C A P Í T U L O #1

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—Tu sentido de infantilidad me saca de mis casillas ¡Lo juro! Es por esa y mil razones que cualquiera optaría no vivir cuando solamente quien espera eres tú. Eres inmadura, ilusa y una manipuladora de primera—sus ojos eran iluminados por el fuego del mismo infierno, lo veía y sentía como una estaca en el corazón, sin embargo no podía ir en mi el sentimiento de que quizás era cierto lo que decía y es por ello que me veía cohibida de hacer algo al respecto—. Nunca me adapté al hecho de amarte, y es por eso que tanto tu como yo vemos imposible el hecho de que alguien pudiera alguna vez quererte nadie ¡Nadie lo hará!—subió su tono con burla hacia si mismo, como si fuera la única víctima aquí y solo a él le pesaba la realidad. Una cosa era cierta, yo también sentía ese peso, y más que sentirlo temía de él, esos ojos que consiguieron en mi el reconforte, calidez y pésame hogareño no me daban nada más que náuseas.

Posterior a eso sentí sus brazos empujar con fuerza sobre mi pecho, perdí la estabilidad hasta que cuando menos lo noté estaba contra el suelo, con los ojos cerrados y sintiendo ahora no solo dolor emocional sino físico. No era mi culpa, no lo era y nunca lo será, no fui la mejor persona, ni siquiera supe convertirme en quien tanto anhelaba, pero no merecía esto. Apoyé mis pies con la poca dignidad que me quedaba quedándose pegada al suelo con el pegamento más potente, mis palmas se movían bruscamente sobre mis mejillas llevando las lágrimas hacia los costados de mi rostro con rabia e impotencia, las suelas más que por orden de mis pies subían por instinto las escaleras del edificio con una velocidad que nunca había logrado saber que era capaz de alcanzar.

—No es mi culpa, yo no lo dejé ahí, yo no lo llevé, no le dije que fuera, ese cigarrillo no era mío—me repetí una y otra vez con mis manos aferradas a mi cabello con susto y desesperación mientras que las gotas no paraban de caer en cada escalón que avanzaba, mis pulmones se cerraban más que de costumbre y no podía decir cuanto más aguantaría así, quería aire, paz, tranquilidad, hace mucho tiempo no tenía ni un poco de esto y quería, necesitaba, volver a sentir esa sensación.

La puerta blanca con bordes oxidados me recibe entre abierta, el seguro estaba medianamente arrancado y no había nada que detuviera mi propósito, observé con pesadez la caja en el rincón, si ella pudiera siquiera pensar en algo concordaríamos en que somos otra vez nosotras dos, solas, sin compañía y sin suficiente capacidad para seguir por lo menos el resto de la noche, embriagadas en tristeza y odio. Juro que no recuerdo en qué momento me transformé en esto, hallando consuelo en un cajón metálico pero muchos me darían la razón al saber que estoy aquí tratando un objeto como si fuera un ser vivo que no es capaz de sentir odio porque si lo fuera no tendría nada, esa caja sería una de las tantas personas que me dicen que no soy lo suficiente. 

Saqué botella tras botella, un paquete de pequeñas cajas tras otro pero sin dejarla vacía, aún no era mi hora, caminé cruzado mis pasos uno delante del otro en dirección al borde de la azotea, miré hacia el cielo disfrutando la transición de color...

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Saqué botella tras botella, un paquete de pequeñas cajas tras otro pero sin dejarla vacía, aún no era mi hora, caminé cruzado mis pasos uno delante del otro en dirección al borde de la azotea, miré hacia el cielo disfrutando la transición de colores del atardecer, buscando calma en ellos, aunque si quiero ser honesta me encontraba en ese punto donde buscaba cualquier tipo de calmante en las cosas materiales y naturales que me rodeaban, cuando el cielo se tiñó de negro con destellos blancos opté por sentarme en el pequeño muro, intenté relajarme un poco detallando y contando todas y cada una de las ventanas que poseía el edificio de enfrente, era la parte de atrás así que sus marcos se veían un poco opacos y la pintura un poco desgastada debido al posible exceso de luz que había en el día, sumando que al ser un lugar barato y en su mayoría abandonado todo ahí inspiraba olor a polvo y gusto a óxido.  

Rasgué el delgado plástico del primer empaque, para luego proceder con uno más pequeño que rodeaba la caja coloreada con colores fríos, el encendedor hizo presencia y con el pasar del rato un cilindro salía tras otro, inhalé el humo para llenar mi cavidad respiratoria, que aunque químicamente mataba encontraba liberación en este, mis pulmones volvían a estar en su zona de confort y hacían lo único que tanto ellos como mi ser en sí sabían hacer, dañarse a si mismos, cada calada era acompañada de un amargo trago de ron, luego de un rato y un par de cigarrillos más con vodka, luego tequila y ahí terminó la lista ya que junto a mi no tenía nada más que empaques y botellas vacías, a excepción de una con whisky, esa la guardaría para más tarde, la cabeza me daba vueltas, mis extremidades no coordinaban la una con la otra y no tenía más remedio que tragarme el susto y dejar que mi mente jugara conmigo moviéndome de adelante hacia atrás para marearme, al notar que perdí la noción del tiempo saqué el teléfono para mirar cuanto tiempo había logrado lamentarme, no diferencié los números, mentiría si dijera que fue así, pero estaba segura de que ya era bastante tarde, sin embargo algo que sí logró enfocarse fue mi fondo, una foto enmarcada de mis padres y yo en mi cumpleaños número seis, recuerdo que sin haberme dado cuenta desató un sollozo en mi garganta que había rogado por salir.

—Prometo volvernos a ver—murmuré sobando la pantalla, como acción de parabrisas mi pulgar arrastró el agua haciendo gotas cada vez más pequeñas.

"Eres hermosa, una gran persona... eso nada ni nadie lo podrá cambiar, ante los ojos de cualquiera eres perfecta y el que diga que no... debería ir al oculista más seguido" Repetí sus palabras miles de veces en mi cabeza intentando creerlas por un segundo más, quería seguir viendo ese brillo en sus ojos y derretirme de nuevo en su sonrisa, pero no hallaba más que rastros de veneno en su nuevo recuerdo.

Un quejido brotó de la nada y en cuestión de segundos el aparato se veía lejos estrellado en el pavimento de la entrada que recorrí minutos antes, acción que se llevó de mi un ahogado suspiro al ver las millones de piezas rodar por el suelo, saqué de mi mochila el pequeño recipiente blanco para poner mis lentillas dentro de este ya que mis párpados ardían y picaban a no más poder, procedí colocarme los lentes para volver a detallar el suelo manchado por virutas negras.

En cuestión de segundos la botella, mi mochila y mis demás pertenencias estaban en el suelo, unas rotas y otras simplemente regadas por ahí, luego un hilo de fuego recorrió el aire hasta llegar con todo y empezar a arder lentamente.

—No soy ilusa, no soy manipuladora. Y quien carece de madurez eres tú, aunque vamos, en algo tenías razón; sí quiero acabar conmigo misma, pero por no haberme dado cuenta antes de la basura tan insignificante que eres—reí sin gracia completándome a mi misma un ciclo y como si fuera un empujón de aire cenizas se forjaron en mi espalda arrojando mi cuerpo al vacío... La única parte de mi que quedaba viva.

 La única parte de mi que quedaba viva

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⏰ Última actualización: Oct 01, 2020 ⏰

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