Capítulo 10:

430 17 1
                                    

Austin y Alison

Abrió la puerta y me cedió el paso, con timidez entré a su enorme oficina y admiré todo a mi alrededor.
Un gran escritorio se encontraba casi en medio de la habitación, acompañado de una lujosa silla reclinable negra y dos sillones del mismo color del otro lado. En la esquina, cerca del ventanal, estaba una pequeña mesa de vidrio con cuatro silloncitos que se camuflaban perfectamente con la pared blanca.
Libreros y más libreros adornaban casi cualquier lugar que la oficina tuviera.
Al otro extremo del cuarto empezaban los cuadros de pinturas. La primera era una de la familia Bass; Mick Y Catherine se encontraban sentados, ambos tomados de la mano y los gemelos detrás de ellos con unas sonrisas de ensueño. La segunda se trataba de los gemelos, ambos en impecables trajes, Austin sonreía de lado mientras que Dustin le sonreía ampliamente al pintor.
Y la tercera fue a la que más observé. Una hermosa y perfecta niña se encontraba en ésta, sus cabellos rubios caían en cascadas por sus hombros y finalizaban en su diminuta cinturita. Sonreía con una inocencia admirable, y juraría que esa sonrisa arreglaba el mundo de Austin, al igual que Matteo lo hacia con el mío.
Detuve mi mirada en los ojos de la pequeña; azules como el mar, y cálidos como una familia.
Sonreí, Matteo y ella parecían gemelos.

-Hermosa ¿no crees?

Dejé de mirar el cuadro y lo miré a él.
Asentí.

-Es casi perfecta. -le dije sincera. -Es una belleza.
-Ella era lo único bueno que tenía en mi vida, Alison. -me dijo mirando el retrato de su hija. -Creo que me devolviste la vida cuando me confesaste que Matteo era mi hijo.

Me abracé a mi misma y bajé la mirada.

-Tengo dos personas por las cuáles vivir de ahora en adelante; Mía y Matteo.
-Lo sé, yo... te comprendo. -asentí.
-Quise que vinieras porque necesitamos hablar Alli, de bastantes cosas.
-También lo sé. -susurré.
-Anoche hablé con mi hija. -dijo e hizo una seña para que tome asiento frente a él.
-¿Sobre qué? -pregunté temerosa.
-Mía ya está al tanto de que tiene un medio hermano. -dijo tranquilo.

Abrí mis ojos.

-¿Sólo se lo dijiste y ya?
-Si, ¿ves que de fácil que es?

Rodé los ojos.

-¿Y que pretendes que yo haga? ¿Qué se lo diga a mi hijo?
-No. -entrelazó sus manos y me miró. -Quiero que me permitas a mi decírselo.

Levanté mis cejas y pegué mis labios.
Estaba loco, la verdad.

-¿Qué tú quieres qué? -pregunté haciendo una mueca.
-Lo que acabas de escuchar. Quiero que por favor me prestes a Matteo un día completo.
-Estás muy mal de la cabeza, Bass. ¿En serio piensas que yo te daré a mi hijo un día entero?
-Te recuerdo que también es mi hijo, Alison.
-Bue... bueno, este... la cosa es que... Matteo... no... -él me miró. -no puede estar lejos de mi.
-No. -negó Austin. -Tú no puedes estar lejos de él, que es diferente.
-¿Y cuál es el problema? Es mi hijo. Mío.
-Y mío. -ladeó su cabeza.
-A ver, si yo te pido que me des a Mía ¿Qué me dirías?
-Claro. Confío en ti con los ojos cerrados, ¿por qué no confiarte a mi hija?

Me hundí en el sillón y lo miré mal.

-No me tenías que decir eso, eres un verdadero idiota.

Austin sonrió de lado.

-Me alegra oírlo. -me miró. -¿Entonces?

Solté un largo suspiro y negué.

-No hagas que me arrepienta de esto.

Austin me miró directamente a los ojos.

-Jamás te arrepentiste de algo si se trata de mi. No cambiará ahora.

Mordí mi labio inferior.

-Como digas. -traté de parecer desinteresada. -Y... ¿qué planeas hacer con nuestro hijo?

Él sonrió y me miró.

-Me gusta eso de nuestro hijo. -dijo sin dejar de sonreír.

La sangre subió a mis mejillas.

-Suena tentador y tierno si sale de tu...-mordió su labio y miró los míos. -boca.

Bajé la mirada avergonzada.

-Ya cierra tu maldita boca. -le dije. -Además tu novia te puede escuchar y se puede molestar contigo.

Lo miré y Austin me miró confundido.

-No tengo novia. -me aclaró.
-No es lo que dice... -pensé. -... esa de afuera.

Austin volvió a sonreír.

-¿Amelie? -preguntó divertido.
-Si esa, como se llame.
-¿Ella dijo que... somos novios?
-Si.

Él ladeó su cabeza, fingiendo pensar. Luego de unos segundos sonrió burlón.

-La verdad no está nada mal, es muy guapa ¿no crees?

Bufé y me levanté de mi asiento. Él sonrió aún más.

-Lo siento cariño, pero no ando por la vida viendo a mujeres. -caminé hacia la puerta haciendo rechinar mis tacones.

De un movimiento rápido, yo estaba contra la puerta de la oficina con Austin en frente y sus brazos a cada lado mío.

-¿Acaso estás celosa? -susurró a centímetros de mi rostro y su mentolado aliento invadió mis fosas nasales.

Mi cuerpo entero comenzó a temblar gracias a su cercanía.
Pasé mi lengua sobre mis labios, humectandolos y sin dejar de mirar sus azules ojos.

-Por... por supuesto... que no. -dije haciendo una gran pausa.

Austin bajó la mirada hacia mis labios.

-Ese labial te queda jodidamente increíble.
-Alejate. -dije en un susurró. -Por favor, alejate. -mis ojos se nublaron.
-¿Por qué? -gruñó.
-Por favor Austin, solo hazlo.

Él me miró. Golpeó fuerte la puerta con la palma de su mano, haciéndome cerrar los ojos y dar un saltito. Se alejó y caminó de nuevo hacia su escritorio.

-Tengo alguien a quién respetar. -empecé y él me miró.

Las primeras lágrimas cayeron.

-Como sea. -me respondió cortante. -Te avisaré cuando pasaré por Matteo.
-Austin, yo... -él me miró. -Está bien.
-No quiero que lo tomes como algo descortez, pero tengo tengo demasiado trabajo, Alison. -dijo y se sentó en su respectivo asiento, revisando algunos papeles.

Lo miré por última vez y sin decir nada más salí de su oficina dando un fuerte portazo.

Era una idiota.
Él era un idiota.
Ambos eramos unos idiotas.

Viejo Amor  (Segunda temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora