Recuperando El Pasado.

Capítulo Sesenta y dos.

30 de julio, 2016.

Fruncí el ceño al sentir un roce constante en mi hombro, abrí perezosamente mis ojos para encontrarme con la figura sombreada del pequeño rubio; sus ojos grises dieron con los míos, hizo un puchero y pestañeó un par de veces, intentando retener las lágrimas que tenía acumuladas. Me incorporé y aparté la sábana para estirarme y alzarlo; lo senté en medio de mis piernas. Noah pegó su cabeza a mi pecho y lo escuché sorber su nariz.

— ¿Una pesadilla, pequeño? — él asintió con su cabeza. — ¿Quieres contarme qué soñaste? — volvió a repetir su acción, sorprendiéndome. — ¿Monstruos? — él negó, ladeé mi cabeza. — ¿Dinosaurios gigantes? — pregunté haciéndolo reír por lo bajo y negar con su cabeza. Me volteó a ver con su sonrisa mínimamente ladeada, lo giré para que quedara frente a mí y pasé mis pulgares limpiando los rastros de lágrimas. — Cuando mi padre me dejó en el hogar temporal, — él abrió sus ojos. — ¿no te había contado eso? — negó rápidamente. La psicóloga de él nos había explicado que por todo lo que ha pasado, Noah tiene una visión más amplia de la realidad que un niño de su misma edad que no haya pasado por eso. — Bueno, cuando me separaron de mi hermana, me enviaron a un hogar con una familia genial; tenía seis años, — ladeé mi cabeza, recordando la historia. — no, ocho años. — corregí a lo que él rió por lo bajo y asintió. — Viví con esa familia por un par de meses, luego me entregaron a otra familia, — hice una mueca. — ya me había acostumbrado a vivir con tres hermanos más y cuando llegué a la otra casa, solo había dos; así que aparte de extrañar a mi hermana, ahora extrañaba a los otros tres... me costó adecuarme, odié ese cambio, empezar de cero; pero después de un tiempo, también comencé a quererlos, viví con ellos por cuatro años, era el colmo si no los quería. — ladeé mi sonrisa, con la imagen de Joselyn en mi mente. Noah rió como si entendiera completamente a lo que me refería. — Los primeros años no me parecía necesario hablar, no quería hacerlo, no había nada que quisiera que los demás escucharan, así que aprendí a expresarme de otra manera... Joselyn, mi mamá adoptiva, — aclaré mi garganta intentando ignorar el nudo que se estaba formando. — una vez llegó con muchos libros infantiles y cuadernos nuevos, me dijo que estaba de acuerdo con que no quisiera hablar, pero que debía expresar mis pensamientos y sentimientos de alguna manera, así que se sentaba todos los días después de la escuela conmigo, a leer... ella leía, yo la escuchaba. — mordí mi labio inferior y tomé aire. — Cuando terminaba de leerme la historia, me daba el cuaderno para que yo escribiera lo que pensaba del cuento, lo que me había gustado, lo que no me había gustado, lo que yo habría cambiado... — reí por lo bajo. — Con el tiempo aprendí que me encantaba escribir, así que eso hacía todo el tiempo; mi mamá leía lo que yo anotaba y me corregía o me felicitaba... luego de un tiempo, comencé a hablar con ella. Luego Mike, — Noah abrió sus ojos sorprendido. — sí, él era mi hermano mayor. También hablaba con Abigail, cada vez que Mike me sacaba de quicio hablaba con ella. — el rubio rió. — Le tomé mucha confianza a Matt, tengo que decirte que al principio parecía muy serio y amargado, trabajaba todo el tiempo y llegaba a casa en la noche, solo estaba en las cenas; pero cuando le di una oportunidad terminé dándome cuenta de que solo era una apariencia, es un payaso a tiempo completo. — Agrandé mi sonrisa y pasé mi pulgar por su mejilla. — ¿Te gustaría aprender a escribir? Así podrías decirnos todo lo que piensas sin necesitar hablar. — me encogí de hombros. — Y te podría conseguir todos los libros infantiles que Joselyn me leía a mí, yo te los podría leer a ti.

Él mantuvo su mirada en mí, analizando mis palabras; lo vi ladear su sonrisa y asentir con su cabeza antes de inclinarse hacia el frente rodeando mi torso con sus brazos y pegando su cabecita en mi pecho. Sentí mi corazón estrujarse, respiré profundo intentando no llorar; le devolví el abrazo y besé su cabeza.