Agarró aquel paquete de seis cervezas con ayuda de sus dedos, comenzó a caminar por toda aquella pequeña tienda en la cual se había metido en busca de algo barato para poder comer, más bien, no tomar alcohol con el estómago vacío, ya que por muy estúpido que sea esta consciente de ciertas cosas.
Pasando por el pasillo de las frituras miraba atentamente el precio de cada cosa, finalmente agarró una bolsa de patatas fritas que se encontraban en oferta y caminó hacia la caja, donde se encontraba una señora de edad, que miraba con detalle cada movimiento que hacia el chico ahí dentro, ya que era el único a las tres de la mañana y tenía una pinta algo no muy agradable a la vista. Sin soltar una palabra frente a la cajera, dejó las cosas sobre la mesa y se sacó la billetera de su bolsillo trasero, al abrirla solo se encontró con un billete y un par de monedas, haciendo una pequeña mueca con sus labios miró el precio final en aquella pantalla delante de él.
Sonrió sacando el billete arrugado para dejarlo sobre la mesa con un pequeño golpe asustando un poco a la cajera, agarró la bolsa con lo que acababa de comprar y se retiró de ahí. Una vez cruzando aquellas puertas de vidrio soltó un gran suspiro sacando una de las cervezas y abriéndola comenzó a caminar mientras arrastraba sus pies con poco ánimo.
Se detuvo, miró la lata de cerveza y luego la bolsa que sostenía en su mano, dándose cuenta que había comenzado a tomar alcohol con el estomago vacío. Chasqueó la lengua antes de proseguir tomando cerveza con algo de desesperación, tenía sed, estaba sobrio y eso le molestaba bastante.
Ahí de pie estaba, cuando quedaban diez minutos para que se dieran las cuatro de la madrugada, tomaba cerveza como si no hubiera un mañana, dejando que aquel amargo liquido se apoderara de él una vez más.
Tiró la lata el suelo sin preocupaciones, miró su mano izquierda en el proceso. Mordiendo su labio con algo de fuerza y rencor se colocó la capucha mientras finalmente comenzaba a caminar en dirección a ese atajo que lo llevaba a su pequeño apartamento en el centro de Tokyo.Aquel oscuro callejón, del cuál no se vería nada si no fuera solo por el único farol que alumbraba todo ese lugar. Odiaba ese callejón, no, no lo odiaba, había un sentimiento que el ni mismo podría reconocer cada vez que pasaba por ahí. Sentía un nudo formarse en su garganta, un sentimiento extraño en su estomago, algo que lo relacionaba como cuando quieres vomitar, junto a unas enormes ganas de llorar. Perfectamente podría tomar el camino largo, que tan solo se demoraría unos diez minutos más y evitaría completamente aquel torbellino de sentimientos mezclados, pero no lo hacía.
¿Nostalgia? Quizás.
No iba a evitar pasar por aquel callejón por el cual, él solamente solía pasar, por qué le recordaba aquellos momentos cuando se sintió la persona más viva en el tierra, feliz.
De pronto unos pasos provenientes del otro extremo del callejón hicieron que se paralizara completamente. Los pasos hacían eco retumbando en cada espació de ese lugar, el teñido simplemente comenzó a dar pasos lentos, como que si por pisar fuerte el suelo se rompería o algo por el estilo, mientras tomaba pequeños sorbos de la nueva cerveza que había abierto.
Entonces aquella imagen tan familiar se hizo presente mediante se acercaba el único farol ahí. Lo supo, quiso correr, tirarse al suelo, esconderse. Pero su cuerpo no respondía a tales llamados y se detuvo por completo, hasta lo pudo ver bajo la luz blanquecina del farol.
Estaba igual desde la última vez que lo había visto, sus grandes ojos marrones parecían querer robarle el alma, su cabello castaño, su cuerpo, parecía que el pasar de los años no afectaba en él. Esbozó una pequeña sonrisa al verlo vestido de tal manera, en su mente se hicieron presente las palabras dichas años atrás; me daría asco verme vestido así.
Y ahí estaba, con las mangas de la camiseta arrugada, aquella corbata de color negro suelta alrededor de su cuello, esos pantalón de vestir que hacía juego con su corbata junto a un cigarro encendido posado sobre sus labios. En el bolsillo de su camiseta se podía ver perfectamente le relieve que hacía la cajetilla de cigarrillos dentro de esta.
Parecía no haberse dado cuenta de la presencia de Terushima ahí. Ya que al verlo se detuvo de golpe, casi dejando caer el cigarrillo en sus labios, sus ojos marrones se posaron sobre él. Tenía toda la pinta que no esperaba encontrárselo ahí, para ser sinceros, ninguno de los dos esperaba encontrarse.
El teñido tomó el último sorbo de cerveza y volvió a tirar el envase al suelo, esta vez, quitándose la capucha así dejándose ver con más claridad. Ni se dio cuenta cuando sus delgadas manos comenzaron a temblar, pudo sentir el frío sudor recorrer su cuerpo junto a uno que otro escalofrío.
¿Cuántos años habían pasado? ¿Tres? ¿Cinco? No lo recordaba muy bien, tampoco quería hacerlo, dolía, ya que desde aquel día solamente se había dedicado se consumido por el alcohol e hundirse en la miseria de su apartamento. Intentando olvidar todo, sus sentimientos y los recuerdos que solían atormentarlo día y noche, pero por más borracho que se ponga, por más alcohol que tome, no podía olvidar nada, lo único que lograba con eso era terminar en el hospital por intoxicación.
Daichi tomó el cigarrillo entre sus dedos y lo sacudió levemente con la ayuda de su dedo indice así botando las cenizas de este al suelo.
Terushima sentía unas horribles ganas de golpearlo, correr hacia él y abrazarlo, poder sentirlo una vez más en sus brazos, sentirlo cerca, escuchar su voz y decirle cuanto tiempo lo había extrañado todos esos jodidos años. Y Daichi no se salvaba de esos pensamientos cuando miraba al teñido delante de él, quería poder sentir sus labios otra vez, extraña el sabor y el sentimiento, extrañaba al teñido más que nada en este miserable mundo. Daichi quería poder decirle cuanto sentía todo lo que había pasado, cuanto lo había extrañado.
Ambos querían poder decir tantas cosas pero aún así ninguno habló
Nunca hubo un final a la relación; el teñido miró su mano izquierda donde pudo ver ese anillo, ambos tenían ese anillo, aún, a pesar de todo, la promesa aún seguía en pie.
Cinco años, y los sentimientos de ambos seguían igual, e inclusive peor.
Daichi Sawamura creía que Terushima lo odiaba.
Terushima Yuuji creía que Daichi lo odiaba.El castaño tiró el cigarrillo al suelo, y lo pisó. Con su labio inferior temblando levemente, decidió hablar, sin antes aclarar un poco su garganta. Llevaba años poder esperando encontrarse con él de "casualidad", y ahí estaba la oportunidad delante de sus ojos, no lo iba a dejar pasar, no otra vez.
Fue entonces cuando de los labios de Daichi brotó aquella frase que los había unido;
—Aún no te lo he dicho —habló lo suficientemente fuerte para que el teñido delante de él lo escuchara, quien al escuchar después de tantos años la voz del mayor junto a aquella frase que reconoció al instante sintió un nudo en su garganta, ganas de llorar, pero se mantuvo fuerte, con la mirada fija en él—, en todo caso te he estado sintiendo en silencio.
Guardo en silencio, Daichi sintió un repentino miedo apoderarse de él, como el tan solo imaginar que el menor lo rechazaría, que se iría y lo dejaría tirado como alguna vez lo hizo, su labio comenzó a temblar con más fuerza.
—Como ver un atardecer ardiendo por dentro —Terushima terminó la frase junto a su voz quebrada mientras una sonrisa se formaba en sus labios.
Oh, cuento lo extrañaba.
Sawamura sintió que iba a comenzar a llorar solo de lo feliz que se sentía en ese instante.
Yuuji sentía que sus piernas iban a fallar en cualquier momento y caería al suelo llorando por haber estado soportando tanto.
—¿Me darías la oportunidad de empezar todo de nuevo?
:。・:*:・゚'★,。・:*:・゚'☆:。・:*:・゚'★
si se confunden, la historia comienza con el final(?
tenía un nombre eso pero no logro recordarlo y me da flojera rebuscar en mis guías de escritura,
btw, espero que les guste!
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adicción » terudai
Fanfictioncigarrilos y alcohol. besos y caricias. amaneceres tomados de las manos. atardeceres con gemidos en el aire. el ruido de un viejo ventilador funcionando. anocheceres entre risas y sonrisas. ¿dejarías los cigarrillos por mí? sólo si tu dejas el alcoh...