Capítulo I

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La noche empezaba a despejarse, la arboleda se transformaba en una sombra viviente, y las luces de la aldea empezaban a encender una pequeña llama que se agrandaría en la noche.
Los aldeanos, aún pendientes de comprar flores y talismanes para el día siguiente, seguían distrayendose charlando entre ellos. Mañana, un 12 de agosto de x año, un errante chamán vino a salvar a mi aldea hace bastante tiempo, o eso cuentan las leyendas. Por eso, el día de antes, todos, absolutamente todos, tenemos que comprar una ofrenda para llevársela a la tumba que el yace al fondo de la aldea, y en honor a el, se encuentra detrás de la tumba, una estatua esculpida hace 100 años por un familiar mio. No es que sea algo tan obligatorio llevarle alguna ofrenda, ya que hay ancianos que por causa de alguna enfermedad o paraplejidad que no pueden andar y tienen que estar acostados diariamente no pueden. A esas personas no se les incumbe la obligación. En cambio, a las personas como nosotros, sí. La gente de mi aldea ya están acostumbradas desde bien pequeños. Por lo que no hay queja alguna.

Por cierto, no me he presentado. Me llamo Pedro, un pequeño panda de pelaje claro como la nieve, con unas manchitas de tonel oscuro. Dicen que me dan un aspecto adorable.Tengo 18 años. En altura, puedo decir que no soy ni muy enano, ni muy alto, soy algo normal. Me hallo en una aldea bastante solitaria de la civilación, donde la electricidad va a medias, y casi no hay mucha muchedumbre, ya que los más sensatos, se han largado a los pueblos gigantes, con complejidades de tenderos para poder llevar su día a día en la gloria. En estos momentos, ya no vivo con mis padres, resido en una casa próxima a ellos, pero lo suficientemente alejada de su vista. Son muy observadores, por lo que prefiero estar algo fuera de su vista.

Ya empezaba a amanecer, cuando mis ojos se abrieron de par en par. Me levanto de mi cómoda cama y me quito la ropa, dejándome únicamente la ropa interior. Salgo de mi cuarto hacia el baño. En el, me miró unos segundos al espejo y me desvisto al completo antes de meterme en la incómoda bañera. Abro la llave del grifo, y la pongo en la dirección al agua caliente, una vez que ya se ha calentado, me meto y me empiezo a enjabonar. No es que sea lo más agradable estar en un a casa bastante pequeña, pero la había mimado mucho cuando mis padres la edificaron. Era mi hogar.

Al llegar el mediodía, aún tengo que hacer algunos preparativos antes de la ofrenda que se celebra por la noche. Me preparo todo, salgo de mi casa, cerrando antes con llave y salgo pitando al ayuntamiento. El edificio es algo bastante más complejo, es enorme, con unos ventanales góticos, y los pilares que adornaban el exterior son toscanos. Entro al edificio con prisa y me doy cuenta de que esta lleno de gente, por lo que me tocaria esperar en la gigante cola que se había formado. Parece ser que hoy no es mi día de suerte. Me apresuró en encontrar alguna cabina para personas con prisas como yo pero todas estában ocupadas.

Ya pasaron de las dos de la tarde, cuando por fin salí del angustioso lugar. Me encontraba perplejo y cansado de estar como tres horas de pie. (Ojalá pusieran unos malditos bancos para sentarse).

Al llegar a mi casa, me tiro al sofá y me quedo frito.

    ***

Me despierto sobresaltado. Y miro el reloj.

Oh, mecachis, son las ocho de la tarde, en una hora es la ofrenda.

No tarde ni un segundo en levantarme del sofá y prepararme la ropa. Dejo la cena preparada para más tarde y aun tenia tiempo para poder leer un rato. Cogí un libro que tengo en la estantería de mi cuarto y me puse a leer. Tras pasar un rato leyendo, contemplo el reloj y veo que ya son casi las nueve.

—Ahora si que debería de irme para allá. —pensé.

Salí a la calle y camine tranquilamente hasta el lugar. Cruze unas cuantas calles y  después llegue a un camino largo y recto. Era la dirección  a las afueras de la aldea. Ya a lo lejos, se podía percibir los chillidos y las voces de la muchedumbre, por lo que, había llegado casi a mi destino. Al llegar, me meto entre la gente para encontrar a mis padres, que siempre están de los primeros. Mientras intentaba apartar a los vecinos, en un pequeño hueco veo a un lobito bastante atractivo. Por lo que babeo por un segundo. Cuando me doy cuenta, estoy mirandolo fijamente y el me está también mirando, pero su expresión, en cambio de la mía, es de preocupación.

Salgo pitando de allí y por fin encuentra a mis padres.
Todo el mundo dejo sus ofrendas, uno a uno. Después, nos dirigimos hacia la plaza grande donde festejamos un buen baile o barullo. Total, pasan de las tantas de la madrugada hasta que llegó a mi casa. Donde, sin saber porque, está abierta de par en par. Adentro, me fijo en todos los objetos valiosos, pero no percibo que me hayan robado, corro a mi cuarto y estaba igual como lo deje antes de salir. Voy hacia el comedor y igual. Por último, gire a ver la cocina, enciendo la llave de luz y en la mesa, encuentro una nota. La cojo y me extrañó por un momento. La nota por su textura y calidad, era bastante buena. En ella pone:

Encuentrame antes de que el cielo amanezca, te daré algo valioso para tí.

Empecé a sentir nauseas, tenía mucho miedo. Mis manos peludas empezaban a temblar y los pelos se erizaron. No sabía qué hacer. Tenía miedo si lo dejaba pasar, ya que podría volver a venir ese alguien aquí y abrir la casa... E incluso matarme. Por lo que me puse un chaleco color verde oscuro y unos guantes granates, y salí de la casa. Pero, no sabía donde tenía que ir, no había escrito ningún lugar en concreto. Por lo que me decanto en las afueras de la aldea. Insisto, en todo momento y cada segundo, estaba temblando por dentro.

Trewion: El Poder De AshunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora