Louis. 21 de marzo y después

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Llamo a la puerta de su habitación, pero no obtengo respuesta. Vuelvo a llamar.

—¿Harry?

Llamo otra vez, y otra, hasta que al final oigo movimiento, el golpe de alguna cosa que se cae, un «Me cago en la...» y se abre la puerta. Harry va vestido con traje. Se ha cortado el pelo, prácticamente al uno, y entre eso se lo ve más mayor y, sí, está más bueno.

Me ofrece una sonrisa ladeada y dice:

—Boo bear. La única persona a la que deseo ver.

Se aparta para que pueda entrar.

La habitación sigue desnuda como la de un hospital, y me vengo un poco abajo ya que, por lo visto, ha estado en un hospital y no me lo ha dicho. Y tanto azul, no sé por qué, me produce sensación de ahogo.

—Tengo que hablar contigo —digo.

Harry me da un beso de bienvenida y veo que tiene los ojos más brillantes que la otra noche, o tal vez sea porque no lleva gafas. Cada vez que cambia cuesta acostumbrarse. Vuelve a besarme y se apoya contra la puerta adoptando una postura sexy, como si supiera lo guapo que está.

—Vayamos por partes. Ante todo tengo que saber qué opinas sobre los viajes espaciales y sobre la comida china.

—¿En ese orden?

—No necesariamente.

—Opino que son interesantes y que es realmente estupenda.

—Bien. Descálzate.

Me descalzo y desciendo unos centímetros.

—Ropa fuera, enano.

Le doy un leve empujon.

—Luego, vale, pero no se me olvidará. De acuerdo. Ahora cierra los ojos, por favor.

Cierro los ojos. Reflexiono sobre la mejor manera de sacar a relucir Vida es Vida. Pero vuelve a ser tan él, por mucho que su aspecto sea distinto, que me digo que cuando vuelva a abrir los ojos las paredes de la habitación volverán a ser rojas, los muebles habrán regresado a su lugar y la cama estará hecha porque Harry duerme de nuevo en ella.

Oigo que abre la puerta del vestidor y tira un poco de mí.

—Mantenlos cerrados.

Extiendo los brazos por instinto, pero Harry me los hace bajar. Suena Slow Club, un grupo que me gusta, valiente, agridulce, poco convencional. Como Harry, pienso. Como nosotros. Me ayuda a sentarme y noto que estoy sobre un montón de cojines. Escucho y percibo que se mueve a mi alrededor después de cerrar la puerta, luego noto sus rodillas presionando las mías. Vuelvo a tener diez años, vuelvo a la época en que construía fuertes.

—Ábrelos.

Los abro.

Y estoy en el espacio, todo reluce como en Ciudad Esmeralda. Hay planetas y estrellas pintados en paredes y techo. Las notas adhesivas siguen en la pared. La colcha azul está a nuestros pies y es como si el suelo brillara. Veo platos, cubiertos y servilletas junto a recipientes con comida. Una botella de vodka en un cubo con hielo.

—Por si no te has dado cuenta —dice Harry, levantando una mano hacia el cielo—, Júpiter y Plutón están perfectamente alineados en relación con la Tierra. Es la cámara del efecto gravitacional de Júpiter-Plutón. Donde todo flota indefinidamente.

Lo único que sale de mi boca es «Oh, Dios mío». Me ha tenido tan preocupado, el chico al que amo, tan preocupado que no lo he sabido hasta este momento, contemplando el sistema solar. Es la cosa más encantadora que alguien ha hecho en toda mi vida por mí. Es tan encantador que parece de película. Es tan épico y tan frágil que deseo que la noche dure eternamente, y saber que eso es imposible me entristece.

Broken Soul (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora