Ricardo era un muchacho curioso y obstinado. Nada ni nadie podía detenerlo cuando se le metía algo en la cabeza. Un día después del colegio, se dirigió rápidamente hacia su casa para seguir la misma rutina de todos los días.
A penas llegó a su habitación se sentó en una silla con cuatro rueditas, jaló una palanca de la misma y bajó unos cuantos centímetros para que su rostro quedara frente a una pantalla de computador. Este era uno de sus hobbies favoritos y en lo que ocupaba la mayor parte de su tiempo, con esto podía satisfacer la necesidad de saber sobre cosas que escapaban de su entendimiento o eso es lo que pensaba él. Le encantaba lo paranormal y esotérico. Sin embargo, esta misma necesidad de saber fue lo que aquella vez le jugó en contra.
Se hacía tarde, ya estaba oscureciendo y el muchacho aún seguía en el ordenador buscando variadas y extrañas historias que él consideraba extremadamente interesantes. Entre los innumerables relatos que pudo encontrar en un blog de internet, sintió curiosidad por uno en particular, el cual se titulaba "No abras los ojos".
Una historia un tanto rara, más bien era algo parecido a un reto. Se hablaba sobre un juego paranormal que circulaba en la red. Para poder participar había que seguir una serie de pasos. Estos tenían que ser realizados en la habitación del participante y no en otro lugar, sino, no resultaría nada de lo que describe el relato.
Primero, la ventana de la habitación tiene que estar semi cerrada, solo con un pequeño espacio por el cual pudiera circular aire.
Segundo, las cortinas deben de estar entrelazadas y cubriendo el lado de la ventana que estaba abierto.
Tercero, decir en voz alta "el reto comienza ahora" mirando hacia la ventana.
Si sigues los pasos indicados, él aceptaría el reto y te sometería ante su juego. Pero había un último paso a seguir, el más importante, el cual consistía en no abrir los ojos en el momento en el que él llegara o algo terrible podría pasar.
La curiosidad se apoderó de él, necesitaba saber si la historia era cierta y si era así, tratar de ganar el reto.
La madre del muchacho le gritó desde el comedor para que fuera a cenar. Ricardo luego del tercer llamado salió rápidamente de su habitación para sentarse en la mesa. En ningún momento dejó de pensar en el extraño juego que proponía el blog de historias paranormales y la curiosidad aumentaba cada vez que pensaba en "él".
– ¿Te pasa algo hijo? – Le preguntó la madre al ver que Ricardo estaba algo ausente.
– ¿Ah? Nada, ¿por qué? – Respondió el joven extrañado.
– Es que estás mucho más raro que de costumbre. – Dijo la mujer.
– No es nada, solo tengo un poco de sueño. – Respondió con desgana.
La madre lo miró y movió la cabeza de izquierda a derecha.
– Está bien, entonces yo lavo los platos por hoy. Pero no te acostumbres ¿Está bien? Eso te pasa por estar todo el día en el computador. – Dijo la madre con tono de reproche.
– ¿De verdad? ¡Muchas gracias! Iré a mi habitación. – Respondió con una sonrisa de oreja a oreja. Se levantó de la mesa y fue a su cuarto.
Una vez dentro caminó hacia el ordenador que aún estaba encendido con la página de historias paranormales abierta. Entonces lo volvió a leer y memorizó cada uno de los pasos. Acto seguido apagó el computador.
Tomó aire, estaba ansioso. Una parte de él se mantenía incrédula frente a la situación de que algo pasaría, pero por otra parte quería creer en esa historia y satisfacer esa necesidad de saber que tanto anhelaba.
Entonces comenzó a seguir los pasos.
Se dirigió hacia la ventana y la dejó semi cerrada. Colocó las cortinas entrelazadas cubriendo el lado abierto de la ventana. Por último, miró hacia la ventana y pronunció las palabras que daban inicio, al enigmático juego.
– ¡El reto comienza ahora! – Dicho esto, se acostó sobre su cama, cerró los ojos y se dispuso a dormir.
La noche inundaba con su silencio y el joven yacía dormido sobre su cama. Sin embargo, un pequeño ruido en la ventana hizo que Ricardo interrumpiera su sueño. Al momento de escucharlo recordó que no podía abrir los ojos o perdería el reto. Un soplido de aire denso y frío entró a la habitación por la apertura de la ventana. Y un nuevo pequeño golpe proveniente desde la ventana volvió a resonar en la habitación despertando la superstición del muchacho.
– Debe ser mi imaginación. Tengo que dormir, mañana tengo prueba a primera hora y no puedo llegar tarde. – Se dijo a sí mismo sin pronunciar ninguna palabra y manteniendo los ojos cerrados en todo momento.
Un chillido estremeció todo su cuerpo. El ruido era como si pasaran una tijera por encima de una superficie de vidrio.
– ¡Esto no es real, tienes que dormir! – Seguía repitiéndose en su cabeza.
Uno, dos y tres golpes volvieron a sonar en un pulso perfecto, como si el tiempo de espera para dar el siguiente golpe fuera exactamente el mismo después de cada sonido.
– ¡Qué mierda! ¿Realmente hay algo en la ventana? –Pensó.
Los golpes empezaron a sonar poco a poco más fuertes y sin perder el pulso constante que seguían. El ruido estremecía todo el cuarto del joven. Estaba totalmente asustado ante el pensamiento de que los ruidos eran provocados por algo real. Estiró los brazos para agarrar el cubrecama y se tapó completamente. Los golpes seguían aumentando la intensidad. Se sentía como si el vidrio de la ventana ya no pudiera resistir más, como si fuera a quebrantarse en miles de pequeños fragmentos. Pero antes de que pudiera pasar esto, los golpes cesaron y un gruñido se hizo presente haciendo que las cosas en la habitación vibraran como si de un celular se tratara.
Las cortinas se escuchaban deslizarse y la ventana se abrió por completo. Ricardo sintió algo que se posaba arriba del marco de la ventana. La criatura dio un pequeño salto y cayó sobre el piso de la habitación. El piso que estaba construido de tablas rechinó.
– ¡No, esto no es real! Es un sueño... ¡Es solo un estúpido juego de internet! – Pensó Ricardo con las manos agarradas del cubrecama y tapándose toda la cara para no abrir los ojos. Comenzó a desesperarse.
La criatura empezó a caminar lentamente. El chico se dio cuenta que esa cosa se acercaba hacia donde él.
– ¡No, no, no! ¡Esto no está pasando! ¡Despierta!!No abras los ojos! – Comenzó a decirse a sí mismo.
Los pasos cada vez se sentían más cerca. Y la mano con grandes garras de la criatura hicieron chillar el vidrio de la ventana hasta que se detuvieron en frente de la cama de Ricardo. El muchacho no era capaz de seguir aguantando. Estaba muriendo del miedo. Su respiración se agitaba más y más. Nunca había sentido un miedo tan grande, ya no le importaba nada, ya no quería saber más nada, no le importaba quién fuera "él". El joven sabía que esta vez no la contaría y que en esta ocasión su curiosidad le jugó en contra.
La mano del extraño ser se posó sobre la cama y avanzó lentamente hasta tocar el cubrecama. De repente, la puerta de la habitación se abrió y el joven pudo identificar la voz de su madre.
– Despierta hijo, ya son las 7:00 a.m.
El joven pensó lo peor, si la criatura aún estaba en el cuarto su madre corría peligro. Después de abrir los ojos se levantó rápidamente y gritó:
– ¡Mamá! ¡No!
– ¿Qué cosa? – Su madre se encontraba de pie mirándolo de manera extrañada.
El muchacho no entendía nada. Se abalanzó sobre el cuerpo de su madre para abrazarla, ella también lo abrazó.
– No te preocupes, todos pierden el juego.
El muchacho sintió un olor asqueroso. Soltó a quien se suponía era su madre y caminó unos pasos hacia atrás. Su rostro se horrorizó por lo que vio. Ahí estaba la criatura parada en frente de él. La ventana estaba abierta y aún era de noche.
– No debiste abrir los ojos.
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¡No abras los ojos!
HorrorUn curioso muchacho decide participar en un enigmático juego de terror que encuentra en internet, sin embargo, las cosas no salen como él esperaba.