Es un fic que tenia pensado desde hace tiempo, no lo quería publicar pero bueh XD
Gracias a @ShrignoldVirska por ayudarme con la trama.
@JudeFigureSkater007 Aquí esta el fic prometido :v aproveche que ya lo tenia escrito alv.
@roxirken ya sé, ya sé ¡Pero no puedo evitarlo! ;u;
Espero sea de su agrado y por favor no olviden comentar cuanto les hizo sufrir(?
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– ¡No lo lograremos! ¡Suéltame!
Gritó el humano con lágrimas en sus ojos, quería que Zim lo soltara a una muerte segura pero el irken no lo perdería tan fácil, no después de lo mucho que arriesgo y perdió para tenerlo. Claro que Dib no quería morir, no quería dejar a Zim mejor dicho, pero de no hacerlo ambos caerían.
El ejército irken invadía la Tierra, Dib claramente trató de protegerla, todos trataron pero eran débiles, el único que podía ayudarles era Zim pero... ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo traicionar a su raza? Bueno, tuvo que hacerlo si quería conservar lo único que alguna vez le importo, su humano.
– ¡No! ¡Te salvare! ¡Estaremos bien! –Gritó ahora Zim con una falsa esperanza en sus labios heridos.
Tras la eterna batalla una bomba alcanzó donde se encontraban los dos protagonistas de la rebelión, Dib y Zim estaban a nada de morir. La explosión provocó que el suelo se abriera y el impacto que todos los seres presentes volaran como si de muñecos de papel se tratara. Dib cayó a las orillas de un edificio donde al soltarse moriría por la caída, afortunadamente Zim llegó a tiempo para sostenerlo y evitar el amargo final.
–No, Zim...tu pak...
Susurró con preocupación el humano. Tras la primera caída el pak de Zim salió disparado a una distancia bastante larga pero el irken no se dio cuenta hasta que la vida de Dib yacía en sus garras.
Y sólo le quedaban cinco minutos.
Si el irken moría soltaría a Dib, pero si lograba subirlo se salvarían.
– ¡Aun queda tiempo! Lo lograremos...lo lograremos –animaba el irken la situación, quería cerrar los ojos y despertar de esa pesadilla, correr a los brazos de Dib para que él lo calmara con un beso o una caricia, pero eso no era un sueño, era real y nada los salvaría.
–Yo resistiré, sólo te quedan unos minutos, toma tu pak y regresa por mí estaré bien, sólo serán unos segundos confía en mí –ofrecía como solución el humano, era lo más lógico, si Zim lograba obtener su pak podía usar sus patas de araña para salvarlo pero si continuaban así era obvio que morirían ambos. Era su única oportunidad.
–Sólo serán unos segundos...
Se repetía el de ojos magenta visualizando las posibilidades, los riesgos, los pros y los contras.
– ¡Date prisa!
Gritó el humano dañando su garganta para que el irken reaccionara. Tenía miedo. No de caer o morir, si no de ver morir a Zim frente a sus ojos sabiendo que él pudo salvarlo.
–Sujétate fuerte, iré por mi pak y regresare, no te sueltes por nada del mundo.
–No moriré hasta que hagamos el amor una vez más, así que date prisa para acabar con esto, volver a casa y hacer el amor todo el maldito día.
Esas palabras sacaron unas sonrisas en ambos, dando esperanza a su supervivencia.
Con todo el dolor de su corazón, Zim fue soltando los brazos del humano para que este se aferrara a la orilla del edificio donde colgaba por su vida. Zim terminó de soltarlo y sin antes darle una mirada llena de amor salió corriendo tras su pak, había muchos escombros pero llegó a tiempo.
Sus pies de nuevo iniciaron una carrera pero ahora para salvar la vida de su amado, el de lentes gritó con notable emoción, ¡Que gran oportunidad les estaba brindado la vida para seguir juntos!
Sus manos se tomaron con fuerza y Zim logró subir a Dib, ambos pudieron salvarse, sus cuerpos se abrazaron fundiéndose el uno con el otro, llorando y riendo por lo que pudo haber sido el final de su historia.
Las manos de Dib apretaron las mejillas del más bajo para llenar de besos su cara, susurrando una y otra vez que lo amaba.
Se miraron a los ojos y fue ahí cuando Dib se percató de que algo no estaba bien, el irken lo miraba con una sonrisa que gritaba perdón, pero el amante de lo paranormal no entendía por qué si se habían salvado.
El amante de lo paranormal miró con angustia los ojos enormes de Zim, estos lentamente luchaban por mantenerse abiertos. Entonces en un acto de reflejo volteó al alíen mirando su pak, efectivamente, estaba roto y perdía su luz.
–Lo siento –se disculpó Zim sin borrar su sonrisa.
– ¡Aun tenemos tiempo! –Se aferró Dib al pequeño cuerpo y trató de levantarse para buscar una forma de salvarlo.
–Es inútil –esas palabras lastimaron de tal forma que las rodillas de Dib flaquearon haciendo que de nuevo cayera al suelo.
El silencio fue duro y parecía eterno, cuando en realidad sólo había estado presente un par de segundos.
Los tres dedos aún se aferraban con miedo y dolor a la carne del humano.
–No quiero morir, Dib.
Susurró sonriendo con lágrimas desbordantes, oh que grande tortura era esa, ver tu razón de vivir extinguirse de forma tan dolorosa frente a tus ojos. La impotencia, la desesperación, el enojo, todo se mezclaba en un mar de sensaciones dolorosas que le impedían al de lentes decir cualquier cosa.
El humano se aferró con tanta fuerza como pudo, su pecho parecía explotar por la falta de aire, estaba tan dolido que ni respirar podía, no sabía que decir o hacer, y era tan deliciosamente dolorosa la espera de su muerte que casi quería reírse de la ironía.
Pero la calma llegó cuando los delgados brazos del invasor dejaron de aplicar fuerza.
No quería, no lo haría, no se movería de ahí y no lo soltaría, era suyo y nadie se lo quitaría. Un grito desgarrador se escuchó por toda la ciudad, el grito de la perdida, el de saber que jamás volvería a besarlo, a verlo sonreír o escuchar sus berrinches, era un grito de furia al saber que todas sus promesas nunca fueron cumplidas ni lo harían.
Las uñas se enterraban de forma espantosa en el ahora muerto cuerpo del de piel verde, el rostro de Dib se frotaba contra su mejilla llorando.
–Mátenme...
Susurró viendo la carita dormida de la persona que alguna vez le dijo que dormir era para tontos.
–Por favor...alguien máteme...
Dijo ahora de forma apenas entendible, su cara estaba hecha un total asco. Necesitaba que alguien aliviara su dolor y no lo dejara ahí, necesitaba ir con Zim pero no tenía la fuerza para levantarse, no tenía la fuerza para separarse de ese cuerpo.
– ¡Matemente!
Gritó con todas sus fuerzas con la esperanza de que una bala lo alcanzara, pero nunca paso, sé quedo ahí, solo... viendo como el cuerpo de su amado se pudría frente a sus ojos, ¿Por qué no moría? Ya habían pasado varios días de tortura. Su garganta estaba seca, su piel quemada y su alma quebrada, el olor ya era repugnante y de pasar a una muerte hermosa termino en tan horrible espectáculo.
Y la tortura continuo...un poco más.