Miro por última vez en esa mañana el mensaje que le había dejado a Milena noches atrás. Hoy era su operación y aunque Simon trataba con todo su corazón dejar los pensamientos, sentimientos y todo sobre esa chica detrás. Aún se encontraba tontamente enamorado.
No se supone que después de tantos años se siguiese enamorado de la misma persona, a lo mejor porque él era un masoquista de primera y quería seguir haciéndole daño a su corazón. Aun cuando sabía que Milena estaba comprometida, que iba a casarse y que posiblemente los gatos jamás le perteneciesen alguna vez. Pensó antes de enterarse que no jugaría más nunca, raptarla y llevársela fuera del país, pero ahora no tenía las fuerzas para eso.
Antes hubiese sido algo muy característico o algo que esperaban de él, pero ahora su vida transcurría entre el silencio y la calma. Los primeros días lloraba mucho, pasaba gran parte del día dentro de su cama quejándose, pero ahora simplemente lloraba por las noches cuando más impotente se sentía. Solo había algo que lo mantenía fuera de sus pensamientos y lamentaciones: sus libros.
Nunca espero que esas historias en algún punto le ayudaran a olvidar la suya misma, porque sinceramente no era algo que él esperaba que ocurriese. Simon era agradecido con la vida y las oportunidades que tenía, pero todo paso tan de repente que aún estaba encontrado una manera de entenderlo todo.
Los últimos dos meses los estaba pasando en San Francisco con su hermano Timothy y su cuñada Pame. De no ser por ellos posiblemente se habría vuelto loco en casa. Pero por dentro sabía que incluso ellos dos se encontraban sufriendo por él, pero no sabía cómo mejorar, aunque lo intentara. Se rehusaba a ir al psicólogo y decía que lo lograría solo, pero él sabía que no era así. La luz en sus ojos ya no era la misma y la chispa que lo caracterizaba tampoco lo era.
Todos los días recibía cartas de recuperación, palabras de ánimo y de aliento de su equipo. De algunos de los fans del equipo y de sus personas más cercanas, pero nada de eso le servía. Nada en esos momentos lo hacía sentir mejor.
Entre el silencio y las discusiones internas Simon comenzó a pensar que a lo mejor todo estaba pasando porque estaba dentro del propósito divino; pero ese propósito que para con él tenía Dios le parecía de lo más doloroso. Para él culpar a quien tiene el control de todo fue lo mejor, porque no tenía que cargar con demasiada culpa y estar preguntándose en todo momento "¿por qué?" pero le seguía doliendo ver como todo un sueño de años de trabajo se iba por la borda. Miro nuevamente el mensaje que había en la pantalla de su teléfono y lo bajo.
La puerta fue tocada dos veces y luego fue abierta. La cara de su cuñada apareció enseguida. Ayer habían tenido una conversación bastante extraña dentro del auto donde ella le decía lo importante que era para todos. Simón lloro por eso la noche anterior cuando la casa estuvo sola y en total silencio. Pame era la hermana que nunca tuvo y la amaba con todo su corazón, aunque no se lo dijera a menudo, esperaba que ella lo supiese.
—Hola bonito—dijo regalándole una sonrisa—. ¿Cómo estás? —se acercó a la cama del chico y este le abrió paso para dejarla caer a su lado. Había confianza entre ellos y eran prácticamente mejores amigos, no imaginaba otra persona para acompañar la vida de su hermano más que Pame—. Estaba trabajando y ya que Timmy tiene entrenamiento todo el día dije, ¿por qué no venir a saludar al mejor cuñado del mundo? Por favor no le digas a Braxton Abbruzzi que dije esto—Simon asomo un atisbo de sonrisa.
—Estoy bien, P.
—Milena está en la operación, hable con Zoe mientras venia de camino. Han estado orando mucho y es una operación larga pero espero que todo salga bien—comento Pame—. ¿Te digo algo? Siempre pensé que ustedes terminarían siendo pareja, él día que les vi juntos lo pensé y aun lo sigo pensando.
—Yo también espero que todo salga bien—respondió el chico antes de comenzar a juguetear con el cabello de la melliza mientras veía a un punto fijo en el techo—. Milena es una gran chica, ahora que se case sé que él chico será feliz.
—Tengo algo que decirte—dijo Pame colocándose sobre sus codos boca abajo y viendo directamente a los ojos del chico—. No quiero dar esperanzas. Bueno, realmente si quiero, es para que vayas por ella ¿bien? Yo le llamo a esto Dios. El compromiso se anuló, nadie sabe las razones solo que Mile ya no se casara.
Simon llevaba meses sin sentir una emoción más allá de la tristeza. En ese momento quería gritar, realmente quería hacerlo. Con sus 28 años quería volver a ser un idiota y quería dar saltos de alegría porque Milena no iba a casarse. Pero Fitzpatrick no lo hizo, simplemente miro a Pame con más fuerza.
—No importa si ya no se casara, a ella no le gusto más que como un amigo.
— ¡Mira, Simon Fitzpatrick! ¡Vas a dejar el negativismo de una buena vez! —Exclamo Pame levantándose de la cama y señalándolo—. Timothy Samuel Fitzpatrick no sabía de mi existencia. Y estaba en mi zona amor platónico y míranos aquí. Por algo Elizabeth y Darcy fueron pareja al final, porque lucharon; en una época donde había tantos prejuicios, ahora que no luches tú.
—P—Él le regalo una sonrisa. No era una gigante pero si una genuina al escucharla decir tantas locuras. La chica brinco sobre él antes de darle un abrazo y besarle la mejilla con fiereza—. No sonreírle a Pame Brown nuevamente, por seguridad nacional.
Ella rió por eso.
ESTÁS LEYENDO
ARRIÉSGATE CONMIGO | LIBRO #3 |
Подростковая литератураSimón Fitzpatrick tenía sueños, su vida puesta en una balanza eran más cosas buenas que malas, era maravillosa, hasta que vio como el sueño que había construido durante toda su vida se destruyó en pocos segundos. Para un deportista decirle que no p...