Will we meet at the end of this road? • Did we miss each other in this maze?
•••
Amanece temprano por la mañana, Y ella ya tiene sus ojos abiertos mirando la nada del cielo raso blanco, lo contiene y ya siente que no puede aguantar un minuto más. Un cumulo de angustias se anida en su pecho. ¿Eres tú?
No puede evitar recordar y eso logra destrozar lo poco que queda de sí misma.
Ocultar. Esa parte que ya nadie conoce de ella, porque cada día desaparece un poco más.
Todo siempre había sido mentira. Mentira que la querían, mentira que la adoraban, mentira la verdad, siempre mentían.
Sin embargo, ella se levantaba cada mañana, para abandonar la verdad y vestirse con el engaño.
Porque las lágrimas resecas, volvían a caer y aunque el sol le diera en la cara, no lograba captar su esplendor. Todo se había vuelto monocromático.
Ella era el hogar y a ella acudía cuando más desahuciado se encontraba. Sí, él.
Ese, que caminaba a paso sencillo pisoteando su propio pasado y el de ella incluido. Él le sonreía nuevamente y la llamaba por su apellido. Kirishima.
Extraños. Eso es lo que eran ahora y ella no podía con esa verdad.
Se negaba a reaccionar de sus fantasías recurrentes, una en la que ella no miente y él tampoco. Siendo sinceros, desnudos, sin prejuicios, sin bandos. Poco y nada tenía que tener su nuevo oficio, podría ser solo un extra y seguiría siendo el mismo, aunque no quisiera recordarlo. Egoísta.
Porque tenía la certeza que él, nunca querría volver a los días antiguos de tejados oscuros, amor de letras y soledad eterna. Él ahora estaba acompañado, por su nueva familia. Los de sonrisa rozagante.
Entonces la había rechazado y esa verdad en Touka, causaba más sufrimiento. ¿Quién es ella? Unos ojos la observan, como si fueran a tragársela por completo. Ojos recelosos.
Ella ya no lo buscaba y dejaba todo en manos del destino. No recordaba el día ni la hora en que había perdido la batalla contra las fuerzas del destino, más irónicamente recordaba, a la perfección los minutos y horas que pasó junto a él. Los días y meses que lo vio volver e hincar la daga en el pecho tantas veces que ya suponía que había picadillo en vez de corazón.
Pero éste le traicionaba, latía, latía muy fuerte. Bum, bum, bum. Silencio.
Era como gritar fuerte, muy fuerte – vete, vete, vete—Pero eso nunca sucedía, porque las palabras que llegaban a los oídos de Haise eran siempre amables y de entonación dulce. Mentiroso.
Como resultado él se extrañaba y viraba el rostro para buscarla, algo pretendía y ella no estaba dispuesta a gritárselo en la cara, ya lo había intentado, claro que sí.
El resultado siempre era el mismo. Ella lo veía salir por la puerta, desconociendo su futuro y reconociendo que su función como hogar, era cumplida a la perfección. ¿Volverías?
Aunque no lo esperara ese día, ni a esa hora, el retornaba y le pedía algo de café y un poco de consuelo literal. Sus manos se pierden fuera de mí.
Ella volvía a su habitación cada domingo, para ser bañada por la luz solar del ocaso. ¿Cuantas veces lo había visto él con ella? ¿Cuántas veces tenía que estar visualizándolo, ahí en su habitación sonriéndole suavemente? Delirios.
Se tapaba con las mantas al acostarse en su cama y solía llorar largas horas. Todo su mundo se había desvanecido; ¿qué había sido de la familia que había podido formar, con mucha reticencia? Porque en un principio temía confiar, para que le dieran el golpe final y por la espalda. Estaba cansada, demasiado, la soledad no era un día fácil.
Los días dolorosos continuaban y ella sola estaba para deleitarse con sus lágrimas amarillentas y con el cuerpo desteñido por tanto mentir. Soy transparente.
Sonrisas gentiles, palabras suaves.
Él las percibía y sonreía aunque nunca—sus sonrisas—le convencieran del todo.
Y el susurro se hacía esporádico, por más que implorara y se negara aceptarlo, él era su recuerdo más arraigado. Dios mío.
Nunca se había querido enredar con los asuntos del corazón, el aviso en la puerta de su conciencia decía bien claro: "no me ame, porque entonces seré muy débil y lo amaré como a nadie en la vida".
Y una vez más, las hábiles caricias del contrario abrían la puerta y le manoseaban el alma hasta dejarla muy desgastada. No te detengas.
Se sentía estúpida y masoquista, cada vez que tomaba un libro de la estantería y lo repasaba varias veces, como buscando algún enigma sin resolver. Él estaba en todas partes, a dónde fuera que valla, el aire olía a él, sus pasos se asemejaban a los de él, su vocabulario sonaba al de él.
Y ella desaparecía.
Desaparecía
Desaparecía.
Lenta y gradualmente.
•••
Hola, amado lector.
Gracias por leer.
Continúa en Recall #2
Recomendación musical: I Just - Red Velvet.
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Let's talk about love : Gotta talk to you
Fanfiction[Cadena de drabbles Touken] La sonrisa que se quiebra, el adiós que es inminente. Los ojos azules que se cristalizan y unos grises que se oscurecen. La figura que se borra en la lejanía y la impotencia del llanto resurge. -¿Duele, verdad?-