El domingo, hacia las diez y media de la mañana, Gemma Styles se presenta en la puerta de casa. Parece que lleve semanas sin dormir. Cuando la invito a pasar, niega con la cabeza.
—¿Tienes idea de dónde podría estar Harry?
—No he tenido más noticias de él.
Empieza a asentir.
—Vale. —Asiente y vuelve a asentir—. Vale. Vale. Es solo que se ha ido poniendo en contacto cada sábado con mi madre o conmigo, bien por correo electrónico, bien dejando un mensaje en el contestador cuando no nos ha encontrado. Todos los sábados. Ayer no supimos nada de él, y esta mañana hemos recibido un mensaje de correo electrónico muy extraño.
Intento no ponerme celosa al descubrir que ha estado en contacto con ellas pero no conmigo. Al fin y al cabo, son su familia. Yo soy solo yo, la persona más importante de su vida, o al menos lo he sido durante un tiempo. Pero de acuerdo. Lo entiendo. Ha seguido adelante con su vida. También lo he hecho yo.
Me entrega una copia impresa del mensaje. Lo ha enviado a las 9.43 de la mañana.
«Recuerdo cuando fuimos a Indianápolis a comer a aquella pizzería, aquella que tiene un órgano en su interior. Gemma debía de tener once años, yo diez, Decca era un bebé. Estaba mamá. También papá. Cuando el órgano empezó a sonar —tan fuerte que hasta las mesas temblaban—, empezó también el espectáculo con las luces. ¿Lo recuerdan? Eran como auroras boreales. Pero lo que más recuerdo es a todos ustedes. Éramos felices. Éramos buenos. Todos y cada uno de nosotros. Los momentos felices desaparecieron por un tiempo, pero regresan. Mamá, tener cuarenta años no significa ser vieja. Decca, a veces las palabras más feas esconden belleza; el secreto está en cómo las lees. Gemma, cuida ese corazón y recuerda que eres mejor que muchos gilpollas. Eres una de las mejores. Todas lo son.»
—He pensado que tal vez sabrías por qué ha escrito esto, o que tal vez hubieras tenido noticias.
—No, y no las he tenido. Lo siento.
Le devuelvo el papel y le prometo que se lo diré enseguida si, por obra de algún milagro, Harry decide ponerse en contacto conmigo, y entonces se va y yo cierro la puerta. Me apoyo en ella porque, no sé por qué motivo, necesito recuperar el aliento.
Aparece mi madre. Tiene el entrecejo fruncido.
—¿Te encuentras bien?
Estoy a punto de decirle que por supuesto que sí, que me encuentro estupendamente, pero me siento como si de un momento a otro fuera a doblarme por la mitad y la abrazo, reposo la cabeza en su hombro y dejo que su maternidad me envuelva durante unos minutos. Luego subo a mi habitación, pongo el ordenador en marcha y entro en Facebook.
Hay un mensaje nuevo, de las 9.47, cuatro minutos después de que enviara el correo a su familia.
«Las palabras están escritas en Las olas: "Si este azul estuviera ahí siempre; si este vacío se conservara siempre; si este momento durara siempre. Siento que brillo en la oscuridad. Estoy adornado. Estoy preparado. Es la pausa pasajera; el momento oscuro. Los violinistas ya han levantado sus arcos. Es mi llamada. Es mi mundo. Todo está decidido y presto. Tengo raíces, pero floto. 'Ven' digo, 'ven'".»
Escribo lo único que se me ocurre: «"Quédate", digo, "quédate"».
Miro cada cinco minutos, pero no responde. Lo vuelvo a llamar y el contestador sigue lleno. Cuelgo y llamo a Niall. Responde como si estuviera pendiente de mi llamada.
—Hola, justo ahora iba a llamarte. He recibido un mensaje de correo electrónico de Harry de lo más extraño.
El de Niall es de las 9.41 y dice simplemente: «Sin duda habrá alguien que te amará por ser quien eres. No te rindas».
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Broken Soul (L.S)
FanfictionLouis está roto. Harry está roto. ¿Pueden dos mitades rotas reconstruirse? Esta es la historia de una chico que aprende a vivir de un chico que pretende morir; de dos jóvenes que se encuentran y dejan de contar los días para empezar a vivirlos. || A...