Charly y yo nos dirigimos hacia la pista de baile.
Al parecer nadie había notado nuestra ausencia, había pasado una hora desde que estábamos en la cocina, y a mí se me había ido volando el tiempo. Estar en el paraíso de Charly Nerron te quitaba minutos de vida, haciéndolos tan cortos pero tan bien aprovechados.Charly me tomaba de la cintura, o incluso de un poco más abajo, esta vez con más seguridad que antes, como nunca lo había hecho.
Soltaba pequeñas sonrisas y se acercaba a mi cara para seducirme, y jugar conmigo, intentando robarme besos y después retirando su rostro de mí, dejándome con los ojos cerrados y con ganas de otro beso.
Solo me engañaba.
Maldito hermoso.En una acción rápida, Charly me sujetó de la cintura con firmeza, y me empujó a un lado, dejándome solo con una pierna en el piso, y lo único que me impedía caer eran sus manos, que se negaba soltarme, y eso esperaba, que no lo hicieran.
Solté una risa de nerviosismo y sorpresa, no lo esperaba. Yo no esperaba nada nunca.
Y aún estando en esa posición tan complicada, Charly se fue acercando lentamente a mis labios, hasta que se juntaron con los suyos.
Un beso sutil, apenas visible, pero tan significativo.
Me había besado sin importarle nada, sin siquiera preocuparse de que alguien nos viera, o que incluso su hermana nos mirará desde alguna esquina del jardín. Solo le importaba el presente, solo le importaba nosotros dos en ese momento.Ahora estábamos juntos…
Estaba confirmado.Charly sonrió, y después me regreso a mi posición normal, con los dos pies en el piso, mientras él se acurrucaba en mi pecho, presionando mi nuca en repetidas ocasiones, jugando con mi cabello, arrebatándome suspiros.
Yo lo abrace, me encanta todo lo que hacía. Me encantaba todo él.
Cerré los ojos sin explicación, solo por vivir el momento sin ver a mi alrededor, para guardar bien cada estúpida sensación.Pero...
Tenía un mal presentimiento, algo que me impedía disfrutar del todo.
Algo en mis adentros se negaba a que esto fuera verdad, tal vez era miedo, o inseguridad, pero no lograba estar cómoda.Algo no estaba bien.
No lo estaba...Abrí los ojos sin borrar la sonrisa de mi rostro, y ahí, en medio de toda la masa de cuerpos moviéndose al ritmo de la música me llenó una sensación extraña, sabía lo que significaba, lo había vivido tantas veces que ya no me sorprendía.
Esteban estaba a solo unos metros de nosotros, estaba solo; me miraba fijamente, con una botella de cerveza en la mano y un cigarrillo en el otra. Tenía los ojos rojos, seguramente estaba borracho, y sabe que otras cosas más.
No estaba lo bastante jodido ya, y no con eso le bastaba solo con tomar, si no que ahora fumaba, y posiblemente se drogaba junto con los secuaces de Samanta.
Cada vez era un chico perfecto para Samanta, lleno de problemas.
Ya no quedaba ningún rastro de aquel chico dulce que había conocido.Le sostuve la mirada aún sabiendo que probablemente mañana no recordaría esto; le sostuve la mirada para enfrentarlo, y apreté a Charly en mis brazos aún más fuerte, haciendo que él me apretara también.
Él no veía nada, estaba concentrado en mi cabello.
Ya no sentía nada por él, todo se había quedado en el pasado, lo enfrentaba, ya no me importaba si nos miraba, no dejaría de ser feliz solo por él y su estúpida mirada de psicópata, sus estúpidos ojos…Volví a serrar los ojos para dejarme impregnar por el perfume de Charly, y el sabor de sus labios presionando los míos. La noche estaba perfecta, y ningún hijo de puta me lo arruinaría. Ya no.
Charly y yo seguimos bailando, entre beso y beso, miradas cargadas de secretos y electricidad, de roses inesperados, correspondidos por otro de mayor intensidad.
Charly era como magia, tan adictiva que con cada demostración y con cada degustación querías más y más; eran como una maldita droga. No podías dejar de probarla sin no querer otro poco.
Era igual a como me lo imaginaba, sus besos, el sabor, la sensación. Sus caricias llenas de electricidad, de sensaciones tan extrañas de explicar.
Todo estaba lleno de magia en nuestro alrededor.
Y no hablar de sus besos, sus malditos besos, los de verdad, en los que él sabía que eran correspondidos y aceptados.
Eran el paraíso en el mismo infierno.
El puto infierno en llamas, cargado de pecados y pecadores; lleno de tentaciones peligrosamente atractivas, te atraen y quieres pecar, quieres divertirte por un rato más sin importar las consecuencias.
Me quería quemar... Lo deseaba.
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¿Y si te digo que me enamoré de ti?
Fiksi RemajaTal vez ese día no debimos habernos besado, tal vez nunca debimos de sentir esto, aunque fuese el beso más maravilloso nos trajo tantos problemas, pero, no puedes cambiar lo que ya pasó, aquél día demostramos lo que callamos durante bastante tiempo...