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—Has-hasta notado como...— era la tercera vez que JungKook intentaba decir algo coherente, pero palabras burdas eran las que de sus labios escapaban. Estaba nervioso, su corazón latiendo a mil, pero no podía quedarse ahí sin hacer nada. No podía dejar a JiMin hablando solito.

Sus cabezas reposaban en el pasto, JiMin admiraba el brillante cielo, mientras años ojos de JungKook viajaban entre el chico a su lado y el firmamento. Temía ser descubierto, por lo que, había generado un orden en su mirar. Cierta cantidad de segundos para JiMin y una menor para las estrellas.

—¿Cómo qué?— pregunta el rubio a su lado, quien por primera vez parece escuchar su voz cercana a los susurros.

—Como las. No, como si miras de cierta forma, las estrellas pueden formas figuras. No me refiero a las constelación...yo. Aish. — Cerró sus ojos en un intento en ocultar su vergüenza, pero los volvió a abrir al escuchar la linda risa de JiMin.

—Te entiendo. Ni siquiera sé cuáles son las constelaciones. A veces solo miró al cielo porque sí. Me relaja ¿Sabes? Hay gente a la que le da vértigo.

—¿Vértigo? Eso es bastante... triste— afirmó con sinceridad. Sería una pena que le diera miedo mirar al cielo.

Se quedaron en silencio nuevamente, pero no era incómodo. Podía sentir la respiración de su compañero a su lado, quien estaba acostado de forma inversa a su posición, siendo sus cabezas las únicas que podían tocarse. Volvió a posar su mirada en él y observó cómo la luz de la luna iluminaba su rostro y lo hacía ver más bonito de lo usual. Sabía que tener este tipo de pensamiento sobre su compañero de clase no era bien visto por todos, pero era algo que no podía evitar. JiMin era demasiado hermoso y su corazón parecía derretirse estando a su lado. Ya ni siquiera recuerda como llegaron a ese parque siendo ya más de media noche, pero ahí estaban recostado en el semi húmedo pasto admirando las estrellas.

Quizás esta era la ocasión que tanto estaba esperando.

—¿Qué tanto piensas, JungKook? O, no me digas que te dormiste. — la voz  juguetona de JiMin le hizo volver a su realidad, corriendo su rostro y miró nuevamente a las estrellas.

—Yo, en realidad, pensaba en...lo lindo que se siente estar aquí —respondió intentando ignorar los pensamientos que le obligaban a decir la verdad.

—¿Tu tambien lo crees?— JungKook asintió, sin querer frotando su orja con la de JiMin. La cercanía había aumentado —Me gustaría...

Lástima que JiMin no pudo terminar su frase debido a que su teléfono comenzó a sonar estrepitosamente, quitándoles toda la paz que el lugar podía otorgarles. Lo sacó de su bolsillo y al ver quién era el remitente, tuvo que levantarse de su lugar, lo que hizo que el corazón de JungKook se reprimiera. La noche había acabado.

—Es papá— Dijo el rubio en cuanto cortó la llamada sin siquiera contestar, pero siguió mirando y presionando la pantalla de su móvil —Dios, tengo un montón de mensajes.  ¿Son las cuatro de la madrugada?

Al escuchar lo último y al notar a que se debía todo eso, Jeon se levantó de su lugar y también tomó su teléfono, verificando la hora. También comprobó que tenía un montón de mensajes.

—Mi mamá ya va en su octava amenaza de muerte— comentó entre risas evitando el dolor que sentía en su pecho.

—Lo siento, JungKook. Debo irme. Tu tambien deberías ir a casa...

Era lamentable también que JiMin viviera en dirección contraria de donde vivía el, por lo cual, no podían acompañarse. Bueno, si podían, pero Park no le dejaría debido a la hora.

—Sí, lo sé.

—Mensajeame ¿De acuerdo?— comentó Park con una sonrisa mientras arreglaba su sudadera que estaba con algo de pasto seco pegado.— Nos vemos.

Y se volteó, caminado recto para irse a casa y JungKook no pudo hacer nada más que observarlo con el pecho oprimido.

Ya vendrían más oportunidades para confesarse...

Pero no. Ya no quería sentir esa presión en su pecho y ese horrible nerviosismo que le hacía arrepentirse de su misión en último momento. Quería porfin terminar una noche con un beso de JiMin en sus labios o una cachetada en su rostro. Quería resolver el misterio que tenía en su interior. Quería dejar de sufrir solo.

Corrió, a pesar de que la distancia que los distanciaba era corta, corrió h en cuanto lo alcanzó, lo abrazó como si fuera el último abrazo que le daría en su vida. Y, apoyando su cabeza en la nuca de este dijo, fuerte y claro:

—Hyung, me gustas. Me gustas como a las chicas deben gustarle los chicos.

🐏

Ta-da.

—se arranca antes que le tiren tomates por el final abierto.

Lxs quiero muchooo

Espero que les haya gustado y gracias por leer.

Atte. Stumplynn

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