Vale. Empecemos. Soy escritor pero no tengo ni la más remota idea que escribir. Mi vida es simple, se basa en escribir sobre algo de lo que no me siento orgulloso para recibir a cambio un mínimo por el que sobrevivir. Y también soy camarero. En mis 28 años aún no me he enamorado, ni siquiera he tenido novia formal, he de decir que me apasionaba tener aquello que la noche y las discotecas me proporcionaban, chicas, día tras día. A ellas inexplicablemente les resultaba atractiva la manera con la que mis dedos escribían sobre el ordenador y según ellas creaba "magia". Puede que lo hiciera, pero ya no.