La mañana siguiente me vi obligada a desayunar con Nikolay y su família. Mientras comíamos, noté a Alfred más pegajoso de lo normal.
Todo empezó con él poniendo su asiento más cerca del mío.
Al principio pensé que no era para tanto, y no le hice caso. Pero entonces, Alfred puso una mano en mi muslo. Le aparté la mano de un golpe.
- ¿Qué haces?- Le pregunté en un susurro.
Él no respondió nada.
Entonces, pasó su mano por encima del respaldo de mi silla. La tiré hacia delante para lograr que bajara el brazo.
- Para ya.- ordené en voz baja, pero un poco más fuerte que antes.
Cuando me volvió a poner una mano en la rodilla, le di un manotazo y ya le grité sin cortarme ni un poco:
- ¡Qué pares de una vez, pesado!
Después de eso pude desayunar tranquila sin que me estuviera molestando cada dos por tres.
Al terminar mi desayuno, me levanté de la mesa para dirigirme al sitio donde normalmente me encontraba con Jonathan, que me había prometido que me llevaría a comer, y luego a merendar un helado al pueblo de cerca de la manada.
Antes de que pudiera abandonar la habitación, Nikolay habló:
- Espera, Bryana. Tenemos que hablar.
Me acerqué de nuevo a la mesa, al lado de Nikolay, y esperé a que hablara.
- Aquí no. Síguenos.
Nikolay se levantó, seguido de Alfred, y se dirigieron hacia la puerta.
Yo los seguí a paso lento, sin estar muy segura de si quería saber lo que me dirían.
Llegamos al despacho del alfa a paso lento.
Nikolay fue a sentarse en su sillón, y Alfred se sentó enfrente de él.
Yo me mantuve a unos pasos de ellos, más cerca de la puerta que de ellos.
- ¿Qué queréis?- Pregunté.
Alfred sonrió, pero no dijo nada.
Nikolay fue el que respondió.
- Hace muchos años que Sylver Moon y Blue Moon Blood son enemigos, y hemos pensado que lo más lógico sería que para evitar que se alcen rebeliones cuando hagamos vencido a Sylver Moon, la única descendiente de a família de los alfas de Sylver Moon, se case con el descendiente de Blue Moon Blood, Alfred.
Espera, ¿ha dicho casarse?
¿Casarse? ¡No! Yo solo quiero casarme con mi mate.
Nadie ha dicho que vayamos a aceptar.
Tienes razón. Lo odiamos y nadie puede obligarnos a casarnos con él.
- ¿Casarnos?- Dije aparentando tranquilidad.
- Sí. Os vais a casar tres días después de que hayamos ganado la guerra. Entonces, Alfred y tú seréis los que mantendréis la unión de las dos manadas como una sola. Nadie se revelará contra los dos gobernantes por derecho a sangre.
Aparté la mirada.
- Como te dije, dulce lobita, soy tu futuro marido.- Dijo Alfred, burlón.
- ¿Y si no acepto casarme con él?- Cuestioné.
- Entonces mataremos a todos los que quieres delante de tu cara, empezando por esa familia que vive en nuestra manada... ¿cómo se llaman? Los Evans me parece.
Jonathan... ¡No!
Tranquilízate. No lo permitiremos y lo sabes.
- ¿Quién dijo que me importaran?- Dije.
- Yo.- Contestó Nikolay con altanería.
- De acuerdo.- Dije asintiendo con la cabeza.- Tú ganas, nos casaremos cuando la guerra sea ganada. ¿Y ahora qué? ¿Qué pensáis hacer para poder ganar la guerra de una vez?
Alfred sonrió, sintiéndose ganador.
- Eso ya lo veremos. De momento vamos a celebrar nuestro compromiso, y a anunciarlo a toda la manada.
* * *
Espero que os guste y disculpad la tardanza.
¡Hasta pronto!
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LA DECISIÓN DE UNA LOBA
WerewolfBryana está resentida. Su familia la ha traicionado, su no novio también y ahora se ve obligada a volver empezar en otro sitio. Lo que se pregunta es: ¿logrará superar su pasado o este la consumirá?