La tarde era oscura, las nubes rugían fuertemente a lo lejos, una tormenta se aproximaba, la gente aceleraba el paso al escuchar los rugidos, temerosos de la tormenta corrían a refugiarse a donde podían. Un joven al salir de una tienda, con una bebida en mano, escuchó el rugido de las feroces nubes anunciando el aguacero, cerró los ojos, miro al cielo, tomo un profundo respiro y siguió su camino, la gente, en el apuro de refugiarse, lo empujaba, pero a él no le importaba, caminaba lento en contra de la multitud, caminó varias calles hasta que llego a pasar frente a un parque, un solitario parque, la basura y el desorden en los jardines de aquel parque eran la exacta prueba de que pequeñas criaturas juguetonas habían estado en aquel lugar no hace mucho. Caminaba con paciencia y elegancia, volteó a echar un vistazo a aquel parque y vio lo más hermoso que él podía encontrar, una joven muchacha se encontraba sentada en una banqueta, en sus manos sostenía un libro, no parecía haber notado el terrible clima, se encontraba en paz, leyendo sin cesar, pasaba página tras página, y él estaba parado, en mitad de la acera contemplando tan hermosa escena, ella leía el libro, él la leía a ella; de pronto se escuchó el rugido final; finas y delicadas gotas empezaron a caer, una leve garúa, el telonero de la tormenta. El muchacho reaccionó, sacó un paraguas retráctil del bolsillo de su casaca, lo abrió; la muchacha seguía leyendo; se dirigió hacia ella con una leve prisa, cuan más cerca estaba de ella su corazón se aceleraba, se sentía vivo, pero cuando llegó a pararse frente a tan bella joven, su corazón murió momentáneamente; la cubrió con el paraguas y se quedó parado sin decir nada; ella seguía leyendo. El muchacho estaba cansado de sostener el paraguas así que decidió cambiar de brazo, intentó que fuera un cambio limpio, sin muchos movimientos, pero los nervios lo traicionaron y casi lo deja caer, lo sostuvo a tiempo pero una gota cayó en el cabello color café de la muchacha, solo bastó una insignificante gota de agua para hacerla reaccionar; levantó la mirada y cerró el libro, sorprendida observó al empapado muchacho que la estuvo protegiendo de la lluvia, se miraron por unos segundos que pasaban como horas, los ojos de ambos se dilataron, algo se estremeció en su interior:
- ¡¿Cuánto llevas parado en la lluvia?! - dijo la muchacha y esas palabras bastaron para que el muchacho perdiera la cabeza, se demoró en contestar, tenía que asimilar tan dulce y sensual voz, la repetía una y otra vez.
- ¡No lo sé, desde que empezó a llover! – dijo en voz alta el joven, con la incesable tormenta ni él estaba seguro de lo que escuchaba.
- ¡¿Te conozco de algún lado?!
- ¡no!
- ¡¿por qué te estás mojando?! ¡es tu paraguas!
- ¡No me molesta la lluvia; me encanta! ¡muy buena edición, sería una pena que se estropeara por la lluvia!
- ¡Es un libro muy antiguo!
- ¡Hablo de ti, y con tu permiso, quiero leerte y convertirte mi nuevo libro favorito!
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Microcuentos
Short Story¿cuán largo debe ser un buen momento? ¿cuánto debe dura la felicidad? ¿cuán larga debe ser una historia?