Capítulo 22

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La albina miraba el techo con los brazos extendidos hacia los lados de su cama. Aún seguía pensativa, juraba haber visto o escuchado de los Sakamaki, pero nada se aparecía en su mente.

Un toque en la puerta hizo que rápidamente regresara a la realidad.

—Adelante.—dijo ella, sin despegar la mirada del techo. La puerta se abrió y dejo ver a Carla, quien se acercó y se sentó en la cama.

—Mocosa, ¿Te pasa algo? Estas rara, claro, mas de lo normal.
—dijo él mayor, mirando con diversión a la menor.

Adara soltó un bufido y se reincorporó, sentándose sobre la cama y recostando su espalda en el espaldar del objeto.

—No... es solo que, siento que he visto a los Sakamaki antes, pero... no lo recuerdo.—susurró la albina, abrazando sus piernas y escondiendo su rostro entre estas.

—Adara... —llamó Carla, tomando del mentón a Adara, obligándola a verlo a los ojos.
—¿Te sientes mal porque no lo recuerdas?—dijo, mirando a su hermana. Adara desvío su mirada a un lado y no contesto. Carla soltó un suspiro, y tomó a la menor por la cintura, para sentarla en su regazo, haciéndola verlo de frente.

Adara levanto la mirada y observó con una sonrisa tímida a su hermano, quien le devolvió el gesto, per con uns sonrisa mas cariñosa. La albina se acercó al mayor y lo abrazo, mientras que este le correspondía hundiendo su rostro en el cuello de Adara, persiviendo el embriagador aroma que desprendía.

—Carla... Tú y Shin son mis hermanos, ¿cierto?—murmuró la menor, acomodando su mejilla en qél hombro del nombrado. Carla no contesto, dejándolos en un silencio. El silencio no era incomodo, era un momento donde ambos disfrutaban ese abrazo.

—Claro, hermana.—dijo Carla. Adara se sorprendió, el nunca le había llamado por "hermana" solo usaba cosas como: mocosa, o simplemente la llamaba como Adara, mas nunca le había dicho hermana. Ella sonrió con nostálgia, sin separarse de él. Y sin darse cuenta, Adara empezó a derramar un par de lágrimas.

—Eres muy llorona, ¿no crees?
—preguntó él, separándose levemente como para apegar su frente a la de Adara.

—¿Sabes? Arruinaste el momento con tus palabras, nii-san.—dijo ella, y ambos comenzaron a reír, sin separarse del otro.

Adara adoraba a su hermano, aunque él siempre se comportaba mal con ella, y muy pocas veces se abrazaban.

Un sonido del estomago de Carla hizo que Adara se alejara un poco de él, mirándolo con diversión.

—Tienes hambre, ¿eh?—dijo Adara, mirando a su hermano con una sonrisa. Él la miro con una sonrisa igual, y ambos rieron.

—¿Que haces?—murmuró él mayor, observando como Adara bajaba un poco el cuello de su vestido, dejando a la vista su piel de porcelana sin ninguna marca de colmillos.

—Tienes ambre, ¿no? Adelante, que esto no se bebe todos los días.—dijo ella mirando hacia un lado, dejando a la vista su blanca piel. Carla nunca se había atrevido a beber la sangre de Adara, por mas que el aroma muchas veces lo incitaba, siempre se resistía. Él tomo por la cintura a la menor, y se acercó lentamente a su cuello, abriendo su boca y dejando al aire sus colmillos.

Un pequeño gruto ahogado salió de la boca de la menor, quien cerraba los ojos con fuerza. Carla se separó rápidamente de ella, y miró una gota de sangre recorrer la pi de Adara. Él mayor tenia una sonrisa de oreja a oreja, (Como la de Ayato cuando bebió la sangre de Yui en el anime v:) No resistió pasar su lengua y limpiar la gota de sangre que resbalaba por la piel de aquella traviesa adolescente, haciéndola tensar ante aquel tacto. El mayor volvió a clavar sus colmillos en la casi transparente piel de Adara, tomándola de la cintura y acercándola mas a él.

—N-nii-san.—titubeó la menor, cerrando los ojos con fuerza. El hermano se separó lentamente, y tomo las mejillas de la menor entre sus manos, un hilo de sangre caía por la comisura de sus labios, la chica se sonrojó aun mas ante la cercanía de su hermano y sin darse cuenta, Carla se había acercado lo suficiente como para besarla. Adara correspondió con algo de sorpresa al tierno beso que le daba su hermano, sintiendo el sabor de su sangre sobre sus labios.

(¡La ONU we! >:'v)

[···]

—¡Shin!—exclamó ella, tratando de encontrar a su hermano. Salio de aquella mansion y observo el cielo, era una noche fresca sin ningún rastro de frío. Adara miraba por todas las direcciones, tratando de encontrar a su hermano, quien no había aparecido por unas cuantas horas, y ya la estaba preocupando.

Sus ojos escaneaban cada detalle del jardín, hasta que a lo lejos, se escuchó un fuerte sonido y ella corrió hacia el lugar de donde provenía.

—¡Sueltame, imbécil!—exclamó Shin, tratando de librarse del agarre del rubio.

—Dinos donde esta Adara antes de que acabe contigo.
—dijo el rubio, con expresión neutra.

—¡No se los diré, ella no los necesita!—exclamó Shin, forcejeando.

—Digo que lo matemos por llevarse a Adara-chan.
—dijo el peli-lila, mirando con desprecio al Tsukinami.

—No veo la hora de romperle el cuello, Ore-sama se hara cargo de eso.—dijo Ayato, tronando sus dedos.

—No se los diré, ella no los recuerda y nunca lo hará porque ahora somos sus hermanos.—dijo Shin, mirando con odio a los Sakamaki.

Laito borró su sonrisa juguetona, y se acercó a Shin, tomándolo del cuello.

—Ella no es tu hermana.—dijo Laito, con todo el odio del mundo en sus palabras, un odio que nunca se había hecho presente en él. Apretaba cada vez más su agarre, y Adara comenzó a preocuparse y espantarse ante aquella escena ¿y si mataban a su hermano? Estaba tan sumergida en sus pensamientos, que un sonido sordo de huesos rompiéndose hizo que regresara a la realidad, llevando su mirada a el grupo que mantenían preso a su hermano.

—N... Nii-san.—murmuró la albina.

El rostro del Sakamaki se ilumino con una sádica sonrisa, haciendo que Adara se espante aun más.

Ellos habían lastimado a su hermano, y ella no los perdonaría.

Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora