Louis. 18 de marzo

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No tengo noticias de Harry desde hace un día, luego dos días, luego tres días. Cuando el miércoles llego a casa después de salir del instituto, está nevando. Las calles están cubiertas de blanco y he tenido que parar a limpiar a Leroy media docena de veces. Mi madre está en su despacho y le pregunto si me presta el coche.

Le cuesta un momento encontrar la voz necesaria para responderme.

—¿Adónde quieres ir?

—A casa de Shelby.

Shelby Padgett vive al otro lado de la ciudad. Me sorprende la facilidad con que me brotan las palabras de la boca. Me comporto como si el hecho de preguntarle si me deja el coche, cuando llevo un año sin conducir, no fuera nada excepcional, pero mi madre se ha quedado mirándome fijamente. Y sigue mirándome fijamente cuando me entrega las llaves y me acompaña hasta la puerta y me sigue por la acera. Y entonces veo que no solo me mira fijamente, sino que además está llorando.

—Lo siento —dice, secándose los ojos—. No estábamos seguros... No sabíamos si algún día volveríamos a verte conducir. El accidente cambió muchas cosas y se llevó muchas otras. No es que conducir, dentro de la imagen global, sea tan importante, aunque es algo que a tu edad deberías hacer sin pensártelo dos veces, pero ve con cuidado...

Balbucea, pero se la ve feliz, lo que solo sirve para que me sienta peor por estar mintiéndole. La abrazo antes de subir al coche y sentarme al volante. Le digo adiós con la mano, sonrío, pongo el motor en marcha y digo en voz alta:

—Todo bien.

Arranco lentamente, sin dejar de decir adiós ni de sonreír, pero preguntándome qué demonios pienso que estoy haciendo. Al principio me noto tembloroso, puesto que hace mucho tiempo que no conduzco y no estaba seguro de ser capaz de volver a hacerlo. Avanzo a sacudidas porque no paro de tocar el freno. Pero entonces recuerdo a Lottie a mi lado, cuando me dejó conducir hasta casa después de que me sacara el carnet. «Ahora ya puedes llevarme a cualquier sitio, Louis. Serás mi chófer. Yo me sentaré atrás, me pondré cómoda y disfrutaré del paisaje.»

Vuelvo la cabeza hacia el asiento del acompañante y casi puedo verla, sonriéndome, sin siquiera mirar la carretera, como si no necesitara hacerlo porque confía en que yo sé lo que me hago sin su ayuda. La veo apoyada contra la puerta, las piernas recogidas y las rodillas bajo la barbilla, riendo de alguna cosa, o cantando al ritmo de la música. Casi puedo oírla.

Cuando llego al barrio de Harry, conduzco ya sin contratiempos, como si llevara años haciéndolo. Me abre la puerta una mujer, que debe de ser su madre porque tiene los ojos del mismo color esmeralda que los de Harry. Resulta extraño pensar que, después de todo este tiempo, no la conozco hasta ahora.

Le tiendo la mano y digo:

—Soy Louis. Encantado de conocerla. Vengo a ver a Harry. —Se me ocurre que es posible que

no haya oído hablar de mí, de manera que añado—: Louis Tomlinson.

Me estrecha la mano y dice:

—Por supuesto. Louis. Sí. Debería haber vuelto ya del instituto. —«No sabe que está expulsado.» Va vestida con traje de chaqueta y medias, pero va descalza. Tiene una belleza descolorida, gastada—. Pasa. Justo acabo de llegar a casa.

Su bolso está encima de la mesa del desayuno junto con las llaves del coche, los zapatos descansan en el suelo. Oigo la televisión en otra habitación y la señora Styles grita:

—¿Decca?

Al momento se oye un remoto «¿Qué?».

—Nada, solo para ver si estabas aquí.

Broken Soul (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora