Capítulo Cinco

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—¿Así qué... señorita? —preguntó el profesor mirándome directamente, luego de que un par de alumnos pasaron a exponer sus planes frente a todos.

—Danna —informé.

—¿Eres de nuevo ingreso cierto, Danna? —asentí y sonrió—; adelante entonces, Danna, tu turno y por favor preséntate con el grupo —pidió. Y nunca sentí detestar tanto a alguien como en ese momento.

Suspiré y me levanté de mi asiento, demonios, ni si quiera sabía por dónde comenzar.

—Pues... soy Danna... Barces, o sólo Danna, suena más apropiado —comencé, casi murmurando—, la verdad no sé qué decir —me dirigí al maestro.

—Podemos hacerle preguntas —opinó un chico que estaba sentado cerca de la ventana mirando de mí al docente.

—Buena idea, ¿te molestaría? —preguntó el maestro antes de proseguir.

—Supongo que no

—Ok, pues, adelante, en orden —advirtió el adulto. El mismo niño que había opinado levantó la mano y el profesor le dio la palabra.

—¿Tienes novio? —sentí fulminarlo con la mirada y casi al mismo tiempo que el calor se acumuló en mis mejillas.

—...No

—¿Qué edad tienes? —preguntó Manuel como si fingiera naturalidad.

—Diecisiete años —respondí.

—¿Cuál es tu película favorita? —quiso saber Daniel.

—Tengo muchas —me sinceré—, me gustan bastantes las de Jigsaw —Daniel asintió y sonrió antes de mostrarme su pulgar en alto.

—...Ok —murmuró el maestro mirándome como si fuera una posible imitadora en potencia del protagonista de las películas—; saben, parecen acosadores, dejaremos que se conozcan al pasar de los días con su nueva compañera, ahora Danna, dinos tus planes a corto, mediano y largo plazo —continuó el maestro.

—Si bueno, pues... este año quiero terminar la escuela, tal vez un semestre tecnológico foráneo, en año y medio planeo estar en la universidad y en tres años supongo que estaré por terminar mi carrera, haciendo prácticas —finalicé.

—Muy bien Danna, pasa a tu lugar, y sigue usted señor Hernández —pidió el maestro, segundos después, Daniel estaba hablando sobre su futuro, mencionó algo sobre el fútbol y fue casi interrumpido al final de su participación por el maestro, disculpándose porque el tiempo de su clase se había terminado. Gracias a Dios.

Hubo una especie de receso de diez minutos, la chica que se había sentado a mi lado se presentó como Marlen y comenzó a preguntar un poco sobre mí, hasta que algunas personas supongo, de otro grupo entraron al salón.

—¿Danna? —preguntó Pablo, asentí y moví ligeramente la palma de mi mano, a modo de saludo.

—Que gusto, ¿estudiarás aquí?

—Deja de acosarla otra vez —intervino Manuel antes de que yo pudiera contestar.

—No la acoso, me ofenden —se defendió.

—Aunque quisieras acosarla, ya no podrás —agregó Daniel, Pablo lo miró extrañado y se miraron un par de segundos como hablándose mentalmente, no sé, los hombres a veces son extraños. Pablo miró a Antonio y enarcó una ceja.

—Hola, Marlen —saludó Manuel a mi nueva conocida antes de envolverla en lo que parecía un fuerte abrazo y siendo secundado por Daniel y Antonio, ella respondió el saludo y comenzó a conversar animadamente con Manuel, Pablo y Daniel.

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora