Rendirse Jamas [J.B] © {En edición}

✖01."Asuntos por resolver"

 

Cantaba la última canción de la noche. La gente estaba gritando mi nombre. Veía a mis fans bailar y cantar las canciones, lo cual hacia que mi corazón se acelerara un 100%. Varios flashes llegaban a mí. Algunos me incomodaban un poco, aún estaba en proceso de acostumbrarme a ello. El sonido que producía Luke al pasar sus dedos por las cuerdas de su guitarra vibraba en mis oídos.

Caminé decidida por el escenario. Era muy largo, y a estas alturas del concierto, por cada paso que daba una gota de sudor se resbalaba de mi frente. Me sentía realmente cansada y al mismo tiempo entusiasmada. Me encanta mirar esas sonrisas que adornan la cara de cada chica y chico que ahí se encontraba. Sus ojos tenían un brillo especial; un brillo de alegría que provocaba en mí una sonrisa.

Separé mis piernas mientras cantaba la última estrofa; era una nota alta. Sujeté mi micrófono con más fuerza mientras me dejaba llevar por la música y alcanzaba esa nota. Los gritos aumentaron cuando finalicé la canción.

―Gracias Manhattan ―grité a través del micrófono. El aumento de gritos se hizo presente. Sonreí ampliamente. Sentía que logré alegrarles uno de sus días estas personas desconocidamente conocidas. Me emociona saber que luego de que pasen los días ellos seguirán recordándolo, reirían y llorarían al recordar todo lo que hicieron hoy en el concierto. Desearía saber que aunque ellos sufren, hoy hayan dejado el sufrimiento y se hayan divertido como nunca.

Corrí hasta el inicio de la pasarela en el escenario.

―Gracias. Te Amo ―grité otra vez.

Sequé con la toalla mi cuerpo, el trozo de tela blanca era suave y olía a limón. Típicos olores de hoteles. Aunque hay algunas veces que huelen a frambuesa, lo cual es malo, por que me producen náuseas.

Me puse una remera blanca básica, manga corta, unos leggins negros y por ultimo tomé unos Vans y me los coloqué. Cepillé mi cabello castaño oscuro deshaciéndome de los odiosos nudos hasta que dos golpes en la puerta se hacen presente.

―Pase ―musité. Seguí mirándome en el espejo. Había detectado ojeras debajo de mis ojos.

Vi por el espejo como una cabeza se asomaba por la puerta. Cory.

―Abby, en 10 minutos salimos, tus maletas ya están en el autobús ―informó. Asentí.

―Bien ―me volteé hacia él y le dediqué una sonrisa, él sonrió y salió de mi habitación.

Las puertas doradas del ascensor se abrieron dejando a la vista la lujosa primera planta del hotel. Como era noche no había muchas personas ahí excepto las persona que están al pendiente del hotel. Kevin se acercó a mí para guiarme hacia los elevadores que conducían hacia el estacionamiento del hotel (el cual quedaba abajo de este).