Hachi (8)

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El primer año desde que vivía con su tía Cass no sucedió nada.


Iba a la escuela, ayudaba a su tía con la cafetería y cuidaba a Hiro con quien compartía habitación de ahora en adelante.

El primero de noviembre se encerró en su parte del cuarto a pesar de los reclamos de su tía y hermano, el dolor que tenía en su marca era lo suficientemente grande como para siquiera pensar en abrir, solo en ese momento se permitió llorar todo lo que guardó en el año.

No quería estar con nadie.

(...)

Así pasaron los años de manera tranquila, con cada primero de noviembre lastimándole lo suficiente para faltar ese único día a clases.

Fue en esos momentos que algo sorprendente ocurrió, ¡su hermano había resultado un genio!, a su pequeña edad de seis años había demostrado ser alguien inteligente.

También había empezado a gustar de la robótica y la medicina, ¿cómo seria combinar ambas ramas en una?, los resultados parecían ser imposibles para cualquiera que le oyera.

"La robótica es algo frío y calculador, la medicina es algo más sensible, debes tener en cuenta lo que sienta tu paciente". Fue lo que le dijeron tantas veces sus profesores pero seguía con su idea firme.

En sus últimos años de preparatoria conoció a Fred, un chico demasiado extrovertido, su primer amigo.


(...)


Era su penúltimo año de preparatoria y lo único que venía a su mente era lo mucho que odiaba los cambios hormonales que habían surgido con el paso de los años, si, tal vez había dado ese tan afamado estirón y había cambiado su voz, pero como había cosas buenas, también había malas siendo en su caso el acné.

Si antes nadie le hablaba por ser el rarito del salón, ahora era el hazmerreír de su aula.

Al menos su amigo Fred, su tia y su hermano no se burlaban de su rostro lleno de granitos.

Por fin llegó el primero de noviembre y, como yodo adolescente que le llevaba la contraria al mundo, salió de su habitación aguantándose aquél dolor que quería hacerle doblegar y volver a su habitación a llorar pero no, en esa ocasión no lo hizo.

Su tia Cass lo había felicitado por seguir adelante, pero no lo sentía bien, mientras comía aquellas alitas picantes de su tía sentía un amargo sabor en su boca mientras una duda cruzaba por su cabeza.

¿Acaso era malo que le doliese tanto?

(...)

Era su ultimo año de preparatoria y con ello habían venido cosas nuevas. Primero que nada, había por fin acabado su etapa de acné, cosa que le hacia feliz, demasiado feliz; segundo, tenía las mejores calificaciones de su clase gracias a su constante esfuerzo en las clases y tenía una gran relación con su tía y hermano, podía confiar plenamente en ellos y, por último, Fred le había presentado a tres personas más que se unieron a su pequeño círculo de amigos: Gogo, Wasabi y Honey Lemon, apodos dados por el mismo Fred; con lo ultimo también había llegado una gran revelación para él, Fred le mostró emocionado la marca que tenía en su brazo, en ella se apreciaba con una caligrafía demasiado fina "Gogo", algo que había enloquecido a ambos jóvenes, Gogo, aquella chica ruda que era amiga de ellos era la destinada de Fred, su amigo insistió en ver la suya y, con pena le mostró su marca la cual solo saco un " esa escritura esta de locos " de parte de Fred.

Cualquiera pensaría que su vida era perfecta pero se equivocaban totalmente, también tenía varias fosas en su contra también.

Primero que nada, el primero de noviembre había llegado igual de horrible como el anterior, solo que en esta ocasión se encerró e su habitación y descanso mientras oía musica de su teléfono para calmarlo, algo que había aprendido recientemente.

Segundo, exámenes de admisión  la universidad y finales en su preparatoria, había empezado a sobrevivir a base de café y alguna que otra golosina de la cafetería de su tía, esta había empezado a regañarle constantemente por sobre esforzarse pero, ¿qué quería que hiciera?

Se sentía tonto a comparación de su hermano menor, ¡tenia once años y ya le faltaban dos años para terminarla!, su hermano era un prodigio innato mientras que él debía desvelarse para sacar las notas que este sacaba sin esfuerzo, se sentía inútil y un fracaso para ser el hermano mayor.

Por eso se esforzaba, para poder ingresar a la Universidad de San Fransokyo, para estudiar robótica y medicina, para ser alguien que revolucione el mundo, para que lo hiciera un mundo mejor.

Y, siempre que pensaba rendirse por la dificultad, siempre que quería dejar ir ese sueño tan tonto, la marca en su vientre le hacia volver a lo suyo y seguirse esforzando.

Si pudiese ver a su alma gemela le agradecería por ello.

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Editado: 23-04-2019

Futago no tamashī (Hectashi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora