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Tzuyu

Caminar por las calles de Seúl no es divertido si estas sola. Llevaba mi mochila colgando en el hombro izquierdo. Mientras caminaba pateaba una pequeña latita que me había encontrado en el camino. Iba cabizbaja, era Lunes y significaba nueva semana en la escuela, o debería decir la cárcel que dura horas pero que en realidad, es una década.

Estaba segura de que había llegado a la institución alce la cabeza y vi que estaba en lo correcto, desde mi punto de vista podrías sentir como el edificio se cae poco a poco pero es solo producto de nuestra imaginación, prueba de que nuestra mente puede jugarnos una mala partida.

Entré de una vez por todas al edificio, pronto el olor a humedad invadió mis fosas nasales, ¿es qué acaso nunca limpian?.
Dejé largar un gran suspiró y busque con la mirada mi casillero, cuando por fin lo pude divisar, fui hasta él, lo abrí y saqué todos los libros necesarios.
Valla, saque demasiados en realidad, pesan mucho.

De repente alguien se para a mi lado y me ayuda con mis libros, era un hombre, lo sé porque las manos de una chica no pueden ser tan grandes. Levanté la vista y casi se me sale el corazón al ver quién era.

Park JinYoung.
¿Qué hacía él ayudandome a mí?.

-E-estoy bien, puedo hacerlo sola-. No podía faltar el protagonismo de mi tartamudeo, pero podía jurar que una mini-sonrisa se formó en su rostro, por poco y me desmayo.    

-No, está bien, no te preocupes. Vamos al salón antes de que suene el timbre-.

-Oye-.

-¿Qué sucede?-.

-Gracias-. Dije sonriendo. Lo que me dolió es que él no dio una mínima mueca en su rostro, solo volvió a ser serio.
Solo quería que me regresará la sonrisa, esa hermosa sonrisa.

Caminamos por los interminables pasillos del edificio llegando por fin al salón.
-Llegamos-.

-Gracias... De nuevo-.

-No hay de qué, las damas primero-.
Como pudo, abrió la puerta dejando que yo pase primero.
Hice una pequeña reverencia acompañada de una sonrisa ladina.

Agradecí que no estuviera nadie adentro. Me gusta la soledad, y si los demás están hacen demasiado ruido, pero si JinYoung está no me molesta, él es callado, por lo que no hace ruido.

Me dirigí hasta mi pupitre y me senté, JinYoung me siguió dejando los libros que tenía en sus manos sobre la pequeña mesa.

-Gracias por milésima vez-.
No dijo nada, solo apretó los labios formando una línea recta en ellos, para luego asentir e irse.
          
Se sentó en su lugar, el cual estaba a varios bancos del mío.
Sigo sin poder creer que el mismísimo Park JinYoung haya tenido la molestia de ayudarme, hace unos días era una completa desconocida para él.

Y ahora me trata como una amiga.

(...)

-¡Tzuyu!-.
Escuché un pequeño gritó (Más bien, un chillido) por parte de una voz femenina a mis espaldas. Me di la vuelta y me encontré con Chaeyoung corriendo hacia mí.
Tiene las piernas muy cortitas, por lo que cuando corre se ve demasiado graciosa.
Reí ante su acción.

-Uf, por fin llegué-. Tenía la cara media roja y su pecho subía y bajaba.

-Parece como si hubieras corrido la maratón-.

-Pues déjame decirte-. Tomó una bocanada de aire -Que perseguirte es como correr una maratón-.
Habló tan rápido que ni la pude entender.

-¿Sabes hablar chino mandarín y no me dijiste?-.

Cold ❥Park JinYoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora