Me encontraba caminando por alguna calle de la gran ciudad de Buenos Aires, necesitaba estar sola y era perfecta ya que casi no pasaban autos ni había gente que me interrumpiera. Miles de cosas rondaban en mi cabeza y todo tenía que ver con él. Tanto así, que mi intento de despejarme fracasó, no podía dejar de pensarlo.
Horas más tarde llegué a mi casa y antes de ingresar, un sonido me detuvo en seco, mi teléfono había sonado. Aquel ringtone indicaba que él había enviado un mensaje. Ni siquiera había podido abrir la puerta, mis pensamientos sólo se fijaban en una sola persona y empezaban a intentar descifrar qué decía aquel mensaje. Tomé las llaves y al entrar, dejé mi bolso en una silla y caminé hasta el living, estaba haciendo algo de tiempo, lo necesitaba, debía hacer todo lo posible para no llegar a tocar mi teléfono, no quería sentirme peor de lo que estaba, y sabía que no serían buenas noticias. Me senté en el sillón, me quité la campera ya que mi casa era cálida a comparación del clima frío que hacía afuera y lo tomé.
Desbloqueé la pantalla y sin dar más vueltas entré al chat.
"Lograste que te odie. No vuelvas a intentar acercarte a mí, ya no te amo."
No pude evitar que su mensaje me destruya, aquellas palabras fueron como mil puñaladas al corazón, un corazón que ya se encontraba demasiado lastimado como para soportar otra herida.
Comencé a llorar de nuevo, miré el mensaje cientos de veces hasta que decidí contestarle.
"Al menos, ¿puedo ir a buscar los álbumes de fotos? Sólo quiero quedarme con eso. Ya sé que me equivoqué demasiado y sé que no vas a dar vuelta atrás con tu decisión."
Estaba resignada, sabía perfectamente que la relación había dejado de existir desde que cometí ese error.
¿Por qué se quiso quedar con los álbumes de fotos?
Porque quería mantener en mi poder los momentos felices que habíamos tenido y habíamos fotografiado. No me alcanzaba con los recuerdos que se hallaban en mi memoria, necesitaba mantener algo físico. Yo lo amaba y no lo dejaría de hacer nunca, las fotos y los recuerdos me ayudaban a no olvidarme del amor que le tenía, a pesar de todo lo que había pasado.
¿Qué sucedió luego de enviarle ese mensaje? ¿Respondió?
Sí, respondió.
"Te doy 20 minutos para venir a buscar esos álbumes, si no llegás, los prendo fuego."
No dudé ni un segundo, me levanté del sillón y salí. No tenía mucho dinero, pero aun así decidí tomar un taxi, si no lo hacía no llegaría a tiempo.
Durante el viaje intentaba calmarme, me encontraba nerviosa y no paraba de llorar. Sabía que verlo me dañaría más y también sabía que si él veía que lloraba se enojaría peor.
Al llegar, me miré en un espejo y noté que tenía la zona de los ojos y las mejillas de un color negro aguoso, producto del delineador que se corrió por mis lágrimas. Tomé un pañuelo y un poco de crema que traía y me lo quité lo mejor que pude.
Nuevamente intentaba retrasar el momento de verlo lo más posible, pero si no golpeaba la puerta, él quemaría las fotos y era algo que no quería.
Me armé de valor y me acerqué a su casa, que hasta hacía unas horas atrás era nuestra casa, estaba por tocar la puerta pero se abrió, él me esperaba.
-Hola. –Le dije, pero no respondió nada, ni siquiera me miró.- ¿Puedo pasar? –Pregunté con temor, él seguía sin hablar, sólo se corrió y me dejó el lugar para que entrara.