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Chara no comprendía qué estaba pasando. De la nada Papyrus había llegado gritando, diciendo que debían marcharse de ése lugar cuanto antes posible y a ella no le quedó de otra que obedecer, llevando consigo sólo lo necesario.

Según los gritos que escuchaba irían a una base extra que tenían, le daba pereza el imaginar el peligro que salir conllevaría. Pero... ¿por qué se estaban marchando? Ella ya había comenzado a acostumbrarse a ése lugar, ¿sería por eso?

Un suspiro se escapó de sus labios, tallando las marcas que las sogas habían dejado en sus blancas muñecas. Parecían marcas de una pulsera, al menos así lo podría disimular para que los hermanos no tuvieran problemas si la veían...

Espera ¿qué? ¿Por qué se estaba preocupando por sus captores?

La tranquila mirada que mantenía se ensombreció, ya no le quedaba tiempo. Ya había aceptado que se quedaría ahí, con ellos, después de todo no había nadie buscándola, no había nadie esperando que volviera a casa.

—¡Chara, hay que apurarnos hermanita! —Papyrus había llegado con un par de bolsas en mano, en verdad ella creyó que habría más por cargar.

La dirigieron a un carro rojo, realmente contrario a lo que ella creyó que sería el del menor. Estaba techado, no llamaba la atención para nada, e incluso Chara admitía que se veía acogedor. Papyrus le abrió la puerta para que fuera atrás, ahí Sans ya le esperaba con una mirada que demostraba su cansancio.

—¿Por qué tan cansado, huesos flojos? —decidió iniciar una conversación, Papyrus era el único que iría al frente y ella no quería quedar sumida en un incómodo silencio.

—no te incumbe —Chara suspiró, ésto sería difícil. Sans se quedó mirando un punto cualquiera fuera del carro.

—Vamos, todavía me estoy preocupando y así lo agradeces... —frunció el ceño y casi gruñó al ver al mayor, éste sólo le ignoraba—. Bien... con que así son las cosas...

Se dio la vuelta, evitando ahora ella también el contacto visual. Era aburrido, pues por pedido de Papyrus su flor favorita iba detrás. Vaya que extraña a Flowey, por lo menos él le prestaba atención.

[. . .]

—¡Debes creerme, mamá! —la castaña azotó el papel contra la mesa, en él estaba anotada la dirección en la que los policías irían. Estaba frustrada, sus padres le habían prohibido ir a la investigación—. ¡Chara está viva! ¡Y ésto lo prueba!

—Ya basta, Frisk —su padre la interrumpió, comenzando a cansarse de que la vida de su pequeña dependiera solo de encontrar a su prima—. Entiéndelo, ella desapareció hace más de un año y los policías no habían tenido un rastro hasta ahora.

—¡Y eso es porque yo no me rendí! —justificó, recordando que el día que empezó a investigar por su cuenta la policía no llevaba ni una pista—. En cambio ellos se quedaron sin nada, diciendo que todo se incendió en casa de los Dreemurr.

El padre de la castaña suspiró con fuerza, viendo con cansancio a su mujer. Ella negó, no tenía nada en contra de que Frisk se metiera en el caso y ayudara... Pero el problema era que se pondría en peligro y como su madre no aceptaría eso jamás.

—Bien. Puedes ir —comenzó a hablar, quitándole el papel de las manos—, pero si no hay ninguna pista vas a dejar todo ésto. La investigación está consumiendo tu vida entera, Frisk, ya ni siquiera sales con Papyrus de compras...

—Mamá, no mientas —le interrumpió, ante sorpresa de la mayor—, hace unos días fuimos. Dijo que su hermana la necesitaba. E igual le pregunté a Sans si quería ir pero se negó.

Con eso dio por terminada la conversación y se marchó, tomando las llaves que había en la mesa. Sus padres sólo se quedaron viendo cómo se iba, sin poder hacer nada contra la perseverancia que mantenía.

[ —— ]

—¡Hemos llegado, Chara! —exclamó orgulloso el menor, abriéndole la puerta para que pudiera salir del carro. Chara juraba que ése había sido el viaje más incómodo de su vida, incluso más que cuando conoció a Asriel y no tenían nada en común.

—Finalmente... —soltó tomando sus cosas para dirigirse con rapidez a la cajuela—. ¿Puedes abrir por favor? Necesito ver si mi flor no se marchitó.

Papyrus asintió, tomando las llaves para ir a abrir, al hacerlo notó que la flor seguía en perfectas condiciones.

—¿Cómo es que no se dañó...? —susurró, siendo escuchado inútilmente.

—¡Eso es porque la cuido muchísimo! —exclamó Chara, apegando a Flowey a su pecho. Razones por las que amaba la actuación era por saber disimular sus nervios—, siempre la riego, y por eso está tan bien cuidada...

—¡Ya veo! ¡Enséñame eso, hermanita! —habló con emoción, y una gran credibilidad ante sus palabras—. Así yo, ¡el gran Papyrus! podré regar y cuidar de mis propias plantas.

La fémina comenzó a reír, asintiendo ante eso. Puede que Papyrus sea un completo manipulador con esa actitud, pero igualmente parecía tan real que le fascinaba su habilidad de actuar.

—¡Bueno, vamos adentro! ¡Tengo que mostrarte tu nueva y linda habitación! —la jaló del brazo, comenzando a llevarla escaleras arriba para entrar a la nueva base.

Admitía que la decoración de éste lugar era muchísimo mejor que la que el cuartel anterior tenía. Así no debía, ni podía, recordar su pasado antes de los Dreemurr.

Dejó caer su maleta a lo que ahora vendría siendo su cama, mientras Papyrus metía las demás cosas.

—¡Sans me ha dicho que podía soltarte, hermanita! ¡Deberías estar orgullosa! —exclamó dejando el mueble para que Chara pudiera guardar sus cosas. Ella bajó la mirada ante esas palabras.

No le gustaba el sentimiento de orgullo que se acumulaba en su pecho.

—¿Nyeh? ¿Pasa algo? —el menor mostró confusión ante esa reacción, pues él creyó que comenzaría a celebrar. Él quería que comenzara a celebrar.

—No, no. No es nada... solo estaba feliz por haber logrado algo tan... eh, ¿tan importante...? —sonrió, asustada por sus propios tartamudeos. El más alto acarició con ternura su cabeza.

—¡Eso creí! Felicidades~ —se alejó sonriente—, te dejaré sola para que termines de alistar tus cosas. ¡Sans y yo te esperamos abajo para cenar!

Chara asintió, comenzando a sacar su ropa de la bolsa. Con un pesado suspiro dejó a Flowey en la mesita de noche que tenía a un lado de la cama.

—Flowey —llamó, haciendo que la flor le mirara curiosa. Una expresión de angustia se formó en su siempre indiferente rostro, preocupando en demasía a su acompañante—. Quiero salir de aquí.

Sister [Chara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora