Impredecible © (Kamukoma/Omegaverse) [Primera Temporada] |Terminada|

21

Tira el cigarrillo al suelo, lo pisa para desaparecer el rastro de fuego que hay en la punta, alza la mirada para apreciar los edificios destruidos y cierra los ojos cuando escucha unos pasos acercándose.

Sakakura alza una ceja al ver a la persona, quien lo citó a estas horas, al oler el aroma a alfa que desprende, mete las manos a los bolsillos tocando el arma.

Tiene que estar listo por si algo sale mal.

—Bien, aquí estoy —dice lo suficientemente alto para que el otro lo escuche.

Abre los ojos con lentitud y gira sobre los talones.

—De acuerdo —pone las manos atrás—. Voy a ser directo —asiente sin más—. Mis hombres han estado vigilando a tu pequeño grupo de betas —el alfa sonríe con arrogancia—. Reconozco el símbolo.

Los ojos del omega van a la parte superior de su hombro derecho.

—Aunque, la Fundación del Futuro haya venido —se acerca a paso lento—. No significa que salven a la ciudad, ¿verdad?

—En parte —responde sin dar tanto detalle—. Mi equipo y yo hemos venido por otro asunto.

—Oh, sí —saca algo del interior del bolsillo de su chaqueta—. El alfa de cabello largo y el omega de piel pálida.

Sakakura acepta el papel, el cual le ha extendido, y ve que es una nota.

—Hemos intentado hacer que el alfa nos contacte —saca un cigarrillo y lo prende—. Pero, al parecer no somos de su interés.

— ¿Por qué están detrás de ellos?

Tira la nota al suelo, no le interesa.

—Digamos que fue un chico malo —inhala el tabaco—. Mató a varios de mis alfas —exhala por la nariz el humo—. Busco venganza, ya sabes.

—Entiendo —cruza los brazos—. Y esperas negociar conmigo para que te los entregue.

Sonríe, el omega no es nada tonto, le gusta aquella actitud.

—Algo así —el tono es vacilante—. Quería al alfa, pero ahora —hay maldad en los ojos—. Deseo al omega.

—Eres un puerco —dice el boxeador al intuir para que lo quieres—. Crees que dejaré que tengas a uno de mi especie para que lo humilles.

El alfa inhala por última vez el cigarrillo y lo tira, sin pisarlo esta vez.

—Ese omega me pertenece —dice en tono serio—. Tenemos un asunto que terminar.

—No es mi problema —también, hace que su tono salga amargo—. Estoy aquí por trabajo, no por una estúpida venganza.

Gruñe molesto, no será nada sencillo convencer al omega.

— ¿Qué quieres a cambio?

—Que dejes en paz a mi equipo y a mí —se da la vuelta para irse—. Hasta luego.

—Sabes, pensé que eras más listo.

Se detiene para fruncir el ceño.

—Tal vez, no escuchaste mis palabras —mira al alfa por encima de su hombro—. Los tenemos vigilados, si se me da la maldita gana puedo hacer que los maten.

—Ahora, vamos amenazarnos —dice con burla—. Que original.

Alza los hombros.

—Mis hombres están bien entrenados —advierte—. Acabar con ellos no será...

—Están aquí, también, para que no haya más muertes de personas, ¿verdad?

Lo interrumpe, aún, sonriendo.