Declaración de Guerra

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- Aún no hay rastros de él. El equipo Beta fue enviado al bosque; el equipo Delta a la laguna y todo su perímetro; no hay noticias, hasta ahora, del equipo Omega, pero suponemos que aún no han visitado las otras aldeas místicas que existen en el lado sur. -El reporte oficial era breve, claro y tan absolutamente negativo que el anciano de cabello azul no deseaba oír más.

A pesar de haber ubicado visualmente la forma física del heredero, el Colegiado no daba con él de forma geográfica, por lo que era un asunto que pasó a ser de alerta. La búsqueda de la debilidad humana y de aquello que pueda romper El Lazo había quedado relegado de manera indefinida. Había aparecido un contrincante peor, aquel que puede derrocarlos y hundirlos para siempre: el verdadero heredero.

- Estuve hablando con él sin saber quién era, ¿puede alguien ser más ciego?

- No tenías forma de saberlo. La imagen de los inmemoriales pasados es borrosa, todas las pinturas se quemaron aquella noche, no hay más registros que nuestros recuerdos. Apenas si se parece a su madre.

- Por supuesto, es la viva imagen de Bowen. Ya debe estar a miles de kilómetros.

- Puede que no, mis señores. Al ser el verdadero gobernante... -Esa definición hizo que el tiránico quinteto mirara al mensajero con ira-. Al ser quien porta la sangre real, su poder místico tendrá la oportunidad de abrir y cerrar portales cuando desee, lo único que tenemos a favor de esa información es que, con un poco de suerte, él no lo sabe, por lo que no se arriesgará a huir lejos. Todavía está en compañía de la natural, no hubo registro alguno de apertura de pasajes hacia la tierra. Ella debe estar con él y, si son inteligentes, deben estar formando un equipo con su ayuda. Tal vez hasta entrenando para el próximo levantamiento.

- Esa chica, todo por culpa de esa chica.

- Ella y su vínculo generaron todo esto. Hay que matarla.

- Lo alevoso genera más sospechas que soluciones, Siril, hay que luchar contra ellos, contra la maldita resistencia y encontrarlo, cuando lo tengamos en nuestras manos podremos recuperar el control. Cuanto más tiempo pase, más cerca está de llegar al poder.

- Quisiera tener un momento a solas con el heredero. Cuando lo tengamos, necesito un segundo.

- Tanto tiempo esperando esto que Seth terminó yéndose.

- Es importante para mí y lo sabes. -La mujer estaba afligida. La misma que había torturado a Milo en la torre parecía ahora tener angustia y algo de miedo, preocupación.

- No volveremos a ser débiles como lo fueron los antiguos inmemoriales, nunca más lo seremos.

- Hay otra cuestión... -Dijo el mensajero, muy dudoso de anunciarla realmente-. El equipo Dalcon... fue masacrado.

- ¡¿QUÉ?!

- Lo siento, mi señora, los registros de su actividad militar se apagaron hace casi seis horas, lo que significa que se perdió su vida.

- Eso es todo. Esa niña está destruyendo cientos de años de planeación contra los naturales. La energía está en nuestra contra, debemos recuperarla.

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Mina estaba dormida en la habitación de atrás. El colchón que la contenía estaba hecho de hojas verdes que despedía un aroma fuerte a tilo y manzanilla, lo que sugiere que, en lugar de dormir, estaba desmayada, narcotizada.

Mientras tanto, Milo y Teo estaban en el comedor de la cabaña prestada. Bren y Rob estaban haciendo sus quehaceres en la huerta y Mirlión no había regresado desde la masacre. Unas cuantas horas que estaba perdido por ahí. Milo comenzó a descompensarse cuando Mina salió correo de la cueva al punto de que Teo debió atajarlo y cargarlo de regreso a la cabaña.

- ¿Estás mejor? Ese último entrenamiento casi te mata. Mina absorbió casi toda tu energía, hasta la que existe entre tus neuronas.

- Estoy mucho mejor, aunque algo cansado. -Teo trataba de curarlo: le daba agua saborizada con especias que hidratarían las cabezas de las células cerebrales; la leche de eucalipto ayudaba a sanar heridas y quemaduras, y aliviar el dolor en las extremidades; la savia de raíces de mandrágora y unas extrañas frutas rojizas por fuera y negras por dentro, cuyo sabor agrio producía escalofríos, parecía regenerar la energía robada, aunque su efecto era realmente tardío.

- Hay que continuar entrenando, ella...

- Otra vez con eso. Ella está desquiciada, Milo, puede que nos sea útil, pero no sé hasta qué punto es conveniente. Yo... yo no podré soportar el hecho de que la hayamos... de que ella ya no sea... -Teo no quería admitir que el brillante plan de usar a Mina como arma contra el Colegiado había resultado nefasto: habían liberado al demonio que dormía dentro de ella, siendo ahora más peligrosa que el mismo quinteto tiránico y sus intenciones. Se veía en sus ojos el dolor del arrepentimiento.

- Creo que...

- No, Milo.

- No sabes lo que iba a decir.

- Sé que vas a sugerir que ella podrá, lo has hecho las últimas horas. Creo que solo temes que se vaya,  perderla para siempre porque es el único ser que has amado más que a ti mismo. No lo niegues, no te queda. -Milo se quedó boquiabierto.

- ¿Se nota tanto?

- Hasta con los ojos cerrados. -Teo lo miró a los ojos y le sonrió de lado. Eran grandes amigos desde niños y sabía que había un alud de preguntas dentro de Milo que luchaban entre ellas para ser respondidas-. Ella tiene un buen corazón y esa energía positiva puede mover estrellas, pero también puede generar meteoros que destruyen lo que tocan. No pensé que fuera real lo que dijo el viejo hasta que pude verlo y temo por ella, lo hago. Ahora solo veo que el Colegiado tenía razón, la tuvo todo el tiempo y odio que así sea. 

< Los naturales son peligrosos hasta para ellos mismos. Son los únicos que no pueden viajar a diversas dimensiones, en el tiempo, hacia otros planetas ni manejar la energía como nosotros; hasta los *jactanos* que son quienes tienen más contacto con los naturales lo dicen. No cambiarán jamás y Mina es la prueba de que son débiles ante el poder.

Teo veía solo dos posibilidades:

† Continuar con el plan como venían haciendo, tratando de que Mina no se transforme antes de tiempo.

† Abandonar toda esperanza y soportar la guerra sin su poder. 

Porque algo era sabido: el Colegiado no dejaría las cosas así. Buscarían la forma de hacer que pague y recobrarán tanto el poder como la imagen que el pueblo de Dandelion acepta por miedo. No había elección que beneficiara a las hadas negras, las cuales parecían verse siempre afectadas por alguna abrumadora tragedia mortífera.

- Mina confía en mí y yo en ella. Manda un mensaje a las aldeas vecinas y a las lejanas, envía el comunicado, alerta a la población.

- ¿Qué planeas? ¿Místicos con palos y cuchillos contra el gobierno más violento y corrupto que hemos tenido hasta ahora?

- Es un comienzo. Nadie quiere que se evite esta batalla más que yo, créeme, pero hay que arriesgarse por un Dandelion libre.

- Milo, creo que es una locura.

- Es una locura no aprovechar la oportunidad que tenemos. Sé que será mortalmente peligroso y las probabilidad de ganar son casi nulas, pero prefiero morir en batalla a vivir bajo la falsa tranquilidad que me da el ser prófugo y estar siempre huyendo de ellos. No quiero esto, Teo, no más. -Teo lo miró con ojos asombrados

- Te pegó fuerte la revelación, eh.

- Cállate -Teo río entre dientes-. Tenemos una nación que recuperar.



(CONTINUARÁ)




















Yo No Creo En Las HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora