13.- VAMOS LEJOS, MÁS ALLÁ DE LO QUE CREES

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-A ver, te lo voy a decir lo mejor que pueda. ¿Qué haces aquí? 

-Mujer, me pasaba a saludaros. ¿Tan poquito te alegras de verme?

-Te digo que te estamparía contra la puerta y me quedo corta.- sonreí irónicamente- Alex, ve dentro que ya voy ahora ¿vale?- Alex asintió y entró sin decir nada más. 

-Por lo que veo no le has contado nada aún. 

-Y más te vale que no se lo hayas contado tu, porque te juro que sino... 

-¿Que sino...?

-Que te den Pablo.

Le cerré la puerta en las narices y entré en casa otra vez. 

-¿Ahora me vas a contar que coño pasa o voy a preguntárselo a el?- me dijo Alex enfadada. Se puso frente a mi y se cruzó de brazos, estaba esperando una respuesta y yo no sabía dársela. 

-Alex, yo...

-¿Tu qué? Malú, no me puedo creer que me hayas ocultado algo así. Que te hayas puesto como te pusiste aquel día, sin hablar con nadie, sin decir nada. Lo que más me jode es que Pablo si lo sabía, que da igual como se haya enterado, pero lo sabía. Y mi pregunta es ¿hasta cuando? ¿Cuánto más ibas a ocultármelo? ¿Acaso te parecía poca cosa o qué?

-Lo siento, de verdad que lo siento.- pronuncié y me derrumbé.- Yo no quería que salieran así las cosas... tampoco quería que eso pasara pero no pude hacer nada. Si no te lo dije fue porque estaba esperando a que estuvieses bien, no te iba a soltar eso nada más te despertaste en el  hospital como quien te da los buenos días, no. Y además, si no te lo dije fue porque no tengo una solución para esto. No se que hacer Alex, joder, no se que hacer...- mis lágrimas no dejaban de resbalar por mis mejillas. Me dejé caer en el suelo sin importarme en absoluto el poder hacerme daño. Simplemente me tiré al suelo, quedando sentada, con la cabeza apoyada en el suelo. Poco después noté como Alex se arrodillaba frente a mi y, poniendo sus manos en mi cabeza acarició mi pelo y acto seguido bajó su cabeza para besar la mía y se quedó allí un buen rato. 

-Eh, sabes que voy a estar a tu lado siempre, que aunque quieras no te vas a librar de mi tan fácilmente. Esto lo vamos a solucionar tu y yo, sea como sea, pero juntas, ya verás. Todo va a volver a ser como antes Malú, te lo prometo.

Levantó mi barbilla con sus manos y después de mirarme fijamente a los ojos me abrazó con fuerza, para quitarme del cuerpo todos aquellos miedos que en ese preciso instante me invadían. Besó mis labios con dulzura y me tuvo entre sus brazos hasta que conseguí calmarme. 

Decidí que tenía que salir a tomar el aire, todo aquello me ahogaba. Le dije a Alex que iba a pasear a los perros para despejarme y me fui. 

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Narra Alex: 

Estos días estaban siendo algo extraños. Me desperté en el hospital hace dos, tres días quizás y no entendía nada. Todo en general fue un caos desde hace una semana... Desde que volvimos a Madrid en general. Si os digo la verdad, lo único que quería en este momento era volver a Roma. Es como si allí nos envolviera una cúpula que conseguía que todo fuera mejor, pero aquí esa cúpula ya no existía y los problemas no hacían más que venir sin parar. 

Cuando por fin parecía que todo estaba bien, que las cosas volvían a la normalidad, Pablo llamó al timbre y fui yo quien abrió la puerta. Estuve hablando con el un rato, no mucho en realidad porque la mayor parte del tiempo yo estaba callada, asimilando la de disparates que me decía. Claro que, algunos de esos "disparates" eran de verdad. No pude soportar que Malú no me lo contara. Yo no tenía ni idea de que fuera eso lo que ella tenía que decirme, pero nada más me enteré, encima por ese subnormal, quise desaparecer en aquel mismo momento. 

Fue la gota que colmó el vaso. Lo que hizo que me diera cuenta que, definitivamente quería volver a Roma pero ya. 

En realidad no me enfadé tanto con Malú como pudo parecer. Ella estaba destrozada, normal debido a aquello claro...  Lo que más rabia me daba era verla ahí, destrozada frente a mi y no poder hacer absolutamente nada. Sentía como si algo dentro de mi se rompiera a cachitos con cada lágrima que caía de sus ojos, me destrozaba. No era capaz de pensar, no sabía qué hacer, ni que decirle para que se calmara. Mucho menos pensar una solución, es que no encontraba ninguna.

Se fue a pasear a los perros y mientras tanto yo me quedé aquí, dándole vueltas a lo que acababa de pasar. Le envié un mensaje a mi hermana para que me llamara, pero al parecer estaba ocupada. Solo me quedaba mi madre, la que siempre estaba. "Es buen momento para que me ayudes, si quieres." dije mirando la foto suya que tenía siempre guardada en la funda de mi móvil. Una lágrima resbaló por mi mejilla y mojó la foto. La acaricié y volví a guardarla. 

No se por qué, pero se me pasó por la cabeza buscar algo en el móvil. No me preguntéis el qué, por que ni yo misma se lo que estaba buscando. Pero distraída y sin darme cuenta de lo que hacía se me abrió la pestaña de los contactos y el primero que apareció fue Pedro. 

Fugazmente una idea se pasó por mi cabeza. ¡Ya está! No esperé más y lo llamé, seguro que el me podía ayudar. Le dije que necesitaba hablar con el. Exactamente le dije "Mañana a las doce en la cafetería de tu hermana." A lo que me dijo que sin problema. Ahora solo esperaba que las cosas salieran bien y que el supiera como solucionarlo todo. 

Como tenía el móvil en la mano me puse a mirar las fotos de Roma. Todas guardadas en una carpeta a parte que había hecho cuando estábamos en el avión de camino a aquí. Había fotos realmente preciosas en las que sin querer lo decíamos todo. Bueno, nuestras caras al mirarnos lo decían todo. 

Una vez más el timbre de la puerta me quitó de mi ensismamiento. Dudé entre ir a abrir o no, pero al final tuve que ir. Para mi sorpresa era Carlos. Lo que me sorprendió era que supiera que me encontraría allí, fue una sorpresa grande, y para nada agradable. 

-¿Qué haces aquí Carlos?

-Me pasé a ver como estabas... Pedro me dijo que ya te habían dado el alta.- sonrió- ¿Puedo pasar?

-No.- dije cortante.- Estoy bien.- fingí una sonrisa- Bueno, pues ya nos veremos.- Intenté cerrar la puerta pero no me dejó

-¿Qué es lo que te pasa conmigo?

-No me pasa nada Carlos, no te montes películas. 

-¿Sabes lo que creo?- le hice un gesto para que siguiera hablando- Creo que te tengo loquita, pero por lo único que no estás conmigo es por la novia esa tuya. 

-¿Sabes lo que creo yo?- asintió- Que no te puedes aguantar las ganas que me tienes y te jode increíblemente mucho que yo no quiera nada contigo y, que por si fuera poco, tenga novia.- le sonreí irónicamente y su cara fue un poema. Me empujó y se acercó más a mi. Y más y más hasta que su boca quedó hasta centímetros de la mía.- Vete ya Carlos, no la jodas.- Giré mi cara para alejarme de la suya y finalmente se fue. 

-¿Me llamas?

-No lo haré.- sonreí

Cerré la puerta y empecé a reírme, sin más. No sabía por qué, pero me había hecho mucha gracia aquella conversación. Un rato después entró Malú, a la que le sorprendió aquel ataque de risa sin venir a cuento. Le conté la conversación de principio a fin, pero a ella no pareció hacerle mucha gracia. ¿Sería yo?

Bueno, si hay que quedarse con lo bueno de la situación, al menos conseguí sacarle una sonrisa, por pequeña que fuera.

THE BIGGEST CHALLENGE OF LIFE IS TO LIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora