«Liar, liar, liar. »
Resonaba en todo el lugar oscuro, la falta de aire hacia que su vista se nublara. Todas las noches era la misma pesadilla, tantas mentiras, tantas heridas que trataba de ocultar y una vida transformada en una obra de teatro, solo escuchaba esa palabra; «Liar» una y mil veces mientras que de a poco se quedaba sin aire.
Era desesperante la sensación de morir de a poco, no poder acabar las cosas rápido y sin demora, era melancólico sentir que nadie ni nada te ayudará. Ahogarte con tus propias palabras era agobiante.
''Señorita, señorita...''
De repente todo se volvió más claro, una luz cegó sus claros ojos los cuales por inercia cerro hasta que se acostumbro a la luz. A su lado había una enfermera que vendaba su brazo junto con una bandeja con gasas y algodones ensangrentados. La mujer continuo con su labor de una manera delicada, como el tacto fino de una muñeca, pero, ¿qué había ocurrido para que la joven estuviera en el hospital?.
_Tuviste mucha suerte esta vez... La próxima vez piensalo dos veces antes de saltar del cuarto piso de un edificio._ Menciono la enfermera cuando en unos pocos minutos termino su trabajo procediendo ahora a llevarse la bandeja lejos de la cama para ponerla en un carrito con otras cosas encima de el.
Durante los siguientes minutos, Amina se quedo callada. Estaba tratando de recordar lo que había pasado sin darse cuenta del sudor que recorría su frente, la mujer de nuevo se le acerco para secar este con un paño con la misma delicadeza con la que envolvió su brazo. Una vez la frente de la chica estaba seca, Amina tomo fuerza para hablar. _¿Cuándo podre salir?_ Cuestiono mientras tomaba asiento en la cama, a su lado había una mesa con un espejo en el cual vio reflejado su rostro, estaba lleno de vendajes y parches.. Al igual que el resto de su cuerpo, fue cuando escuchó la misma delicada voz de la enfermera respondiendo a su pregunta.
_El doctor piensa que por la tarde puedes irte, menos mal que ni tienes nada roto. Descansa por mientras. Con permiso._ Respondió la enfermera para después retirarse con el carrito.
La joven de ojos claros dejo caer su cuerpo hacia atrás mirando hacia el blanquecino techo de la habitación sumergiéndose en sus pensamientos acerca de lo pasado, su vista se canso y cerró los ojos aunque, no pudo durar más de cinco segundos pues la imagen de su pesadilla y la falta de aire le hacían abrirlos por lo que no pudo dormir durante las siguientes horas. Aún no lograba entender el significado de esa pesadilla, eso normalmente la mantenía distraída de todo lo demás en su vida, quizás por eso estaba sola, bueno, en esos momentos. Quizás por eso había saltado del cuarto piso del edificio departamental donde vivía. Su mente divagaba entre esos recuerdos que no lograba juntar.
Fue así como estuvo inmersa, dándole vueltas al asunto mientras esperaba al doctor. No fue tanta su espera (o al menos eso sintió), cuando escuchó la puerta del cuarto abrirse mostrando a un hombre que ojeaba repetidas veces un compendio de hojas hasta que decidió emitir palabra aunque fue más bien una pregunta. _Señorita..._ Quiso llamar la atención de la joven de la cual pensó de que estaba durmiendo a lo que Amina se sentó en la cama con una inexpresiva cara. _Muy bien señorita, necesito que responda unas preguntas para completar su registro; ¿cómo se llama? ¿Cuántos años tiene? ¿En donde estamos, exactamente en que ciudad?_ Bombardeo de preguntas a la joven quien en cuanto su cerebro asimilo las preguntas comenzó a responder.
_Adams... Amina Adams, tengo dieciocho años, estamos en la ciudad de New York... ¿Puedo salir ya?_ El doctor asintió a lo que una enfermera le dejo su ropa a los pies de la cama y ambos pasaron a retirarse.
Amina comenzó a vestirse rápidamente y se limito a irse sin decir una sola palabra y sin siquiera haber tomado importancia a lo que le paso y si necesitaba más atención medica, sólo quería largarse de una buena vez de ese jodido lugar. Pasaron al rededor de veinte minutos en el recorrido que hizo hacia su ''hogar'', al entrar al departamento, se dirigió a su cuarto a empacar sus cosas lo más rápido que pudo; ropa, dinero, zapatos y otras cosas, tomo su pasaporte y algunos otros papeles. De nueva cuenta se dirigió a la puerta del departamento y le dio un ultimo vistazo al lugar ya vacío. Suspiro y cerro de golpe la puerta y rompió la llave con la cerradura de la puerta lanzando el pedazo restante a otro lado. No lo pensó ni dos segundos para salir del edificio e ir al aeropuerto, en el camino saco de su chaqueta un par de lentes de sol los cuales se coloco para no ser reconocida. Ya era buscada en un país.. Su hogar natal, Rusia, y ahora abandonaría otro que también la buscaria; Estados Unidos.
Ahora reiniciaría su vida, una nueva mentira. Tal vez esta vez tendría suerte.
***
Tres años después, se veía a una chica de largos cabellos turquesas pasear por los campos Elisios tomada de la mano de un hombre que era su novio, un ególatra que solo fingía ese puesto por el dinero que la chica le ofrecía. La mentira que había creado le había costado ya tres años, curiosamente está era la duradera que había creado, de día era una chica ''perfecta'', una trabajadora bailarina de ballet, según todos reconocida gracias al montaje que había hecho en su computador, su novio un actor famoso literalmente, lejos de ser un príncipe azul era un ladrón cualquiera, alguien quien solía abusar de la chica en contadas ocasiones, prefería a las prostitutas que una vulgar ''chiquilla'' como solía llamarla.
Su vida aparentaba ser perfecta, una pacifica y perfecta vida pero al finalizar el día, llegaba a su departamento arrojando sus cosas a un lado, retiraba el maquillaje de su rostro y se disponía a abrir su computador en busca de las noticias de Rusia y Estados Unidos, estaba siendo buscada por los múltiples estragos que había causado, un asesinato, motín a la política, prostitución, entre otras cosas de las que trataba de alejarse. Sólo algo la mantenía cuerda y distraída de los problemas, una persona lejana de su tierra natal, solía mantenerla al tanto de lo que ocurría con el país y su situación. La joven soñaba con reencontrarse con esa persona, era la única que la veía mucho más allá de sus mentiras, era capaz de sonreírle sin una razón oculta detrás, era una amistad verdadera.
Debido a los cambios que constantemente estaba realizando y al fuerte contacto que tenían ambos jóvenes, inventaron una clave corta que solo conocían ellos; ''¡hey! ¡May Day!'' era la clave. Algo de lo que siempre le advertía a su amigo era que no la mantuviera cerca, que la alejara pero era algo con cierta parte de mentira ya que no quería perder la ultima esperanza de enmendar las cosas de su pasado.
**
Después de un rato hablando con aquella persona cerró el computador y fue a su cuarto a revisar sus papeles, había renovado de nuevo su pasaporte y otros papeles más que ojeaba en repetidas ocasiones mientras entre sus dedos sostenía un cigarrillo que poco a poco se iba consumiendo e iba depositando las cenizas en el cenicero a su lado. Se dedicaba a revisar todo, todos los días para verificar que nada faltara y que todo estuviera en orden. ''Rossella Busset, 21 Jahr'' era parte de la información que estaba al lado de su foto.
Realmente no le dedicaba mucho tiempo, solo lo que duraban dos cigarrillos encendidos. Así que cuando el ultimo se acabo, dejo los papeles a un lado y tomo unas pastillas para dormir que trago con su propia saliva. Más que ayudarle a dormir, le ayudaban a no soñar hasta en la mañana cuando despertaba por el molesto ruido de la alarma. Con las pastillas erradicaba la pesadilla que constantemente (siempre) la tormentaba. Aunque si engañaba a las personas estaba bien para ella.
Otra mañana, otra mentira.
*Glosario: Jahr es años en francés.*
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Ghost Rule
Random«Mentiras suelo hablar, es algo que no pienso negar. nadie me perdonara, no hay clemencia para este mal. »