Como la cinta en la boca me impide hablar me limito a fulminarlo con la mirada; Él se endereza y a cambio me regala una sonrisa sarcástica.
-Si puedes ponerte de pie, hazlo
Esposada y con ambos brazos a mi espalda, tardo más de lo habitual en levantarme, ya que tengo que hacer cierto equilibrio. Al conseguirlo, el hombre me indica que suba al escenario por unas pequeñas escaleras a la izquierda. Luego de hacerlo ambos quedamos de pie enfrentados, mirándonos a los ojos pero en lateral al "público".
-No disparen... Pase lo que pase
¿Qué? ¿Cómo que "no disparen"? Tiene que ser una trampa...
Los segundos pasan y veo que, eventualmente, el hombre está esperando que lo ataque. Aunque mi instinto me dice que no actúe a la ligera, la idea de hacerlo es tentadora, y parece que no tengo demasiadas opciones.
Finalmente me alejo unos centímetros, con el mayor equilibrio y velocidad que me es posible, y le doy una patada a mi adversario.
El hombre se tambalea hacia atrás mientras se toca la cara debido al dolor. Sé que ha sido sorpresivo: Seguro esperaba que lo golpease del cuello hacia abajo. Una patada tan alta es difícil de ejecutar sin equilibrarse con los brazos y, sinceramente, ni siquiera yo sé cómo lo he conseguido.
El rubio se recompone rápidamente e intenta darme un puñetazo.
Aunque me toma por sorpresa, consigo inclinar mi cuerpo a tiempo, pero caigo sentada al suelo debido a la falta de equilibrio. Sé que tengo que ser lo más evasiva posible en la pelea ya que no podré hacer mucho esposada pero, bueno ¿No es aún más difícil si ya estoy aquí abajo?
Me recuesto en el escenario con velocidad e intento tomar impulso con las piernas para realizar otro ataque. Ésta vez el hombre se la ve venir y consigue retroceder antes de que lo roce con mis pies.
Pruebo con algo diferente: Vuelvo a bajar las piernas y las muevo paralelamente a las suyas, intentando que tropiece, y así tendré al menos unos segundos para tratar de levantarme.
No funciona: El tipo salta en los momentos justos. Vaya, para ser un hombre relativamente mayor, es bastante ágil...
No puedo hacer mucho más antes de que se ponga de pie junto a mí y me observe inclinando la cabeza hacia abajo: Sigo recostada en el escenario mientras él se regocija con mi derrota. Pienso que me va a pisotear pero, por el contrario, me habla.
-Ponte de pie
Oh, como si fuera tan sencillo ¿Es que quiere humillarme o qué?
Luego de una serie de tambaleos y flexiones, consigo volver a estar frente a él, dirigiéndonos las mismas miradas penetrantes.
-Tú, jovencita rebelde, ven conmigo -Me dice con una sonrisita burlona, acercándose aún más a mí y sujetando mi mentón. Lo observo con rabia -Los demás... Ya saben qué hacer con los otros dos
Me sobresalto ¿En qué está pensando? ¿Acaso planea matar a mis compañeros?
Quizás nota la desesperación en mis ojos y le doy algo de pena, no lo sé a ciencia cierta, pero el hombre vuelve a hablar.
-Tranquila, no voy a matarlos, ni a ti tampoco
El maldito comienza a acariciarme la mejilla y yo me alejo de él bruscamente. Lo fulmino con la mirada y estoy segura de que, si no tuviese esta horrible cinta en la boca, también verbalizaría mi enojo. Qué ser tan detestable.
Casi al instante, todos los guardias se alejan a pie por la avenida y se llevan a mis compañeros con ellos. Mientras caminan con "pañuelos rojos" a sus espaldas, Javier y Federico me dedican una última mirada, llena de pena y compasión al mismo tiempo
¿Por qué Mirage, por qué? Quizás tan sólo debería dejarme capturar, quizás así simplemente libraría de cualquier peligro a todas las personas que conozco: Esto es muy injusto para ellas.
-Camina detrás de mí -Vuelvo a fijar mi atención en el tipo del traje -Confío en ti lo suficiente como para pensar que no saldrás huyendo a las corridas. De todas formas, si lo intentaras, no llegarías muy lejos: Tengo cubierto con mis hombres todo el perímetro
El rubio baja las escaleras del escenario y yo lo sigo. Mi furia crece a cada paso que doy.
Nos movemos en silencio hasta llegar a lo que es, aparentemente, un depósito viejo. Es un lugar enorme, repleto de cajas, con algunos montacargas. El hombre me ordena caminar hasta el final del sitio y sentarme en una de las cajas, recostando la espalda en la pared. Como no tengo mucho poder de decisión ahora, lo hago.
El tipo vuelve a colocarse frente a mí y me arranca la cinta de la boca de un tirón. Suelto un breve quejido debido a la brusquedad. Hace una bola con el adhesivo y la tira al suelo mientras me mira fijamente. Sin embargo, su expresión es indescifrable.
Él se mantiene callado. Probablemente está esperando que hable, pero no pienso hacerlo: Me limito a observarlo como si estuviera a punto de apuñalarlo en el cuello.
-¿No vas a insultarme? Pero qué extraño... -Una sonrisa burlona vuelve a dibujarse en su cara -¿Por qué estás tan quieta?
Continúo en silencio. Pasan unos minutos y, cuando el tipo está a punto de abrir la boca de nuevo, sé que intentará provocarme así que me apresuro a decir algo en primer lugar.
-La verdad es que tengo curiosidad. Quiero saber quién es usted, quién es Mirage, pero sobretodo... Quiero saber qué tiene mi sangre. No, me corrijo... Sobretodo, qué es la F.A.C.A.B.
El hombre se sorprende un poco y da, inconscientemente, un paso hacia atrás. Sin embargo, intenta fingir que no se ha sido así, utilizando un tono autoritario.
-El que quiere saber cosas aquí, soy yo ¿Pero qué tanto saben tú y tus amiguitos sobre nosotros?
Me río con ironía.
-¿Realmente piensas que voy a hablar?
Antes de que pueda decir cualquier cosa, el sonido de un potente disparo interrumpe la conversación. Luego del estruendo, se escucha un grito... El grito de un chico.
Los ojos se me abren de la preocupación. Conozco ese grito. Es Federico. Le han dado un tiro a Federico.
-¡FEDE! -Ahora soy yo quien aulla desesperada. Ninguna respuesta llega.
Me pongo de pie y empujo al hombre, intento correr, necesito llegar a donde sea que esté mi compañero. El tipo parece estar sorprendido pero, sin embargo, él siempre me hace retroceder y me lanza contra la caja: Tiene mucha más fuerza de la que imaginaba.
Continúo escuchando los gritos de Fede pero, a decir verdad, prefiero oír esa agonía que un silencio sepulcral: Eso sí que sería mucho peor.
Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos y finalmente desisto, luego de millones de intentos de escape, sin éxito alguno. Me limito a quedarme sentada, sobre la caja, con los sonidos agonizantes de mi compañero aturdiéndome como si se tratara de una tortura.
Es mi culpa. Le han disparado por mi culpa. Por mi culpa es que Javier y él están metidos en esta mierda conmigo.
Y tengo que remediarlo.
Vuelvo a mirar al hombre frente a mí: Parece tener los ojos perdidos y confusos, quizás tanto como yo, aunque no estaría entendiendo sus motivos.
Lo fulmino con la mirada una última vez antes de darle un rodillazo en la ingle.
Salgo corriendo del lugar mientras el hombre chilla de dolor: La puerta del depósito se encuentra abierta por lo que no me topo con demasiadas dificultades. Cuando estoy en el exterior, me dirijo hacia el norte, donde creo haber escuchado el disparo.
Para mi sorpresa el depósito está junto a otro: Justo al norte hay uno viejo de un color salmón apagado. Busco la puerta de entrada y la encuentro, pero parece atascada debido a la oxidación. Haciendo equilibrio con las esposas, consigo darle una patada y abrirla.
Veo a uno de los "pañuelos rojos" de pie frente a Federico, que tiene una enorme hemorragia brotando de la parte baja de su pierna derecha, donde al parecer le habían disparado. Ni siquiera me ve porque continúa sumido en su mundo de dolor... Pero no es el caso del guardia. Éste voltea rápidamente y me apunta con su pistola.
Bien.. ¿Y ahora qué hago? No había pensado en esta parte del plan...
Siento que otro cañón me roza la cintura y me sobresalto un poco. Una voz femenina me susurra al oído.
-Al fin nos volvemos a ver en persona, Íngrid...
Mirage. Si será...
-¿Qué demonios están tratando de hacer tú y el tipo del traje?
-Qué bueno, ya has conocido a Cratos
-Me importa una mierda si a ti te parece bueno o malo ¡Le han disparado a mi compañero!
-Sigues siendo la misma mal hablada de siempre. Tú, ven aquí
Mirage le indica al guardia que se acerque y, cuando éste se coloca detrás de mí, oigo un "clic" a mis espaldas: Me han quitado las esposas. Tengo que mover los brazos hacia atrás y hacia adelante, ya que los tengo acalambrados por estar rígidos tanto tiempo.
-Si tanto te preocupa, ocúpate tú misma de tu amigo. Encontrarás algo entre todas estas cajas
Debido a la adrenalina del momento apenas había reparado en que, al fin y al cabo, también estábamos en un depósito lleno de objetos.
Al terminar de hablar, Mirage y el guardia se alejan rápidamente hacia la puerta, para cerrarla con llave cuando ellos están en el exterior.
-A... Ayúdame... Íngrid... -Oigo a Federico y corro hacia él. Me pongo de rodillas en el suelo y observo su herida. No para de sangrar.
Aunque ha quedado más que claro que no es una mujer de fiar, por una vez decido creer en Mirage y comienzo a revolver las cajas: Tiene que haber algo, tiene que haber algo que sea de utilidad.
Luego de desordenar todo a la mayor velocidad posible, encuentro casi por milagro unas pinzas quirúrgicas y unos trapos.
Vuelvo a acercarme a Fede.
-Lo lamento... Esto te va a doler
Aparto mi cabello de mi cara y arremango el pantalón de mi compañero. Busco minuciosamente entre la mezcla de piel y sangre la bala y, al encontrarla, utilizo las pinzas para arrancarla de donde está.
Federico grita tanto que me aturde y me pone todavía más nerviosa. Continúo forcejeando con la bala y los aullidos de mi compañero van en crescendo, hasta que con un último esfuerzo, consigo quitársela del cuerpo por completo y así sus quejidos disminuyen.
Tiro las pinzas al suelo y tomo rápidamente los trapos: La herida ahora sangra aún más. Si no consigo detener la hemorragia habrá sido completamente en vano quitarle la bala. La pierna de Federico se encuentra rodeada de un charco de sangre y mis manos no están mucho mejor.
Presiono uno de los trapos contra la herida y, cuando está demasiado húmedo, lo reemplazo por otro. Fede continúa quejándose pero considerablemente menos y no sé si eso debe alarmarme o tranquilizarme. Me sorprende que siga consciente luego de perder tanta sangre... Al parecer el chico es más resistente de lo que creía.
Llega el momento en que uno de los trapos sólo se ensucia con una pequeña mancha y yo suspiro aliviada. La hemorragia ha parado.
Cubro la herida con otro trapo más y le hago un nudo para que se sostenga en su pierna. Con los pocos que sobran limpio el charco de sangre, mis manos y a mi compañero. Dejo todo a un lado y me siento junto a Federico: Estoy exhausta.
-¿Cómo te sientes? -Pregunto preocupada.
Noto que el chico me observa fijamente, pero no puedo leer su expresión. No pestañea ni se mueve, sólo se limita a mirarme
¿Ha muerto? No, maldita sea, no puede ser posible...
-Me salvaste la vida... Gracias
-Hey, no es nada -Le dedico una sonrisa -Creo que ya estamos lo bastante mayorcitos como para ir dejando el pasado atrás, sin resentimientos
Federico me devuelvo el gesto y nos damos un corto abrazo. En ese momento, siento una lágrima caer en mi hombro.
-Tengo mucho miedo, Íngrid
-Yo también, Fede, pero no podemos rendirnos ahora. Javier continúa allá afuera, no sabemos en qué condiciones... Nuestros amigos, mi familia... Tenemos que ponerlos a salvo
-Entonces.. ¿Cómo nos iremos de aquí?
Observo a mi compañero confundida.
-No lo haremos ahora ¿O acaso no has visto tu propia pierna? Además, es más conveniente que pasemos aquí la noche. No sólo para que descanses, sino porque sería una idea suicida lanzarnos allá afuera sin armas en el medio de la noche
Después de una larga charla con Federico consigo convencerlo de que permanecer aquí, al menos por unas horas, es lo mejor. Él recuesta su cabeza en mis piernas y al cabo de unos segundos se queda dormido.
Pero yo no puedo ni siquiera cerrar un ojo: Empiezo a taladrar mi cabeza con pensamientos angustiantes.
Javier es ese principal pensamiento. Al menos Federico y yo estamos juntos, pero él... Está solo. O lo que es peor, con mala compañía. Vete tú a saber a qué cantidad de cosas horribles serían capaces de someternos estas personas. No puedo creer que haya sido tan estúpida de haberlos metido en este lío.
Por otro lado, pienso en la gente que se quedó en el hotel. Mierda, deben ser como las dos de la mañana... Al cabo de unas horas algunos se despertarán y notarán que no estamos allí.
Eso sí que será un caos. Mauro estará sumamente preocupado por Javier, Lautaro por Federico y Julián... Julián, Franco y mi familia por mí.
Considerando que los roles de líderes suelen ser asumidos por Javier, Nahuel y yo, sólo nos queda uno a cargo: Uno que es igual de estúpido e impulsivo que nosotros dos cuando se trata de rescatar personas. Maldita sea. Si Nahuel tiene la terrible de idea de venir en nuestra búsqueda, alentado por mi familia y Franco, los fusilarán.
Piensa Íngrid, piensa.. ¿Qué puedes hacer para evitar el desastre?
De repente me siento molesta, y es porque tengo una revelación: Mirage está aprovechándose de mis debilidades. Ella sabe que me es mucho más difícil cuidar de los demás que de mí misma.
Sujeto a Federico con delicadeza y lo aparto de mí: Para mi suerte ni siquiera nota que lo he movido al suelo. Me pongo de pie y me acerco a la puerta.
Forcejeo un poco, intentando no hacer ruido para que mi compañero descanse, pero me resulta complicado.
Fede comienza a balbucear y empiezo a arrepentirme de haber hecho tanto alboroto.
-¿Qué... Qué sucede?
-Intentaba encontrar una forma de escaparnos de aquí mañana... Pero parece que es imposible
Vuelvo a acercarme al chico y me siento a su lado. Para mi sorpresa, éste coloca uno de sus brazos sobre mis hombros, y me acerca aún más hacia él. Lo observo confundida y noto que él continúa somnoliento.
-Eh, que si estás soñando con tu noviecito Lauti, no soy yo
Federico ríe y finalmente sus ojos parecen estar despiertos del todo.
-Qué tonta eres, no, sólo quería decirte que tú también deberías descansar
-No podré hacerlo aunque lo intente. Tú eres quien debería continuar durmiendo, tuviste un día bastante acelerado
El chico me acerca todavía más y conozco sus intenciones: No se rendirá hasta que pegue un ojo. Me resigno y recuesto mi cabeza en uno de sus hombros.
-Siento que esto es una pesadilla de la que nunca podré despertar... -Suspiro profundamente.
-In... Ninguna pesadilla es eterna
Simplemente decido no agregar nada más y cierro los ojos. Al cabo de unos minutos, sí que consigo quedarme dormida, pero en mi interior continúo sin bajar la guardia.
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Cuando El Apocalipsis Empieza (Masacre Mundial 1)
Action"¿Por qué tengo que convivir con once chicos que, además, me tratan mal? Me frustra que crean que por ver una maratón de Zombies Al Amanecer sabrán utilizar los cuchillos. He matado a casi media escuela convertida en esas cosas, he conducido de aquí...