Las noches habían sido tranquilas últimamente, el rostro de mi amada me acompañaba cada vez, fuese en la cama o en sueños, sin embargo, esta era una noche solitaria, ella se había ido a hacer negocios a otro estado y el apartamento se llenaba con el vacío de mi soledad, al igual que una imprevista tormenta de febrero ella azotó mi puerta, siempre impredecible ¿hace cuánto que no la veía? ¿Dos años? ¿Quizá cuatro? Ni como saberlo, sus pasos eran torpes, aun sin invitación entró como si nada, como si de su propia casa se tratase, buscó el primer lugar vacío para sentarse y se tumbó ahí, esperaba una respuesta, una explicación, al menos un saludo, unos cuantos minutos pasaron lentamente hasta que ella rompió con el silencio –y... ¿Cómo te va?- la miraba indignado, quería que se fuese, que saliera de mi vida como tantas veces había hecho, no sabía que hacer ¿responderle? ¿Por qué? ¿Para qué? - bien...- dije sin más mientras la observaba de pies a cabeza, tenía el cuerpo empapado, sus piernas estaban descubiertas así que probablemente se estuviese congelando, en su rostro no solo veía el maquillaje corrido, tenía el labio inferior partido y su mejilla izquierda comenzaba a hincharse, quería hacerle muchas preguntas, sobre su estado, sobre su vida y sobre ella, que sin pensarlo dos veces se lanzó hacia mí, con sus brazos cubrió mi cuello y sus labios aprisionaron a los míos, claramente sabía a licor y barato, probablemente tequila, su cuerpo húmedo me incomodaba y la combinación de alcohol y sangre en sus labios me asqueaba, sentí el impulso de lanzarla y salir huyendo, pero era mi casa, la tomé suavemente de los brazos y la aparté de mí, con cuidado la ayudé a sentarse, su mundo parecía dar vueltas sin parar, me sonrió torpemente y con una voz que hasta entonces desconocía soltó –quiero que tengamos sexo- no era la primera vez que la oía expresarse de esa manera, en nuestra época de juventud solía decir que quería hacer el amor conmigo, con el paso de los años entendió la diferencia entre coger y hacer el amor, ella buscaba lo primero y lo sabíamos bien, no lo negaré, por un momento consideré su oferta, pero una mirada profunda cubrió mis pensamientos, no quería fallarle, no podía hacerlo, era la mirada de Em la que no me dejaba dar un paso en falso, llevé a la vieja dueña de mis fantasías al baño, mientras calentaba el agua de la ducha la vi acercarse nuevamente, la atrapé en un abrazo forzado, fue entonces que unas arcadas me avisaron que se aproximaba algo peor, con habilidad casi gatuna escapó de mis brazos y se encuclilló junto al inodoro, un recuerdo cruzó mi mente y nos vi a ella y a mí la edad de 16 y 17 años respectivamente, íbamos en la misma preparatoria, ella era delgada, con piel de porcelana, unos enormes ojos negros que cautivaban al que tenía la fortuna de mirarla, una cintura delgada y un busto pronunciado, era hermosa, inteligente y demasiado sociable, yo era simplemente otro más en su lista de enamorados, nunca me destaqué en deportes y tampoco en cuanto a socializar, pero mi fuerte era el arte, si no recuerdo mal fue un jueves... 13 de diciembre, ella salió a tomar con unas compañeras, ellas no la tenían en alta estima y tras una tarde bebiendo la dejaron abandonada en la parte posterior de la escuela, yo había estado preocupado por ella, buscándola dentro y fuera de la escuela, hasta que la vi, me acerqué con cuidado, no quería asustarla, todo lo contrario mi deseo era cuidarla, recuerdo claramente que al estar frente a frente, con un ademán de clarividencia tomó mi mochila y vació el interior de su estómago en ella, fue asqueroso sin duda, pero al menos ella estaba bien, la cuidé algunas horas y como su estado no mejoraba la acompañé a su casa, me recibieron a golpes sus padres, sospechando algún abuso de mi parte, cuando ella estuvo mejor aclaró que eso no había sucedido, tras contarles lo ocurrido y la ayuda que le otorgué me aceptaron, días después comencé una relación con ella, me sentía afortunado, sin embargo la fortuna que había adquirido era como un hermoso cofre lleno de escorpiones, la dulce joya que era su figura se veía súbitamente opacada por su carácter y sus malos hábitos, una última arcada de su parte me sacó de mis pensamientos –báñate conmigo- me susurró con tono infantil acercando su pecho a mí, acepté, pero en ningún momento me quité la ropa, quería limpiarla, sentía la necesidad de protegerla y cuidarla como cuando éramos dos adolescentes, le ofrecí ropa limpia que ella aceptó, su estado se veía un poco mejorado y era momento de exigir respuestas, en el momento que abrí mi boca para formular la primera, ella me interrumpió, supongo que es difícil romper los hábitos del pasado- te preguntarás que hago aquí- soltó casi leyendo mis pensamientos –tranquilo- continuó –es solo, ¿recuerdas a Alan? Era mi amigo en la universidad, estuve saliendo con él, hasta hoy, ¿ves esto?- me dijo señalando con un dedo su labio –me pintó los cuernos y esta fue la mejor manera de decirme que si no me gustaba podía irme, luego recordé que Mauricio me dijo que te habías mudado por aquí hace no mucho, bueno, de hecho el me dio la dirección y un buen taxista me trajo hasta acá, estaba a unas calles, yo... por favor, solo necesito que te acuestes conmigo y me ayudes a olvidar todo por un momento, ya sabes, como en los viejos tiempos, solo eso y por la mañana me iré y no sabrás más de mi- terminó de explicar dejando un mar de emociones en mi cabeza, quería golpear a Mauricio por darle mi dirección, golpear a su ex pareja por ser un hijo de puta, quería abrazarla y decirle que todo iba a estar bien y aun así tenía un enorme deseo de gritarle que eso y más se merecía, quería burlarme de ella y su aparente desgracia, echarla a patadas de mi casa, echarle en cara mi nueva vida y a la mujer que ocupaba ahora un lugar en mi corazón, pero no me sentía capaz, de nada, la veía indefensa, en ella notaba las huellas de aquel pasado... el pasado, aquel en el que me lastimó, jugó conmigo, me utilizó, ese pasado que me hizo lo que soy, la odio, su cuerpo no me atrae y sus besos no me dopan más, pero ¿Qué hacer? Recibirla sería mostrar que aun me importa y que la recibiré siempre que me necesite, aunque echarla significaría abandonar a una mujer desprotegida, que en este momento se vale apenas de su propia fuerza, ante mi notable indecisión ella se posó sobre mí, me recargó contra la pared y trató de besarme, no lo quería y le rechacé, no podía aceptar nada de ella, ni su cuerpo, por un momento me visualicé, a mi versión joven de apenas 20 años, solo, abandonado, fumando una cajetilla entera de cigarros en un rincón escondido de la facultad, estaba devastado y las lágrimas no salían más, me estaba ocultando de mis amigos, de mis compañeros y de mi realidad, solo quería desaparecer oculto entre la sombra de las hojas que bailaban al son que el viento tocara, estuve así al menos unos tres meses, apenas me bañaba y hacía poco menos que lo necesario para subsistir, casi no comía, casi no dormía y el dinero sobrante lo gastaba en cigarros, fue esa época en la que Aline me dejó, tras cuatro años de relación ella me abandonó porque no cubría sus expectativas, porque no era el hombre que ella necesitaba, porque no podía sentir lo que yo sentía por ella, fue así que me sumí, en mis pensamientos, en mi dolor, en el rencor hacia quienes creía tenían lo que yo no, pasé horas y horas fumando en ese lugar, a veces acostado, otras sentado, algunos días hasta el anochecer, tardé un par de años en notar que no me dolía la perdida de la persona, sino del plan a futuro que habíamos creado juntos, ella lo tomaría y se lo ofrecería a alguien más, en ese momento pensé que sería Alan, él era en apariencia todo lo que yo no, me superaba en fuerza, su promedio era mejor que el mío, tenía mejores capacidades físicas, era alto y de tez blanca, todo lo contrario a mí, quizá era envidia lo que sentía en ese momento, odiaba a Alan, porque Aline lo miraba como hacía tiempo había dejado de verme a mí, lo odiaba porque creía que era mejor que yo, ahora veo que no, en otro torpe intento de seducción Aline muerde el lóbulo de mi oreja, hace años eso me enloquecía, ya no, me resulta molesto y ella aun huele a humedad y restos de vómito, es desagradable así que la coloco en una silla y me acercó a la tetera, preguntando -¿aún lo bebes casi frio, negro y sin azúcar?- ella esboza una sonrisa y esconde su rostro entre las manos –no puedo creer que lo recuerdes, si, aun lo bebo así- me dedica una sonrisa que ignoro volviéndome hacia la tetera, ¿recordarlo? ¿Cómo podría olvidarlo? Conocía cada una de sus pequeñas manías, claro que recuerdo como bebe el café, que odiaba los huevos revueltos, su gusto por el aguacate y que siempre duerme en posición fetal... me sacudo la cabeza tratando de sacar esos datos inútiles, Em quizá me mataría por hacer todo esto, pero simplemente no puedo dejarla así, esta herida, medio borracha y bastante confundida –Aline...- comienzo a decir aun dudando de si la mujer que está sentada en mi sala es real, pero ella sonríe invitándome a proseguir –de todas las personas a las que pudiste acudir ¿Por qué yo?- termino de formular tanto para ella como para mí –porque sabía que no me dejarías Daniel, porque sé que aún me amas como hace cinco años y eso no cambiará, porque simplemente eres el único refugio que tengo en este momento- así que tiene cinco años que no sabía nada de ella, realmente se ve demacrada para ser ese tiempo... quiero hacerle muchas preguntas, pero puedo sentir la sangre corriendo hacia mi cabeza, quiero soltarle una bofetada y tirarla de cabeza en el inodoro, pero no sería capaz de hacerlo, simplemente la miro inexpresivo mientras ella sonríe fingiendo inocencia –Aline, estas muy borracha- es lo único que atino a decir para evitar insultarla, el café está listo y se lo sirvo en una taza que coloco frente a ella en la mesa, ella me mira y luego a la taza, después bebe lentamente –gracias- susurra casi instintivamente –puedes quedarte esta noche, pero aléjate de mí- le digo a modo de advertencia, no estoy dispuesto a cometer estúpidos errores como en mi juventud, no volveré a ceder ante ella, aun si cree que la amo, la única que ocupa un lugar en mi ahora es Em, me siento en el sillón individual dejando que Aline beba tranquila el café, cuando acabe la ayudaré a instalarse en el sofá, no le dejaré la cama, aun puede llegar a vomitar –vamos, no seas aburrido- murmura paseando sus dedos por mis hombros, comienza a acariciar mi cabello y noto que ha dejado el pantalón que le presté en la silla, seguramente no trae ropa interior, no le presté y la suya estaba empapada, una mezcla entre excitación y asco se genera en mi interior, ella pasa sus dedos por mi pecho, siento cada movimiento lento pero seguro, ya no está ebria, lo siento, pero aun así no ha cedido en el deseo que la trajo hacia mí, probablemente en el pasado la habría tomado por la cintura con fuerza, sentándola en mis piernas y haciéndola mía toda la noche, pero hoy solo quería dormir y decirle buenos días a Em por la mañana, me levanto bruscamente y me dirijo al cuarto, ella malentiende mi actitud y me sigue de cerca, la aparto empujando su hombro hacia atrás, entro al cuarto y lo cierro con llave por dentro, tomo unos cobertores, abro la habitación y se los lanzo, tendrá que recogerlos del piso, me encierro de nuevo y le grito buenas noches, con la fuerza que me queda me desvisto y me pongo algo más ligero, escucho ruidos y alaridos provenientes de afuera, Aline sin duda es un tifón y destrozará cuanto esté a su paso hasta calmarse, me recuesto y le susurro "buenas noches" a la almohada de Em, es una noche tranquila después de todo, porque a pesar del ruido que está provocando el temporal, me siento bien, tibio y tranquilo en ese espacio que está reservado solo para mi amada y para mí.
Llega la mañana y la luz del sol me saca del sueño en el que estoy recostado fumando en el pasto, me siento renovado por un instante, hasta que recuerdo la noche anterior, debo salir a ver qué pasó, si algo está destruido o no, si Aline sigue ahí o no, lentamente abro la puerta de la habitación, procurando no hacer ruido que la ponga en alerta, salgo sigilosamente y lo que veo ante mí me deja anonadado, mi sala está hecha añicos, al parecer encontró el juego de cuchillos, los sillones están completamente rasgados, las cortinas igual, los libros que apenas había comprado están hechos pedazos y regados en el piso, una de las sillas está destrozada junto a la mesa, puedo ver un poco de sangre en ella, seguramente se lastimó al azotarla, dejo por un momento la sala para entrar a la cocina, aun con miedo de encontrarla, es lo mismo, parece que un huracán pasó por ahí, la poca comida que tenía yace haciendo un batidillo, veo cubiertos revueltos en el piso junto a unas cuantas frutas, camino con cuidado hasta el baño esperando un desastre peor, abro los ojos sin creer lo que veo, está todo en perfecto estado, la ropa mojada que dejé secando cuando la bañé ya no estaba y en el espejo, diviso una nota con letra pequeña y obsesiva, me siento en el inodoro cerrado a leerla.
"Lamento el desastre, quisiera poder reparar todo, pero la verdad no puedo, perdí el trabajo, vivía con Alan pero ahora volveré a casa de mi madre, gracias por soportarme y por el café, pídele disculpas a tu novia de mi parte, no quise hacer todo esto, solo exploté, te deseo lo mejor Daniel.
Con cariño, Aline."
Leo con una ligera risa las últimas palabras, escucho la puerta principal siendo abierta y me preparo para escuchar el grito de Em al entrar, apenas termina de rechinar la puerta su grito retumba en todo el piso -¡A la verga! ¿Qué carajo pasó aquí?- sí, sin dudarlo es mi bella dama la que ha entrado, me levanto de mi asiento improvisado y camino hacia Em, ella levanta sus manos para acariciarme la cara, con enorme preocupación –amor, ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Qué le pasó a la casa?- me pregunta sin respirar y tan rápido como su boca le permite, le sonrío, la abrazo por la cintura, mientras percibo su dulce aroma y digo en voz baja –nos atacó un tifón, pero ya todo está bien-.
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Tifón
Short StoryTal como una tormenta llegó aquí impredecible y destructiva caminó hacia mi tempestuosa y deseosa de causar destrucción su sonrisa oculta la desesperación de sus pasos los errores añoran traición de mis miedos el pasado se alimentó el presente es in...