Camaleón |One Shot|

El comienzo.

Para aquellos de coraza de titanium y de personalidad de camaleón, el metal por más fuerte que sea se quiebra y el camaleón por más cambiante, se encuentra.

-Noelia Peralta

Día de primavera, Wings Hidden 4 de Julio. Aquel día que ella no le gustaría repetir pero le encanta recordar. Hace 4 años que sucedio. Como rascacielos se sentía, inalcanzables se creía, así como las estrellas; obserbandolas a distancias sin poder tocarlas. Codiciosa mujer de múltiples caras, devota de sí misma y de nadie más. Segura de lo que quería y de tomar las riendas del caballo.

Todos los días con su vaivén en las caderas se dirigía a la Cafetería L'Donna sin falta siempre concurría.

Al rededor de ella siempre estaban los cuervos acechadores, a la espera de su carne, una fresca y jugosa la cual nunca nadie ha probado. Provocadora para unos, para otros, una pecadora y para ella una chica normal de altura promedio, ojos color café de labios finos pero sencillos, de tez blanca y cabellera rojiza como el coral.

Sentada en su mesa de siempre, en donde podía ver a los pájaros descansando, otros volando sin que faltaran los que estaban buscando comida, los niños pequeños jugando con sus juguetes y a los ancianos, caminar tomados de la manos mientras, se miraban con dulzura y ternura. Distraída con todo ese escenario no se dio cuenta de que alguien estaba detrás de ella, sino hasta escuchar el "Buenas tardes". Acostumbrada y cansada de que siempre trataran de captar su atención de la misma manera. Por inercia se dio vuelta para despachar aquel hombre que deseaba de su atención.

Para su sorpresa no era asi, hubo algo en él que le llamo la atención tanto que se quedó completamente, con la mirada fija en esa persona, mejor dicho, en aquel hombre que aparentaba unos 27 años, de tez trigueña, alto y de ojos negros como la noche. Ella lo analizo en menos de 5 segundos y, algo en él hizo que ella se sintiera atraída. Se detuvo en sus ojos.

Penetrantes ojos negros, un abismo sin fin. Grandes y atrayentes como un atardecer, cálidos, hermosos. Así lo sintió ella. Aquellos ojos que la llamaban a bailar con los suyos, una petición que ella quería que de sus labios saliera.

-Buenas tardes, y bienvenida a la cafetería L'Donna, que quiere ordenar- una sonrisa se dibujó en sus labios.

Cuando al paso varios segundos ella aún allí, como una hormiga pegada a la miel, viéndolo, decidió hablar.

-quiero un café negro con galletas de jengibre y canela- dijo al fin saliendo del pequeño trance que le ocasionó, esperando que él no se haya dado cuenta de lo que sucedió minutos atrás.

-algo más

-no

Alejándose, solo para luego volver unos minutos más tarde con su pedido ella no supo por qué o que le había ocasionada el interés en el chico pero algo le indicaba que estuviera cerca de él. Desde ese día decidio seguir asistiendo a ese café, por él.

Los minutos pasaron allí, normal, como siempre no faltaron las miradas echadas por ancianas de iglesias, o jóvenes en patinetas que no la miraran. Pago, pero cuando se dirigía hacia la salida alguien la detuvo. Era él, el chico de los ojos cálidos.

- Queria preguntarte si quisieras salir conmigo- decía con una sonrisa genuina.

-Ni siquiera te conozco, y mucho menos se tu nombre- se dirigió a él con voz tajante, fría.