Algo que siempre he hecho es huir, huir de cualquier cosa, pero siempre termino haciéndolo. Nunca pensé que esto me llevaría en donde estoy. Sentir el asfalto frio de la carretera contra mi espalda mientras veo como el carro que me golpeo se va, me pregunto si quien iba conduciendo estará sintiendo remordimiento. Comienzo a ver borroso puedo sentir como muchas personas se ponen alrededor de mí, puedo oír como algunos gritan horrorizados o como suspiran con pena. Tal vez tengo bastantes heridas no muy agradables de ver, pero en este momento es lo que menos me importa. El cansancio llega a mi lo único que deseo es estar en casa con mi madre o mi hermana y poder descansar en un lugar tranquilo. El sueño y el cansancio me ganan, voy cerrando los ojos poco a poco. Y por primera vez no me da miedo cerrar los ojos.
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No siento mi cuerpo, pero puedo escuchar como los señores de la ambulancia van diciendo cosas que no entiendo muy bien, escucho como alguien se acerca a mí y me dice:
- Resiste, aún no ha llegado tu tiempo. Quédate con nosotros, lucha por los que te aman- es un susurro lejano que proviene de una voz cálida- Aun te quedan muchas cosas por vivir.
Esa frase me hace acuerdo a algo que yo solía pensar frecuentemente. Cuando era una adolescente de 14 años, la madre de mi papa murió. No la conocía muy bien ya que ni mi hermana ni yo éramos muy cercanas a ella. Pero en ese momento era lo que menos importaba, recuerdo como mi padre sufrió el día que estuvimos en el cementerio, en cómo se aferraba a el baúl que llevaba los restos de lo que un día fue su madre. En ese momento me dolió ver a mi padre tan destrozado. Mi madre en cada momento nos susurraba en el oído a mi hermana y a mí que era un momento duro para nuestro padre y que debíamos apoyarlo. Pero a pesar de que mi edad era corta sabía muy bien porque a mi padre le dolía tanto la partida de mi abuela, él nunca había sido muy cariñoso con ella y a penas se graduó del colegio lo que hizo fue irse del lugar en el que nació, dejando así a mi abuela sola ya que mi abuelo había muerto años atrás cuando mi padre era tan solo un niño.
También recuerdo que ese día cuando le estaban dando el pésame a mi padre, mi madre decidió acompañarlo entonces nos dejó a mi hermana y a mí en una banca cerca de ellos. Al frente nuestro había una lápida de un niño, me quede viendo con pena esta lapida.
- Es una pena como algunas personas no llegan a vivir tanto cómo otras- me dijo mi hermana, que en ese momento debió haber tenido unos 16 años- como algunas no saben lo que es estar en la adolescencia o en la adultez.
Ese simple pensamiento de mi hermana me rondo por la cabeza cada vez que íbamos al cementerio a visitar a mi abuela. Ahora en el único que me viene a la mente es algo muy parecido a lo que me dijo mi hermana ese día, pensar que muchas personas no llegan a vivir la adolescencia o ni siquiera llegan a vivir una niñez completa, pensar que yo pase la adolescencia, pero no sé si pasare mi adultez.
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Un cambio de verdad
Teen FictionEntrar en coma es algo que uno nunca espera, y escuchar mientras estas en este es algo que nunca lo oensaste