Capitulo 47

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Muy tarde, es muy tarde para frenarlas, sin más me permito llorar aún más. Abro mis ojos y me sorprende saber lo cerca que estamos, los arboles han cambiado tanto en este tiempo, están quietos, solo la ráfaga que emite el coche hace bailar las hojas, limpio mis lágrimas y veo por el rabillo del ojo la cara endurecida de Teo.

Sé que me jure no sufrir más, que ya era momento para dejar las cosas tomar su rumbo, pero Graciela sabe cómo herirme, sabe cómo lastimarme cuando siento que todo va bien.

–Yo, lo siento... –niega y suspira.

–Dime donde debo doblar, ya veo algunas casas en las colinas –asiento y llevo mi mirada al frente nuevamente. –Lucia, no estoy molesto contigo, ¿Ok? –aclara. –Estoy enojado con las personas que te agobian con sus cosas, es solo eso.

–Necesito parar esto, lo necesito.

–Sí, y ahora o nunca.

No olvide el camino y tan pronto me ubico comienzo a indicarle donde cruzar y que calles tomar. Mi garganta se seca y mis manos me tiemblan y sudan mucho, cierro mis ojos con fuerza, quiero retornar, pero creo que debo enfrentar mis problemas sí o sí.

Llegamos, veo esa cabaña, tan hogareña y cálida, nada ha cambiado, solo el simple hecho de que ahora cuenta con un lindo jardín muy bien cuidado. Veo algunos girasoles y recuerdo cuando Illán me regalo uno aquella vez.

Teo desciende y se detiene, él, como yo, observamos la casa, apaga el coche y el silencio sepulcral hace acto de presencia. Volteo a verlo y Teo hace lo mismo, baja del coche y lo rodea para llegar hasta mí, salgo de este y doy dos pasos al frente, noto la puerta de la cabaña abrirse, mi corazón se paraliza al verlo. Va con su cabello despeinado y sin camisa, solo lleva unos pantaloncillos de dormir y va descalzo.

¿Qué puedo decir de su aspecto? Es como si nunca hubiera ido a un centro de rehabilitación, es como si el tiempo cuando estaba intoxicado se paralizo en él y continua igual. Un nudo en mi garganta, la decepción se abre más paso en mi pecho y continuo caminando en su dirección. Pero tan pronto una voz femenina se escucha me detengo en seco.

– ¡Illán! ¿Quién ha llegado amor? –ella sale con su cabello desordenado color azabache, sus ojos azules resaltan, lleva ropa de dormir, es muy linda, se ve tan feliz. –Oh... –nos mira.

Lo veo bajar los tres escalones que tiene frente a él, retrocedo sin voltear, mi subconsciente me dice que me detenga y eso hago. Su ceño fruncido, mi corazón palpita tan rápido que siento que se detendrá en un segundo.

– ¿Qué haces aquí? –ya hasta había olvidado el tono de su voz. – ¿Qué quieres?

–Illán...

– ¿Qué quieres? –un dolorcito inquieto en mi pecho, trago duro. –Te escucho, ¿Qué haces aquí? Y con él.

–Yo, bueno, yo quería saber si tu... estas...

– ¿Bien? –dice con incredulidad. –Sí, lo estoy, de maravilla, mejor hazme un favor y lárgate Lucia, ¿Quieres?

– ¿Disculpa? –enarca una ceja se cruza de brazos. – ¿Qué demonios es lo que te pasa?

– ¡No! ¡¿Qué demonios te pasa a ti viniendo a mi casa con tu nuevo noviecito?! ¡Eh!

Lo veo fijo, siento ese nudo en la garganta asfixiarme y no quiero llorar, no delante de él, no delante de este Illán que nunca me ha gustado.

–Idiota –escupo. –Vete a la mierda.

– ¡Si! ¡Igual tú! ¡Lárgate! –intenta empujarme, pero Teo aparece y se adelanta y lo empuja a él. – ¿Qué demonios te pasa, gilipollas?

¡Que Comience el Juego! ★ (Bilogía Juegos de Amor #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora