Capítulo 12: El manuscrito

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Jon se levantó tarde ese día, especialmente tarde. De repente, le dio por pensar en todas las veces que habían intentado matarlo, y descubrió que eran demasiadas.

«Descubriré qué cojones pasa en el instituto, aunque tenga que morir por ello», pensó.

Entonces, desayunó, comió, y se vistió para ir a clase. Se lavó los dientes, y salió de casa. Tenía que llegar a la parada a tiempo para coger el autobús e ir a clase.

—Vale. Otro día nuevo. —Dijo Jon.

Subió al autobús, y se sentó al lado de David Federico.

—Sé que me estás investigando. ¿Qué crees que vas a sacar en claro? —Dijo David.

—Descubrir quién es el culpable de todo lo que está pasando en el instituto. De una forma u otra, lo descubriré. —Dijo Jon.

—No tendrás nada mientras me sigas investigando. No he matado a nadie, ni hice esa pintada con la sangre de un gato. —Dijo David.

—¿Seguro? No estoy yo tan seguro de que no tengas nada que ver. Nos miras con recelo, y dudo que no sea por algo. —Dijo Jon.

—Yo no miro a nadie con recelo. Yo estoy harto de que en este equipo se me menosprecie y trate como un cero a la izquierda. —Dijo David.

—¡No habernos deseado la muerte a Paloma y a mí! —Exclamó Jon.

—Vale. Siento lo de la puta fantasma. Y lo de la ouija. —Dijo David.

—Reconocer la culpa no te exhime de ella. —Dijo Jon.

El autobús avanzaba, y cada vez estaban más cerca del instituto, y de su siguiente clase. Ya se encontraban a finales de febrero, y el frío empezaba poco a poco a disiparse para dar paso a temperaturas templadas.

Entonces, llegaron al instituto. Patricia apareció de repente. Parecía que había salido de la nada, y saludó a Jon y a David.

—Hey, Jon. Hey, Federico. ¿Qué tal os va? —Dijo Patricia.

—A mí muy bien. —Dijo Jon, pasando de largo.

David, sorprendentemente, se quedó hablando con ella. Eso Jon no se lo esperaba. Entonces, Paloma y Marta aparecieron.

—Tenemos noticias escalofriantes. —Dijo Marta con una pausa dramática.

—No te van a gustar. —Dijo Paloma.

—A ver, decídmelas. He oído y visto cosas demasiado escalofriantes como para asustarme. —Dijo Jon.

—Una chica, llamada Lucía Garat, desapareció ayer por la noche. No se sabe nada. Aunque, según la policía, un testigo ocular afirma haber visto una luz extraña y oído una voz terrorífica antes de que Lucía desapareciese por completo. Sus padres están muy preocupados. Ni la policía ha podido tomarles declaración. —Dijo Paloma, con voz queda.

—¿Estaba en el instituto? —Inquirió Jon.

—Por desgracia sí. —Dijo Paloma.

—Vamos a averiguar qué coño está pasando. Esa cosa ya se está cobrando demasiadas vidas. —Dijo Jon.

—No se cobrará la mía. —Dijo Marta.

Entonces, las clases pasaron. Pasaron rápidamente, pero pasaron. Paloma tuvo el detalle de invitar al resto del grupo a su casa.

Cuando llegaron, Jon empezó a notar una sensación extraña. El viento soplaba frío, y provocaba temblores en el ya curtido cuerpo de Jon.

—Bueno. Quería enseñaros una cosa que encontré en una casa rural en la que estuve. —Dijo Paloma—. Lo encontré hace muchos años, pero no sabía lo que significaba. Nunca se lo enseñé a nadie por miedo a que me tomaran por loca. Pero ahora estoy dispuesta a enseñároslo a vosotros.

—Adelante. Queremos ver lo que es. —Dijo Jon.

—¿Tú hablas por todos? —Inquirió Patricia.

—A veces. —Dijo Jon con sarcasmo.

Entonces, Paloma sacó lo que tenía. Era un manuscrito con letras y símbolos extraños sobre él. Jon supuso que sería alguna lengua muerta.

—¿Alguien sabría traducir esta mierda? —Inquirió Rafa.

—Yo he visto símbolos así antes. Había unos cuantos cuando vimos lo del mensaje escrito con sangre en la pared. —Dijo Jon.

—¿Y podrías decirnos qué pone? —Inquirió Juanjo.

—Pone lo siguiente:

Inclinaos todos ante el Inquisidor, que os recordará quién manda aquí. El poder rige en la capacidad para matar a tus enemigos. Si alguien abre mi cámara, la maldición se desatará y ríos de sangre correrán por las ciudades, pueblos y aldeas. Cuando mi criatura salga al exterior, saldrá como el ser supremo del universo y aniquilará a todo bicho viviente.

Es sencillo: tú abres mi cámara, y yo te lanzo esta criatura para devorar tus entrañas. Así que todos, bastardos curiosos, pereceréis bajo el yugo del Sótano de los Horrores. Quien tenga la osadía de abrirlo, podrá sufrir los más atroces males imaginables, desde ser violado hasta ser destripado o decapitado por la criatura. Lo que el monstruo prefiera. El caos se extenderá por el mundo rápidamente, y habrá hambrunas, muerte, sangre, asesinatos, guerras, traición, saqueo y violaciones. La sangre correrá por este mundo como un río infinito. Quiero que sepáis que mi maldición se transmitirá por los siglos de los siglos, y quien sea afectado por ella, más le vale correr. —Leyó Jon en voz alta.

—Vale. Así que la maldición se activa cuando el sótano es abierto. No quiero ni imaginarme la criatura que habitará ahí dentro. Tiene que ser un horror. —Dijo Patricia.

—Pues tenemos que encontrar a la criatura y matarla. Solamente así cesarán los asesinatos. —Dijo Jon.

—¿Y cómo lo vas a hacer? —Inquirió Juanjo.

—Si es necesario entraré ahí yo solo. —Dijo Jon.

—Es una puta locura, Jon. Podrían hacerte miles de cosas horribles. —Dijo Patricia.

—Es preferible que sea a mí a que sea a cualquiera de vosotros. No me perdonaría jamás que a alguien de este grupo le pasara algo. —Dijo Jon.

—Anda, no seas idiota. Te queda muy grande el papel de héroe. —Dijo David.

—Al menos yo hago algo. Al menos yo no me pongo a usar la ouija cuando hay un fantasma. Lo único que hiciste fue atraer a esa fantasma hasta donde estábamos nosotros y lograr que clavara su cuchillo en el vientre de Marta. Menudo susto me llevé. —Dijo Jon.

—Jon, ya estoy bien. Tranquilo. —Dijo Marta.

—Sí, lo sé. Pero nos pasarán más cosas, y es preferible que sea a mí a que sea a cualquiera de vosotros. Algunos me caeréis mejor y otros peor, pero este es nuestro grupo, y tenemos que usarlo correctamente. De lo contrario, moriremos todos. No podemos permitirnos tener discusiones ahora. Quiero que dejemos todas nuestras putas diferencias a un lado y eliminemos el mal que nos acecha. Porque está muriendo gente, y más padres seguirán sufriendo por culpa de que nosotros no permanecemos unidos para luchar contra el enemigo: las Sombras del Odio, y estoy seguro de que ese Inquisidor tiene algo que ver con las Sombras del Odio. —Dijo Jon.

—Sea lo que sea, lo descubriremos. Tienes razón, Jon. No podemos permitir que nuestras diferencias terrenales nos impidan combatir al enemigo. —Dijo Paloma.

Entonces, después de esto, echaron unas cuantas horas a la televisión. Vieron Stranger Things, serie a la que Jon y Paloma compartían afición.

La serie tenía un tremendo parecido con la situación actual del grupo.



Sombras de Odio II: El Sótano de los HorroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora