Recapatacitar

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Sospecho que de mi regalo vacío nace esa frágil felicidad que en su momento no temblaba.

No soy capaz de dejar de ser el capataz de vuestra estabilidad,
que es tablero cojo a la par que añejo es el interés de este rojo.

En vuestro mundo me hundo, y culpo al veneno de mi estado moribundo.
Espero que algún día este vagabundo os pueda pagar
el billete de vuelta a la realidad,
donde a las víboras les aterra
ver que sus toxinas no le afectan a la tierra,
pues solo así despertaréis en mi carabela, donde, de noche, la luz vence con mi vela
y de día, luce orgullosa mi bandera.

Será entonces cuando os pese aquel día en el que nuestro futuro pensado,
en momentos pasados,
tirasteis por la borda,
porque es el hecho que hoy desborda mi tranquilidad, es el motivo que cual costurero rompe los hilos que un día enredaron mi vida para bordarme una sonrisa de oreja a ojera,
torcida a propósito que en mi travesía abundan las hienas,
hienas disfrazadas de sastres,
que esta pierna cosieron a palos,
para rematar el desastre,
sí, acertaste,
ese que tú empezaste.

Al abordaje:

Me embarco en vuestra barca para despedirme,
juro ser bravo,
prometo ser breve,
no abarcaré más tiempo del necesario,
que en mi camarote se está la mar de bien.
Os planteo replantearos si seréis capaces de mantener con firmeza el mástil de vuestra voluntad,
de manejar con gracia el timón de vuestras vidas.
¿Seréis capaces de recapacitar?
Y lo que es más importante,
¿seréis capaces de recapatacitar?

Os ilustro:
es mero esmero
llevar medio lustro
con la veda abierta,
en la vida incierta.
Atentamente:
Capitán de proeza encubierta.

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