Diario de una chica del '97

Sábado, enero 13 de 2018

Un día normal, nada de diferente; un paseo en carro con la familia y amigos.

Abuela, hermana, prima y la ironía presente;
4 ruedas, 4 personas a mi alrededor y la soledad conmigo.

Mis expectativas del lugar eran otras, tal cual como conmigo todos los días.

Querer regresar a casa pero no estar en ella es como querer salir a caminar sola pero no hacerlo por miedo.

A la final la fiel compañera cómplice: mi hermana y las que pudieron haberlo sido.

Un café, risas, anécdotas y unas cuantas lágrimas; las mismas 4 ruedas, 1 persona menos a mi alrededor pero sin la soledad presente... aún.

Girar en la esquina o seguir de frente contra el puente, probablemente la segunda hubiera dolido menos.

¿Qué probabilidades hay de toparse a la media noche a quien, sin darse cuenta alguna, rompió tu corazón?

0.00001020408, esas son y aún así pasó.

Iba él en su moto, libre como lo conocí, sonriente como cuando lo abandoné. La diferencia es que cuando lo conocí quizá la causa de su felicidad era la vida, su estudio, su familia, su perro fiel y ahora lo es ella.

"Un clavo saca otro clavo" es la más vil mentira dicha; física y sentimentalmente es imposible.

¿Cómo se atreven a hacerle creer a una persona que la quieren, que con ella todo es mejor, que es bienvenida en tu casa, que con ella las cosas fluyen de una manera que "jamás" habías visto antes?

No lo sé, nunca sabré la respuesta; no pienso ser de esas personas.

No pienso darle alas a alguien que quiere volar pero con la cual no quiero ni puedo hacerlo porque mi mente sigue acompañando a esa ave que va en otra bandada.

12:27am marcaba el reloj al llegar a mi cama; mi estómago dolía y solo habían dos posibles causas: la bebida de café o la descomposición de las mariposas.

Pensar en la primera como la causa era lo mejor para mí.