero hoy ya me estaba prestando atención, antes de enterarse de lo nuestro. No tiene sentido. No entiendo por qué se puso así, por qué me empezó a prestar atención, ni por qué le importa lo que haga o deje de hacer. La idea de que pudiera haberse retractado de su decisión con respecto a mí se esfuma tras lo que me dice Laya. Pero de todas formas, daría igual que se arrepentiera o no. Porque yo no soy un objeto y tengo voluntad propia, y puedo hacer y estar con quién me de la gana. A lo mejor su tren ya pasó. A lo mejor ahora sí debería pasar página. Pero aún sigo con la pregunta en mi mente de qué ha cambiado y por qué ha pasado esto. Miro a Laya de nuevo y carraspeo antes de hablar. 

-Vamos a curarte esta locura...

Vamos a su habitación, entro en el baño de al lado para coger las cosas necesarias. Al entrar Laya se está quitando la camiseta, el suéter se encuentra en el suelo. Tiene también la piel clarita y un abdomen suave y bien definido. Distingo unas pequitas en sus hombros. Trago saliva, aunque si no fuera por la situación estaría mas nerviosa en ese sentido. Se sienta en el borde de la cama y le curo la herida de la mano.

-No entiendo nada... no debisteis hacer eso...- le susurro mientras-.

-Fue él- me recuerda-. 

Algún día: Corazon de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora