Prólogo...

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Dicen que las almas están destinadas a conocerse, no importa el tiempo ni la distancia, esa regla de amor nunca cambia. Esa regla divina de si yo amo a esa persona, nadie más lo puede hacer.

Un joven albino se encontraba recostado en su cama, luego de un día de estudios y trabajos había quedado muy cansado, su cabeza dolía pero eso ya lo solucionaría tomando alguna pastilla. Su vista se mantenía impregnada en el techo de su habitación mientras los recuerdos de su niñez volvían de golpe a él, una sonrisa se formo en sus labios y giro un poco su cabeza para esta vez ver a su escritorio, una pequeño marco que mantenía en su interior una foto, la cual le volvió a sacar una sonrisa que a los pocos segundos se borro.

-Agh! por que tengo que recordar eso... -

Se recrimino a si mismo y se levantó lentamente de su cómoda cama, se acomodo su cabello a un costado y soltó un suave suspiro para luego tomar camino hacia la cocina. Todo era muy tranquilo desde que sus padres se fueron al sur, pero no le afectaba mucho, ya que siempre estuvo... "SOLO".

Tomo una taza para poder prepararse su té, pero dejo aquella porcelana sobre la mesada y miro hacia la sala, lentamente camino hacia la misma con algo de nostalgia para luego quedarse estático sobre el marco de la puerta, acaso sus ojos lo estaban engañando.

-Tú... ¿Qué haces aquí? -

Trato de acercarse a aquel joven pero su cuerpo no se movía, sus piernas temblaban y cuando se dio cuenta aquel joven ya no estaba... llevo una de sus manos a su cabeza y cerro sus ojos los cuales eran adornados por notables ojeras. ¿Se estaba volviendo loco? seguramente.

Sacudió su cabeza para tratar de despejarse un poco y quitar aquellas tontas alucinaciones, pero de alguna manera sabia que no lo logaría fácilmente.

Logro retroceder, un paso, dos pasos... y así hasta llegar al baño, cerro la puerta y se acerco al lavado para abrir la canilla y mojarse la cara, un escalofrío le recorrió la espalda al sentir lo helada que estaba­, pero no le importaba, levanto su rostro para verse al espejo. Sus ojos se abrieron de par en par ¿Qué le había pasado?.

-Estoy hecho un desastre... Daniel, ¿Qué demonios te ah pasado?

Bajo su rostro, ya no quería ni verse, su tez estaba muy pálida, más de lo normal. Sus ojos agotados y aquellas ojeras no ayudaban mucho a ocultarlo, su cabello que siempre solía cuidarlo, estaba hecho un desastre completamente desordenado. Cerro sus puños con fuerza, no lo aceptaba, no quería aceptar su condición, solo era un sueño... no, una pesadilla, eso mismo.

Volvió a levantar su rostro y abrió sus ojos que anteriormente en un pequeño lapso los había cerrado, mantuvo su vista en el espejo viendo su propio reflejo y la ira lo consumió, en un movimiento rompió aquel espejo y se alejo viendo los pedazos de vidrio caer al suelo, llevo sus manos a su rostro y su cuerpo lo recostó por completo en la fría pared, para dejarse caer al suelo y estallar en un llanto silencioso y lleno de dolor.

-Todo es su culpa... Nicolas, todo esto es tu culpa... 

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⏰ Última actualización: Jan 15, 2018 ⏰

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